THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ETXEBERRIA

Ni sumaron ni pudieron: por qué el BNG ha desbancado al PSOE 

«El votante medio está harto de chorradas y lo que le interesa en realidad es alejarse de batallas culturales»

Ni sumaron ni pudieron: por qué el BNG ha desbancado al PSOE 

La líder del BNG, Ana Pontón. | Europa Press

Cada vez parece más difícil entender o clasificar a personas como yo. Personas que aceptamos algunas ideas de la izquierda y otras de la derecha, lo que hace que sea muy fácil descartarnos como cínicos sin principios. Pero el centrismo no sólo puede representar un conjunto distinto de ideas; también es necesario para proteger la democracia contra el autoritarismo populista. 

¿Puede el centro político tener algún significado? Esa pregunta ha cobrado nueva urgencia a medida que la política se polariza más en Estados Unidos, Chile, Filipinas, India, Argentina y muchos otros países. España entre ellos. 

A mí alrededor la gran mayoría de es conocido se niegan a definirse como «de izquierdas» o » de derechas». Sobre todas las mujeres me dicen que cada vez estén más hartas de la política. 

Estamos tan hartos de la política que cuando la participación en unas elecciones llega al 50% lo consideramos un éxito. No somos capaces de ver que el 50% del electorado no brota que en la botella está medio vacía y no medio llena. Que eso en realidad es un fracaso.

De hecho, el liberalismo y el conservadurismo modernos parecen ideologías irremediablemente fragmentadas. Los liberales afirman creer en la libertad individual, pero defienden un enfoque más colectivista del gobierno y un papel cada vez más paternalista del Estado. Los conservadores están irremediablemente divididos entre dos ideales incompatibles: la filosofía altamente individualista y de estado limitado del liberalismo clásico y una tradición más antigua y más colectivista de conservadurismo cultural que responsabiliza al gobierno de dar forma a la moral social.   

Como resultado, los liberales modernos son colectivistas económicos e individualistas morales, mientras que los conservadores son individualistas económicos y colectivistas morales. 

Quizá usted no ha entendido este último párrafo. No se preocupe, porque yo misma mientras lo escribía me daba cuenta de que se trataba de un galimatías incomprensible, y que precisamente por eso tanta gente está rechazando la política. 

Los hay que rechazamos cada uno de estos enfoques fragmentados y polarizados de la política. Creemos que el gobierno tiene un papel que desempeñar en la estructuración de las oportunidades sociales y económicas y en el refuerzo de las normas morales básicas, pero estamos profundamente preocupados por un gobierno cada vez más exigente, invasor y casi diría que negrero, que nos exprime sin darnos nada a cambio. Nos parece que el socialismo moderno es una fusión populista y sin principios de ideales liberales y socialistas clásicos, mientras que el conservadurismo moderno es un híbrido insostenible de liberalismo económico y conservadurismo social. 

Y nos encontramos con que de un lado nos llaman fachas y del otro nos llaman rojas o feminazis y que estamos en tierra de nadie. Aisladas, solas. Hartas. 

¿Es posible eludir la polarización —o incluso despolarizar— sin permitir comportamientos antidemocráticos ni huir de una lucha sobre principios y cuestiones? Para evitar que se profundice el estado de división y desconfianza que parece impregnar nuestras sociedades, tanto los líderes políticos como los ciudadanos deben desempeñar un papel. Una llamada de atención desde el extremo centro. Seguir manteniendo ése » prefiero no hablar de política» o » la política me da dolor de cabeza» no es efectivo, porque solo contribuye a exacerbar la polarización. Los y las ciudadanas podemos protegernos a nosotras mismos y a la democracia solo cuando somos conscientes del funcionamiento político y psicológico de la polarización, y de las primeras señales de alerta de la erosión democrática. Podemos y debemos negarnos a participar en la trampa de demonizar la política

Los líderes políticos deben ser conscientes de que sus palabras y acciones pueden promover, prevenir o revertir una polarización severa. Para aquellos que tienen una perspectiva más amplia centrada en los intereses colectivos y el bienestar de la sociedad, comprender la lógica de la polarización, de una polarización que bloquea la resolución cooperativa de problemas , podría infundir el coraje para cruzar la división en lugar de corresponder con estrategias polarizadoras perniciosas.

El BNG desbanca al PSOE en Galicia

Y da la impresión de que eso lo han entendido los gallegos.

En el 2000, en Santiago de Compostela, y tras tres meses de encendidos debates internos, se llegó un compromiso entre los diferentes sectores del Bloque Nacionalista Galego (BNG), liderado entonces por Xosé Manuel Beiras, para suavizar su mensaje, con la idea de de disputar al PP parte del electorado más centrista de Galicia. El giro táctico que se inició hace veinticuatro años ha dado sus frutos hoy. Veinticuatro años haciendo labor de zapa para captar al votante centrista, el votante alejado de radicalismos y esperpentos varios. Cualquiera diría que el BNG es ahora el PP con acento más gallego. 

Si el BNG ha pegado ese subidón ha sido porque además de robarle votantes a las izquierdas no nacionalistas se los ha robado al PP. Desde el BNG no han dudado en apostar por un eclecticismo ideológico —centrismo en suma— y le han robado la idea a Feijóo, que a su vez se la robó a Fraga. 

Cito a David Souto Alcalde: «Galicia no es el País Vasco ni Cataluña, pero tampoco Extremadura ni Andalucía, por lo que para entender qué está pasando conviene huir de las maniqueas divisiones ideológicas que, desde partidos y grandes medios, se utilizan para polarizar y domar a la población. Es muy posible que el propio BNG, escindido en dos almas irreconciliables, incapaz de asumir la diferencia entre la teoría y la práctica en sus propias experiencias políticas, sea el primero en no entender nada». 

 Y sí, lo que está pasando es que el votante medio está harto de chorradas y lo que le interesa en realidad es alejarse de batallas culturales y poder llegar a fin de mes. Y por eso creo que Galicia es un aviso a navegantes frente a los derivas identitarias de Sumar y Podemos, que ni sumaron ni pudieron. Las identidades de género, la diversidad y la inclusividad, la descolonización… no nos van a dar de comer ni van a hacer que bajen los precios. 

En Galicia ya lo han entendido. En el resto del país deben entender ahora que cuando las barbas de tu vecino veas cortar con las tuyas a remojar.

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