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EL BLOG DE LUCÍA ETXEBARRIA

Koldo García sin perdón

«Desde el PSOE se pedía la dimisión de Ayuso porque su hermano se había enriquecido cobrando comisiones por la venta de unas mascarillas en pandemia»

José Luis Ábalos y Koldo García.


Esta historia ya la he contado, pero hace unos años, creo que ya debe ser tres o cuatro, un grupo de personas organizaron una campaña contra mí. La campaña se movía por internet y utilizaban bots (cuentas falsas que inundan la red de mensajes). De forma que inundaron Twitter de mensajes diciendo que yo era una tránsfoba y una plagiadora. Pasado el tiempo, yo denuncié a la Policía y la Policía localizó a cuatro personas. Una de ellas era una figura pública entonces muy amiga de Irene Montero que se hacía fotos con la ministra y mantenía conversaciones con ella en abierto. Si la justicia funcionara bien, este caso ya habría sido juzgado pero, dado el colapso de la justicia, y pese a que mi denuncia fue admitida a trámite, sigue estancada en el laberinto de procesos judiciales. 

(Dejo aquí la carta abierta que escribí a Penélope Cruz sobre este tema para que se entienda que a veces un juicio puede llegar a tardar hasta cinco años hasta que se admite la demanda).

Casualidades y vueltas que da la vida. En el pase privado de una película me encuentro a un periodista que conocía a esta persona. A una de las cuatro personas que organizó esta campaña. Aparentemente, la cabecilla. Me cuenta que dejaron de contratarla, que protagonizó un intento de suicidio y que ahora está en lista negra de productoras, que probablemente no vuelva a trabajar. Le pregunto por qué. «Por ti», me dice. «Y ¿qué tengo yo que ver en esto ?», le vuelvo a preguntar. Me cuenta que todo el mundo sabía lo que había hecho conmigo y que al principio incluso le daban la razón porque verdaderamente se creían, no que yo era una tránsfoba, que que había plagiado y tal. Pero que cuando el tiempo pasó y se vio que no había denuncia ni demanda y que lo que yo decía sobre la ley trans era verdad, empezaron a darse cuenta de que se trataba de una vendetta personal. Que lo que más llamó la atención es que la cuenta de la que se suponía que era su novia organizó un crowdfunding para denunciarme cuando obviamente nunca hubo una denuncia, que a saber dónde fue a parar el dinero recaudado, y que a la gente eso le escandalizó mucho.

De la debilidad surge tu fuerza: cómo manejar el dolorDe la debilidad surge tu fuerza: cómo manejar el dolor

Y que no es que nadie en el entorno me tuviera a mí mucha o poca simpatía (más bien poca, o ninguna) pero les entró miedo: se dieron cuenta de que si era capaz de hacerle eso a una persona como yo, se lo podía hacer a cualquiera.

Es decir: que al parecer el karma ha actuado sin que yo haya tenido que mover un solo dedo. Si esta persona no hubiera arremetido contra mí de una manera tan obvia probablemente seguiría trabajando. Pero pese a que me hizo muchísimo daño, su campaña se acabó volviendo contra quien la inició.

Campaña del PSOE contra Ayuso

Algo parecido le ha pasado al PSOE con el asunto de la campaña que le hicieron a Ayuso. Si no hubieran insistido tantísimo en que llevarse comisiones por vender mascarillas era ilegal, si no hubiera habido tanto ruido mediático con el tema, probablemente ahora el caso de Koldo García no estaría ocupando titulares.

Por si hay alguien que no se haya enterado aclararé que desde el PSOE se pedía la dimisión de Ayuso porque su hermano se había enriquecido cobrando comisiones por la venta de unas mascarillas en pandemia. Pero que ahora sale a la palestra que la mano derecha de el entonces ministro Ábalos (no sé si en un caso como éste sería más conveniente escribir «la mano izquierda») ha sido detenido por presunto cobro de comisiones ilegales en la venta de unas… mascarillas. Si esto le añades que el pasado de la mano en cuestión es bastante particular, porque la mano había trabajado de portero en un burdel y había sido condenado por pegarle una paliza a un chico de 16 años, si le sumamos que tuvo un ascenso meteórico incomprensible, que ascendió desde chófer y guardaespaldas a consejero de Renfe, y sí, como guinda del pastel, coronamos con que viajó con el ministro por 11 países diferentes, entonces el escándalo está servido.

« Sospecho que en estos momentos Ayuso tampoco sentirá ninguna pena por Ábalos y que probablemente en su interior también se alegra»

¿Sentí alguna pena cuando me enteré de que esta persona se había intentado suicidar? No, la más mínima. ¿Me entristeció que ya no pueda encontrar trabajo? En absoluto. Mi corazón, obviamente, desea con fervor que no vuelva a trabajar en su vida, por la cuenta que me trae. Cuanto menos cerca esté a los entornos en los que yo me muevo, mejor. Además su familia es millonaria, de forma que nunca se va a quedar en la calle. No es como para que dé pena.

Sospecho que en estos momentos Ayuso tampoco sentirá ninguna pena por Ábalos y que probablemente en su interior también se alegra.

En alemán existe una palabra que ilustra este casi: Schadenfreude que designa el sentimiento de alegría que unos siente cuando sabe que a su némesis le está yendo mal. El término en español se traduce como epicaricacía, un palabro que yo no he utilizado en la vida no he utilizado en la vida y supongo que ustedes tampoco.

En los programas de escritura expresiva hay un ejercicio que resulta muy difícil de completar a muchas personas: la carta de perdón. A lo largo de los talleres me di cuenta de que infinidad de mujeres se negaban a hacer este ejercicio. Y esto me planteaba a mí un problema porque es uno de los ejercicios esenciales. No se lo puede uno saltar. «De ninguna manera voy a escribir una carta de perdón a mí maltratador o a mi abusador, a mi acosador», me decían.

Entonces reparé en un detalle: la idea del ejercicio de perdón se traduce directamente del inglés «forgiveness«. Que en español significa perdón. Pero hay un ligero matiz semántico. En inglés forgive y forget (perdonar y olvidar) vienen de la misma raíz, del antiguo sajón, vergeben. De la misma manera que forward viene de la misma raíz y significa “ir hacia adelante”. 

En español diríamos «perdono, pero no olvido». Nosotros derivamos de una educación católica en la que se nos cuenta que justo en el momento que te mueres, aunque hayas asesinado a cien niños y te hayas bebido su sangre al estilo Barbazul, Dios te puede perdonar si te arrepientes sinceramente. En la tradición protestante, sin embargo, Dios no te perdona solo con arrepentirte. También debes enmendar lo que hiciste. Por eso el concepto de perdón católico es muy difícil de llevar. Parece que si le perdonas de repente borras todo lo que hizo y le conviertes automáticamente en una buena persona. Y por eso he decidido cambiar el nombre a este ejercicio que originalmente se llamaba ejercicio de perdón. Ahora lo llamo ejercicio de olvido.

Yo no voy a perdonar a esta persona, nunca, pero desde luego, una vez haya acabado este ejercicio, tampoco voy a dedicarle un segundo más de tiempo ni de espacio en mi cabeza. En mi cabeza, y lo escribo aquí para que se cumpla, no entra nunca más. Voy a seguir adelante: Forgiveness and fast forward. Entiendo que a Ayuso le cueste un poco más, que al fin y al cabo ella es política. Y ya se sabe que la política es el arte de olvidar los propios errores y recordar continuamente los del contrario.

La escritura que cura

P.D.: dejo aquí el enlace para la preventa de mi próximo libro. Este libro se titula La escritura que cura. Y contiene un programa de 30 días con ejercicios de escritura expresiva, y sus explicaciones. Está diseñado para que aprendas a: gestionar la ansiedad, incrementar tu autoestima, neutralizar tus creencias limitantes y sustituirlas para afirmaciones positivas, y aprender a identificar y a huir de las relaciones tóxicas aparezcan donde aparezcan.

5 comentarios
  1. proteo

    ✅ No sé. Lo veo difícil.
    Yo lo que quiero es ver pasar por la puerta de mi casa el cadáver de quien me ha hecho daño.
    Y, si acaso, querría ir luego a mear en su tumba, pero en eso ya no me veo.
    Pero bueno, ya veré qué hago cuando llegue a ese capítulo de tu libro. Igual me curo.
    Por ahora me concentro en, como pediste, seguir comentando en todas las entradas de tu blog hasta que me ponga «al día»
    Tuya.

  2. Jorge_91

    Querida Lucía: aquí un lector muy amigo de tus escritos –generalmente muy bien informados– por estos lares. Sin embargo, quisiera decirte que el perdón católico es precisamente el que necesita de la enmienda para ser pleno. La confesión de los pecados precisa de tres pasos: examen de conciencia y dolor de los pecados, confesión y propósito de enmienda. Si no enmiendas, no hay perdón que valga. Precisamente el giro chunguillo que el protestantismo dio a esto fue el de convertir el perdón en algo ajeno al hombre, dejándolo únicamente en manos de Dios y para aquellos a los que les haya tocado la lotería de la predestinación: tú no te puedes salvar por tus obras, así que te da igual perdonar o pedir perdón, tan solo serás « justificado por la fe» ante Dios tras tu muerte y lady, mucha suerte con cómo te va el partido ahí arriba.
    Hoy en día es mucho más fácil encontrar en nuestra cultura y sociedad una inclinación evidente, más allá de lo religioso, a esta moral «retorcidilla». Especialmente evidente entre la clase política y mediática, como por ejemplo entre aquellas personas que te atacaron e hirieron sibilinamente. A ellas les dio igual.

  3. DonCurioso

    Reconozco sinceramente no haber usado nunca la palabra epicaricacía, ni siquiera la conocía. Pero alguna vez, me he regodeado, que creo que esa sí se usa mucho.
    Respecto del perdón católico, no haces buena persona a quien perdonas, simplemente olvidas el daño que te hizo la afrenta; lo que supone que si el perdón provoca algún tipo de liberación en el perdonado (el perdón requiere arrepentimiento y propósito de enmienda, lo que incluye reparación en la medida de lo posible), a quien libera de una forma profunda también, es al que perdona.

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