Begoña Gómez no solo debe ser honrada sino también parecerlo
«No creo que Begoña Gómez sea superdotada. Lo que sé es que ni siquiera logró aprobar la selectividad»
La mujer del César no solo debe ser honrada sino también parecerlo. Mucho ha llovido desde que Cayo Julio César utilizara esta frase, respondiendo a una posible infidelidad de su mujer, Pompeya, y postulando así que se debe mantener la compostura respecto del cargo que una mujer representa y la responsabilidad que se deriva de ese cargo. Y no fue Julio César sino Spider-Man el que decía que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Como ustedes quizás sepan, Pedro Sánchez no estudió carrera en la Universidad Complutense de Madrid, sino en el Real Centro Universitario María Cristina, privado. Cuyo criterio de admisión es mucho menos estricto que el de la Complutense de Madrid. Por lo que entendemos que a Pedro Sánchez no le dio la nota de selectividad como para entrar en la universidad pública. Se doctoró por la Camilo José Cela de Madrid, también una universidad privada.
Entre las clases pudientes de Madrid es muy común enviar a una universidad privada a aquellos alumnos que no han podido entrar en la pública porque la nota de selectividad no les ha permitido el acceso. Esto crea una barrera de clase, obviamente, porque aquella consigna de «el hijo del obrero a la universidad» no se aplica. En idénticas condiciones, el hijo del obrero no podrá acceder a la universidad y sí que podrá acceder el hijo de la persona con dinero.
Todos sabemos que en España si tienes dinero hay forma de «comprar» carreras, entre comillas. Determinadas universidades rebajan a niveles infrasónicos los requerimientos para aprobar las asignaturas. Hasta tal punto llegó la cosa que mucha gente recordará cómo hace tiempo en ofertas de empleo se especificaba claramente «no se admitirán licenciados por….» (y ahí figuraba el nombre de determinada universidad privada, que no quiero citar para ahorrarme problemas).
La cuestión es que en principio en España es muy difícil acceder a determinadas carreras por universidad pública. Exigen unas notas de corte en la entonces selectividad y actual EVAU. Por eso yo alardeo mucho de la que fue mi nota en la selectividad, que fue la nota más alta de todo mi centro. Y eso me permitió acceder a la Universidad Complutense. Otro día hablamos de cómo se discrimina a los estudiantes madrileños puesto que la EVAU en Madrid es mucho más complicada que en otras provincias.
He de dejar claro que yo no creo que el rendimiento académico esté vinculado exclusivamente a la inteligencia. Y no es que yo no lo crea. Es que tampoco lo cree en general la profesión. Los psicólogos, quiero decir. Esta admitido que los superdotados no suelen despuntar en el ámbito académico. Porque tienen un sistema de pensamiento arborescente que no cuadra con el sistema de enseñanza que se imparte en España, destinado al pensamiento lineal. Dicho lo cual, tampoco creo que Begoña Gómez sea superdotada. Lo que sé es que Begoña Gómez ni siquiera logró aprobar la selectividad.
Recapitulando ¿Por qué les he metido todo el rollo anterior? Para explicar que Begoña Gómez no debía ser muy lista si no consiguió siquiera acceder a una buena universidad privada. Y que su papá debía tener mucho dinero y muchos contactos si consiguió comprarle un título que parecía similar a un título universitario.
Begoña Gómez venía de una familia de muchísimo dinero, como todos sabemos. Siempre se dice que el matrimonio Sánchez vivía en un humilde pisito antes de que él fuera presidente. El humilde pisito, sin embargo, está en una de las urbanizaciones más caras de Pozuelo, y Pozuelo es a su vez una de las zonas más caras de Madrid.
El matrimonio residía en una urbanización coquetísima, con su césped bien cuidado y antiecológico, su piscina también antiecológica y su garita de seguridad. Cuando Pedro Sánchez hizo aquella gira por España para recoger avales se fotografió junto a un Peugeot. Pero en realidad, aquel no era su coche. Begoña y Pedro tenían un coche cada uno, ambos de alta gama. Pero Pedro sabía que no convenía que se hiciera fotos con ninguno de los dos coches, porque un coche de 130.000 euros desentonaría con su imagen socialista, así que no sé si pidió el Peugeot prestado o si simplemente lo alquiló.
Cuento esto para que veamos que el papá de Begoña dinero tenía. Mucho.
Si bien es cierto que los superdotados suelen tener muy malas notas y muy mal rendimiento académico en la escuela luego en general, si logran llegar a la universidad, sí que sacan muy buenas notas. Tienen buen rendimiento académico cuando se dedican a aquello que de verdad les interesa. Y también funcionan mejor en la universidad, porque la universidad no utiliza el sistema lineal que normalmente sí se utiliza en los colegios y los institutos. Entonces sí pueden utilizar el pensamiento arborescente y despuntar.
Si Begoña Gómez hubiera sido superdotada es cierto que hubiera tenido muy complicado llegar a la universidad, pero hubiera despuntado a partir de los dieciocho o diecinueve años. No consta. Begoña Gómez no llegó siquiera a hacer la selectividad (el equivalente de lo que ahora es EVAU por si usted es muy joven y no se acuerda). Así que su papá hizo lo que en Madrid hacen muchos papás de chicas de bien. Pagar un instituto privado que le diera un título. Un título rimbombante, que para alguien no muy informado se pareciera a un título universitario.
Debo aquí decir que en otras provincias el papá de una chica de buena familia suele ser otro hombre de buena familia. Pero aquí en Madrid existe una altísima movilidad social. Siempre me ha parecido uno de los rasgos más fascinantes de Madrid. Creo que en Bilbao sería muy difícil que un señor consiguiera pasar de una clase a otra, porque en la pequeña sociedad de Bilbao las clases sociales están muy delimitadas. Y no hay muchos vasos comunicantes, de forma que el dinero no te permite que te inviten a determinados espacios. Sí, podrás comprarte una casa en Getxo si quieres, pero no accederás a ciertos círculos.
Pero en Madrid, desde los tiempos del estraperlo, podía aparecer por la villa y corte un señor de un pueblo de Cuenca, un labriego que prácticamente llegaba con la boina y el azadón y poco después instalarse en lo que se llamaba «el cogollito». Es decir, la zona del barrio de Salamanca destinada a las clases más pudientes. Y un poco más tarde se vería como a ese señor le habían invitado al cóctel de la Marquesa de Pitiminí o de la Señora de Rococó. Madrid nunca ha sido clasista. Aquí lo que importa es el dinero, y no se atiende a su procedencia. El apellido importa muy poco.
En esto siempre he visto un contraste con la otra sociedad que conozco muy bien desde dentro, que es la de Bilbao. No hablemos ya de Barcelona donde se habla de «las 300 familias», que se casan entre sí. Y esas 300 familias no admitirían que un charnego se casase con una de sus hijas por muchísimo dinero que este charnego tuviera.
Bien… pues íbamos contando que el papá de Begoña se había enriquecido merced a unos negocios un poco extraños. Ya se han escrito ríos y ríos de tinta sobre el tema, así que no voy a ahondar. Pero Begoña era una niña pija, repito, cuyo papá se pudo permitir pagarle algo parecido a un título universitario. Pero que no era un título universitario. También le compró un piso que ahora cuesta un millón de euros, en una de las mejores zonas de Madrid.
Begoña lo tenía todo. Belleza, dinero y un marido guapo, bien plantado, y bien colocado. Sí, ya sé que mucha gente me dirá que no es guapa. Pero la belleza -siendo algo subjetivo- responde a unos cánones normativos, y en España se considera que una mujer alta, muy delgada y rubia con el pelo largo es bella. No vamos a entrar a discutir este punto en particular.
Digo que Begoña lo tenía todo …pero le faltaba algo más.
Cualquier otra se hubiera quedado en casa, hubiera disfrutado del dinero de papá, se hubiera dedicado a hacer cerámica, fotografía o macramé, o a organizar popups de moda, o a cualquiera de esas maravillosas actividades en la que se gastan el dinero en Madrid las hijas de familias con recursos.
Pero eso a Begoña no le bastaba. Begoña quería figurar. De forma que cuando le ofrecieron una cátedra hecha ex profeso para ella, a Begoña no se le ocurrió que, siendo su marido presidente, esto podía sonar un poco raro. Porque en principio en España no puedes tener una cátedra si no tienes un título universitario y además una carrera académica de reconocido prestigio.
Eso es el principio, y la teoría. La práctica es otra. Porque todos conocemos a catedráticos que disfrutan de su cátedra sin el reconocido prestigio de marras y sin haber publicado prácticamente nada en revistas académicas. Pero es cierto que hasta que llegó Begoña lo mínimo exigible era el título universitario. Y creo que Begoña no cayó en la cuenta del pequeño detalle … precisamente porque ella no tenía título universitario. Es decir, que ella ni siquiera sabía que el título era exigible.
Cuando Begoña se pone a firmar cartas de recomendación para que determinadas empresas consigan dinero público, dinero público adjudicado en un Consejo de Ministros que, casualmente, mira tú por dónde, dirige su marido… Cuando Begoña firma esas cartas me da a mí la impresión de que Begoña Gómez no sabía la que podía estar liando. Precisamente porque no tiene título universitario. Y como no lo tiene, no sabe mucho de derecho. Y desconoce el hecho de que eso se podía considerar prevaricación.
Yo me imagino que le dijeron «Bego ¿nos firmas una carta de recomendación por fi?». Y que ella dijo «Claro, por supuesto, cómo no, cari». Y esto lo digo porque soy, como ustedes saben, una señora de avanzada edad. Y porque yo, como don Juan, a los palacios subí y a las cabañas bajé. Y aquí lo de subir a los palacios es haber estado en una de esas urbanizaciones carísimas de Pozuelo. Y conozco el tipo de persona que vive en ellas.
No son todos iguales, por favor, y no se confundan, señoras y señores, que mi hermana también vive en una de esas urbanizaciones. Pero en general los que viven allí se suelen parecer entre ellos. Porque el hecho de vivir en una burbuja aislada te incapacita para entender cómo funciona el mundo fuera de esa burbuja. Eso se llama efecto del falso consenso.
El efecto del falso consenso es un sesgo cognitivo que nos lleva a creer que la mayoría de las personas comparten nuestras creencias, opiniones y comportamientos. En otras palabras, tendemos a sobreestimar la frecuencia con la que otros están de acuerdo con nosotros. Y por esa razón aquellos que viven encerrados en una burbuja dentro de una urbanización cara en Pozuelo creen que fuera de su mundo los demás piensan igual que ellos. Y creen que los demás van a encontrar de lo más normal que una mujer de un presidente firme una carta de recomendación para una empresa. El efecto del falso consenso está ampliamente estudiado en psicología social.
Y también sucede que en esas urbanizaciones de lujo se crea el llamado sesgo de ilusión de invulnerabilidad, asímismo muy estudiado en psicología social.
Este sesgo sistemático se corresponde con un optimismo ilusorio hacia acontecimientos negativos del futuro y se define como la tendencia a creer que uno mismo tiene menos posibilidades que la persona media de que le ocurran eventos negativos . Traducido al caso de Begoña, creo que el hecho de vivir en una pequeña isla privilegiada, dentro de una zona también privilegiada, te impide darte cuenta de cómo se van a ver tus actos desde el mundo ajeno a esa burbuja. De los líos en los que te puedes meter.
Me da a mí la impresión de que Begoña, en primer lugar, no se dio cuenta de que firmar esa carta la podía meter en un lío. Y en segundo estaba convencida de aquello de «a mí no me iba a pasar». A mí que soy tan guapa y tan lista, que me merezco un presi o un dentista, a mí nadie me va a toser porque haya firmado una carta de recomendación. Una carta de recomendación que va a influir en una adjudicación. Una adjudicación que va a decidir un Consejo de ministros que, casualmente, preside mi marido. Una adjudicación en la que se van a mover nada menos que 7 millones de euros
Yo creo que Begoña no se dio ni cuenta. Y que las empresas que estaban a su alrededor se aprovecharon de esa ingenuidad de Begoña. Una ingenuidad derivada de haber crecido en un ambiente muy determinado.
Eso es algo que he visto en numerosas mujeres como Begoña. Niñas bien madrileñas procedentes de familias adineradas, princesitas que han estado criadas entre algodones y que, precisamente por eso, son muy fáciles de manipular. Les falta calle. No la ven venir. No se dan cuenta de que el mundo no es esa burbuja privilegiada en la que ellas han crecido.
Porque si no, de verdad, no consigo explicarme cómo alguien puede ir dejando un rastro tan obvio y va cometiendo tamaña cadena de errores.No me cabe en la cabeza. No me cabe en la cabeza que cuando Begoña firmó esas cartas de recomendación no fuera consciente de que algún día se filtrarían y se liaría la que se está liando.
¿Han visto ustedes esas películas y series americanas en las que llega un perfilador del FBI, tras analizar las pruebas que le muestran, afirma «el sujeto es un individuo blanco, caucásico, de alrededor de 30 años, que vive solo y que trabaja en algún tipo de ocupación que requiere que conduzca una furgoneta»? Pues yo, tras ver las pruebas que apuntan a Begoña, sin saber quién era, hubiera dicho «la sujeto es mujer, luce una melena larga muy bien cuidada, salpicada de mechas, posee un cuerpo atlético y bien tonificado gracias a la dieta y el ejercicio, vive en una organización con césped, piscina y garita en la puerta, está casada y tiene dos hijos». Clavado.
Incluso le añadiría que la sujeto tiene un grupo de amigas con las que de vez en cuando sale a cenar a un restaurante caro en «noches de chicas» y que alguna vez ha tenido una aventura extramatrimonial, porque es lo que se estila en su grupo. No tengo ni idea de sí eso ha sucedido en el caso de Begoña, pero más o menos es lo suelen hacer las pijas progres de Madrid. Y conste que a Begoña la llamo pija, y no la llamo Cayetana porque la Cayetana es algo completamente diferente a la pija. La Cayetana es más bien pepera y la pija es más bien del PSOE.
En fin.. que yo sé que lo que está saliendo de Begoña es solo un goteo. Soy consciente de que este mismo medio y otros van a ir sacando noticias, porque Begoña ha ido dejando un rastro. Y creo que la misma Begoña no se daba cuenta de las barbaridades que estaba haciendo, y de lo fácil que iba a ser ir a por ella.
Al final, Begoña va a ser el talón de Aquiles de Pedro Sánchez. Dicen que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Pedro Sánchez no es un gran hombre, es un hombre grande, porque es muy alto. Y la que tiene detrás no es una gran mujer. Es una pija de Pozuelo que cayó presa del efecto del falso consenso y de la ilusión de invulnerabilidad. Y por eso creo que Begoña Gómez se olvidó de que la mujer de Sánchez no debe solo ser honrada… sino también parecerlo.