El Ibex 35 no se creyó a Pedro Sánchez
Este episodio refleja que los empresarios no se fían del presidente, y que quizá estamos ante un proceso de italianización
El mundo financiero suele estar atento a decisiones políticas clave, ya que pueden tener un impacto significativo en los mercados y en sus propios intereses corporativos. Y, cada vez más, también a las de índole geopolítica.
Estos últimos días, el país ha asistido a un episodio de sentimentalismo extremo, plagado de emocionalismo y maniqueísmo, cuando el presidente Pedro Sánchez anunció su intención de tomarse un «período de reflexión» por el «bien de la democracia»; seguido por su decisión de continuar en su cargo. Estas fluctuaciones en la esfera política generaron múltiples reacciones y sentimientos encontrados tanto en medios de comunicación, como en redes sociales y en esas esferas informales de generación de opinión pública del país, como son bares, peluquerías y taxis.
En el ámbito empresarial, pocos se creyeron a Pedro Sánchez. El Ibex 35, que reúne a las principales empresas del país, mantuvo el mismo comportamiento de las semanas previas, perdiendo un 0,42% el día 24 de abril (día del anuncio), un 0,39% el 25, y recuperando un 1,55% el viernes 26, para caer un 0,46% el lunes 29, día del anuncio de la no-nada. Se trata de un comportamiento estable en relación con las semanas y meses anteriores.
Podemos encontrar dos posibles explicaciones (o ambas simultáneamente) a este hecho. Ninguna de ellas positiva.
La primera de ellas es que la economía española se está desacoplando de la vida política. Esto no quiere decir que a las empresas ya no les afecte lo que sucede a nivel político, sino que más bien se resignan a la habitualidad de los comportamientos volátiles en política, asumiendo que los cambios de opinión o golpes de efecto tácticos han pasado de ser algo coyuntural a algo estructural, que determina la manera de ser (económica) de nuestro país. Un comportamiento similar al que se ha vivido en Italia durante muchos años, donde economía y política han ido por carreteras distintas, sin llegar a encontrarse, aunque la segunda con muchas más curvas que la primera. Han sido dos planos de la misma realidad del país, pero que han funcionado de manera independiente.
La segunda explicación razonable es que el sector empresarial no se creyó a Pedro Sánchez y asumió desde el primer momento que no iba a cambiar nada. La incertidumbre política suele generar inquietud entre los inversores, ya que pueden surgir dudas sobre la estabilidad futura y las políticas económicas del país. En este caso, no hubo incertidumbre, sino la certeza de que Pedro Sánchez le estaba echando un órdago al país.
En resumen, el episodio que rodeó el anuncio y posterior decisión del presidente Pedro Sánchez de tomarse un período de reflexión y luego continuar en la Moncloa ha puesto de relieve una triste realidad, que el sector empresarial ya no se fía del presidente del Gobierno, y que nos podemos encontrar ante un proceso de italianización de la vida política y económica del país.