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Opinión

Seis claves para entender el conflicto del sector agrario

La manera en que se aborden estos desafíos será crucial para el futuro de la agricultura en la Unión Europea

Seis claves para entender el conflicto del sector agrario

Ilustración de Alejandra Svriz.

Estos días asistimos a la proliferación de múltiples y diversas protestas que tienen en común un campo de batalla, el campo. Voy a tratar de ofrecer seis claves que puedan ayudar al lector a hacerse una composición de lugar, lo más completa posible, exponiendo algunos elementos que relevantes que influyen en el sector.

  • Inestabilidad de precios. Entre 2010 y 2020, los precios de productos clave como el trigo y la leche experimentaron fluctuaciones significativas, con aumentos y disminuciones de hasta un 50% en algunos casos. Esta volatilidad de los precios agrícolas no ayuda a la estabilidad en el sector ni a la hora de realizar proyecciones. Tampoco incentiva ni la inversión ni las contrataciones en el sector. A modo de ejemplo, en 2018, la UE produjo un excedente de aproximadamente cinco millones de toneladas de leche, que impactó negativamente en su nivel de precios.
  • No se ha premiado la eficiencia. El sector agrícola ha sido, por considerarse estratégico y de primera necesidad, uno de los sectores más protegidos de la Unión Europea desde sus inicios. La Política Agrícola Común (PAC) ha sido el principal instrumento de la UE para apoyar a los agricultores, pero ha recibido muchas críticas por su complejidad y burocracia asociadas, enfocándose en la cantidad de producción en lugar de la calidad. Este modo en el que se toman las decisiones ha provocado, en algunos productos, un exceso de oferta que finalmente ha repercutido en menores precios de venta de la materia prima. También se han generado incentivos perversos para que se produjeran determinados productos en climas y composiciones de la tierra no aptas para esos cultivos o, en el mejor de los casos, con un rendimiento menor que otros usos alternativos. En el período presupuestario 2014-2020, aproximadamente el 70% del presupuesto total de la UE se destinó a pagos directos a los agricultores.
  • Caída del empleo agrícola y su actividad empresarial. En los últimos seis años se ha producido una reducción del sector en España, que ha provocado, en volumen de cierres neto, la destrucción de más de 8.000 empresas y 70.000 empleos, según la EPA. El sector agrícola en nuestro país tiene hoy 100.000 empleos menos que antes de la crisis de 2008. Se trata de un sector más pequeño y, como veremos, más tensionado en sus costes laborales.
  • Reducido tamaño de las empresas. Según datos recientes de Eurostat, el 80% de las explotaciones agrícolas de la UE son pequeñas o medianas. Este hecho dificulta inversiones a largo plazo y lastra su competitividad al impedir grandes economías de escala.
  • El 60% de los empleados del sector agrícola cobra el SMI. El 60% de los empleados del sector agrícola en España cobran el salario mínimo, según datos de la última EPA. Este hecho implica, por una parte, que para el 60% de trabajadores del sector su salario lo fija el BOE; y, por otra, que para sus empresas, cada incremento de SMI supone un incremento de costes laborales que los convierte en menos competitivos. Para dimensionar el impacto, conviene recordar que España ha experimentado un aumento del salario mínimo de más del 50% en los últimos seis años.
  • Competencia con terceros países. El sector agrícola es un sector artificialmente protegido, con muchas barreras de entrada para productos de terceros países. Este hecho desincentiva la inversión y el incremento de dimensión empresarial. Si bien es cierto que los controles son más exhaustivos en la producción europea que en la extranjera, es injusto decir que los productos extranjeros, entendiéndose estos por los producidos de fuera de la UE, son más competitivos únicamente por el (in)cumplimiento de las medidas impuestas por la Agenda 2030, aunque sí comporta un impacto en el precio. El principal elemento que determina la competitividad de países extranjeros frente a la UE es, principalmente, el nivel salarial en los países de origen, así como una protección no tan exhaustiva de estos países, incentivando la inversión y las economías de escala.

En resumen, la agricultura europea se enfrenta a desafíos económicos y sociales significativos, con la PAC como principal herramienta de la UE para abordar estos problemas, aunque su eficacia ha sido cuestionada. Las reformas propuestas buscan hacer la PAC más eficiente, pero presenta desafíos en su implementación, mientras que la agricultura española sufre particularmente con el cierre de empresas y la pérdida de empleos. La manera en que se aborden estos desafíos será crucial para el futuro de la agricultura europea. Sin duda, será uno de los grandes temas de la campaña de las próximas elecciones europeas.

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