Sanidad, educación y qué guapo está Óscar Puente
De los creadores del onanismo de partido, llega ahora la victimización del ministro
Existe el onanismo de partido. A la señora Gusano, reconvertida en asesora de los socialistas como contó Ketty Garat, se le buscó una coartada de trabajo oficial para, con la pasta que le cobran a usted de sus impuestos, se dedicara, con el talento que nadie le niega, a decirle al presidente Sánchez lo buenorro que está. Mera descripción de lo sucedido, que nadie niega.
Al igual que no se puede negar que Roma venció a Cartago, no se puede desmentir que Ferraz pagó a Gusano. Luego que el Congreso pague ahora a Gusano para que Gusano, bienpagá, le dedique lisonjeros tuit a nuestro líder. Escritos que hacen las delicias del selecto grupo que va de los barbilampiños del progresismo hasta los ministros, tuiteros o no. Si hasta nuestra tecnócrata bruselense, Nadia Calviño, entró al trapo de Mr. Handsome.
Indudable es que el presidente Sánchez tiene atractivo. Es guapetón, que diría una abuela a su nieto, pero resulta que la abuela eres tú con el IRPF, y pagarle los elogios al presidente quizá no entre dentro del alcance confiscatorio, aunque sí del laudatorio. Ingreso mínimo vital y elogio máximo presidencial.
Tenerle la autoestima bien conservada al líder del ejecutivo es razonable, todos los éxitos para este Gobierno que es el de todos, o debería serlo, pero buscarle desde el gobierno un trampantojo de trabajo a la tuitera cuyo género porno favorito es ver a Sánchez en las cumbres europeas, quizá traspase el absurdo. Y lo qué es más evidente, muestra de los tiempos que corren, no se le paga a Gusano para que alabe su inteligencia, sino su sex appeal. Votasteis a un guapo y tendréis a un guapo en la Moncloa.
Ahora, en este país donde lo divertido se torna en indignante, vuelve Óscar Puente a nuestras vidas—¿cuándo ha dejado de estarlo desde que tomó posesión? —, porque a falta de trenes para Marbella debe ocupar su tiempo en algo. El problema está en que no ocupa su tiempo libre, sino que manda a sus asesores, pagados por usted, en su horario laboral a hacerle un repasito a la prensa. Entra dentro de lo habitual que el gabinete de prensa del ministro le pase un resumen, lo que se llama clipping, pero es que lo que pide Puente, se lo contó a Carlos Alsina en Onda Cero, es que le hagan el listado de insultos.
A lo que Alsina le cuestionó, «¿Y qué utilidad tiene eso para los ciudadanos?». «Mucha», zanjó el ministro Puente. De los creadores del onanismo de partido, llega ahora la victimización de ministro, un señor ministro que le reclama a su equipo de prensa, cual niño apartando las letras de la sopita, que le subrayen los insultos proferidos hacia su persona. Puente ya dejó publicado en X, siempre X, el resumen del dossier de insultos, estableciendo un rico y urgente debate sobre lo que es insulto y es crítica. Hay improperios en esa lista, especialmente en contra estoy de los que usan el aspecto físico, pero luego hay adjetivos que entran dentro del mero análisis. Y estos se introducen en la bolsa de las chabacanerías, que las hay, por parte de parte de la prensa.
Luego bien es cierto que Puente, virgen en las invectivas no está. Es él, cuando subió al estrado del Congreso para contestar a Feijóo aquel lejano septiembre del 2023, quien acusó a Aznar de ser instigador de los atentados del 11-M, instigador, no está mal. Fue él en X, casi siempre X, cuando habló del novio de Ayuso, Alberto González Amador, como el «testaferro con derecho a roce», aunque esto más que insulto gratuito podría llegar a ser la acusación de un delito, sin prueba alguna y por medio de la ponzoña en las redes.
Y ha sido él quien ha tildado a este medio de ser un contenedor de basura. Un periódico con el que se podrá ser crítico las veces que se quiera, incluso hasta si colaboras con él, porque un periódico no es una secta o la ejecutiva de un partido. «Basura» dijo Puente, como si este diario mereciera ser limpiado porque es tóxico, como si fuera la plaza del pueblo natal de Puigdemont, donde algunos tipejos echaron lejía para limpiar el suelo que había pisado Inés Arrimadas. Esa debe ser la famosa deshumanización.
Muchas cosas dichas por Puente no son crítica periodística fina o gruesa, es el insulto de toda la vida, que también han proferido algunos columnistas, cierto es, pero cuyos sueldos no pagamos todos. Diferencias no pequeñas, me temo. Sin presupuestos para este 2024, el ministro está saciando su tiempo buscando columnas donde haya sido insultado. No será aquí, queridos compañeros de prensa del Ministerios de Transportes, donde se defiende la sanidad, la educación y lo guapo que está Óscar Puente.