THE OBJECTIVE
La otra cara del dinero

Manchester City: caza mayor en la Premier League

El juicio contra el club inglés plantea la posibilidad de poner límites al músculo financiero y la voracidad de los fondos soberanos

Manchester City: caza mayor en la Premier League

El Manchester City levantando el trofeo de la liga de Campeones (UEFA Champions League) en la temporada 2022/2023. | Europa Press

La caza es asunto de mucha enjundia en Inglaterra. De gran tradición. Lo más cremoso de la crema de la sociedad solía solazarse con la persecución mortal del zorro, un pequeño y astuto animal que tenía la fea costumbre de comerse las gallinas de los más aristocráticos caldos. En 2005, los animalistas consiguieron que se prohibiera porque es un mamífero salvaje. Aunque sí se pueden cazar conejos y ratas. Y la liebre, incluso con perros, una vez abatida por un arma. Jara y Sedal dixit. 

A todo eso se dedicaban unos pocos. Nada nuevo bajo el sol. Por estos lares podríamos hablar largo y tendido al respecto. Véase La escopeta nacional. El resto se conformaba y conforma, tanto allí como aquí, con el fútbol. Los ingleses, que lo inventaron, fueron también pioneros en utilizarlo como desaguadero de las pulsiones más bajas. Por eso ahora andan bastante nerviosos. 

Como explicamos por aquí, han detectado importantes grietas en las finanzas del fútbol profesional que calma la sed de ocio y pertenencia de la working class y alrededores. Hasta el mismísimo Rey Carlos se pronunció al respecto nada menos que en su primer discurso oficial ante el Parlamento. Asunto mayor. En consecuencia, el Gobierno creó un regulador independiente llamado IREF para enderezar el desatino, señaló a varios clubes que se estaban excediendo con el malabarismo financiero y prometió mano duda. 

Entre ellos, el Leicester City, conocido por su apodo The Foxes: los zorros. Aunque los perros finalmente se entretuvieron primero con otro equipo mediano de la Premier, el Everton. Quizá su sobrenombre, The Toffes (por los caramelos), los hizo parecer más… ¿masticables? Tras un baile de sanciones y apelaciones (la caza como sport exige una deleitosa prolongación de la agonía), el Everton perdió ocho puntos por faltas administrativas. Se salvaron por los pelos de la dentellada del descenso. Primer aviso a navegantes.

Mientras se lamían las heridas, los Toffes comenzaron a señalar obstinadamente al elefante en la habitación. Esta expresión, muy del gusto de la cultura anglosajona, alude a la ignorancia dolosa o culposa de un problema obvio. Por ejemplo: el Manchester City está acusado de 80 infracciones financieras y 35 suplementarias por presunta falta de cooperación en la investigación. Caza mayor.

Las actividades sospechosas se remontan a 2009. El Abu Dhabi United Group for Development and Investment compró el City el 1 de septiembre de 2008. En los 128 años anteriores de su historia, el club había ganado dos ligas. En los 16 posteriores ha ganado ocho. Es lo que pasa cuando te compra un fondo soberano de una monarquía absoluta bañada en petróleo, cuya capacidad financiera solo la limita la soberana voluntad del soberano. 

No es el único caso. El PSG suma 12 ligas francesas, 10 de las cuales llegaron a partir de 2012, cuando lo compró Qatar Investment Authority. Otro elefante para cazadores mayores.

Habrá que ver lo que pasa en Francia. En Gran Bretaña parece que han llegado a un punto de no retorno. La cosa ya cantaba demasiado. Y se ha levantado la veda del elefante. El lunes pasado comenzó oficialmente el juicio contra el Manchester City. Entiende del asunto el ya mencionado IREF. Demanda la Premier League. Defiende al club mancuniano un equipo jurídico dirigido por un tal Lord Pannick que, según el muy fiable The Telegraph, cobra entre 5.000 y 10.000 libras esterlinas por hora. Ya solo el nombre impone…

No estará solo: en los círculos jurídicos londinenses se rumorea que en una audiencia de arbitraje privado sobre el asunto en junio hubo más de 60 abogados en la sala. Con irónico formato deportivo, los expertos del Telegraph desmenuzan las «alineaciones» de los equipos legales de ambas partes.  

Mientras, los espectadores asisten fascinados a la posibilidad de una debacle histórica. Según la BBC, «la Premier League afirma que el City violó las reglas que exigen que el club proporcione ‘información financiera precisa que ofrezca una visión verdadera y justa de la posición financiera del club». Por su pate, el City «niega rotundamente todos los cargos y ha dicho que su caso está respaldado por un ‘conjunto amplio de pruebas irrefutables». Se espera que la audiencia privada, que se llevará a cabo en el International Dispute Resolution Centre in the city of London, dure alrededor de 10 semanas. 

Los cargos no han sido detallados. Sin embargo, según los especialistas de The Guardian, «los plazos sugieren que las acusaciones coinciden con las que ya son de dominio público». O sea, fundamentalmente, que el City infló el valor de los acuerdos de patrocinio para canalizar el dinero extra dinero proveniente del bolsillo sin fondo del fondo soberano propietario, y que se hicieron pagos de tapadillo al entrenador Roberto Mancini y al agente del jugador Yaya Touré. Con la agravante de la obstrucción de las investigaciones que inició la Premier League. 

El diario se explaya en el contexto: «Hay argumentos de que [la actitud del City] ha afectado al equilibrio competitivo aquí y en toda Europa, ha llevado al casi desarrollo de una Superliga separatista (de la que el City era parte) y ha acelerado la necesidad de una regulación independiente del fútbol inglés». Llegados aquí, recuerda que «en febrero de 2023, cuando se presentaron los cargos, el presidente de La Liga, Javier Tebas, calificó a la máxima categoría inglesa de ‘mercado dopado». Esta escena la ilustra con una simpática foto en la que Tebas aparece llevándose literalmente las manos a la cabeza.

Aunque no hay un plazo formal, los expertos legales creen que el juicio llevará un mínimo de dos meses. Las posibles sanciones para el City dependen de la norma W.51 del manual de la Premier League, que incluye para estos casos «multas, pérdida de puntos, suspensión e incluso expulsión de la competición». Aunque la cláusula W.51.7 establece que la comisión ad hoc puede imponer «cualquier otra sanción que considere adecuada», lo que deja abierta incluso la posibilidad de que se le despoje al City de sus títulos.

Más allá de los detalles técnicos, el ambiente llevaba tiempo cargándose de electricidad… Y parece que la tormenta está comenzando a descargar. En junio, Roger Alton tituló en The Spectator con un contundente «No dejemos que el City estropee el fútbol de élite». Advertía de un contraataque del equipo legal del club que ha pasado desapercibido por el estruendo del famoso juicio: la demanda contra la Premier League para abolir las reglas APT que limitan el dinero que un propietario puede invertir en un club. Según Alton, «el pobre City dice que está atado por la ‘tiranía de la mayoría’ y que no puede inyectar tanto dinero como quisiera en el club. Si gana este caso (y sospecho que se llegará a un acuerdo para que desaparezcan los 115 cargos), todo el tejido de la Premier League podría verse desmoronado».

Porque, añade, «el jeque Mansour y su familia no quieren jugar contra el Sheffield United o el Luton Town: quieren jugar contra el Barcelona, ​​el Real Madrid, el Paris Saint-Germain o el Bayern de Múnich. Aunque no estoy seguro de que los aficionados estén tan entusiasmados: los fines de semana habituales en ciudades europeas caras no son muy beneficiosos para la tarjeta de crédito». En definitiva, concluye que, «a menos que se aplique algún elemento de juego limpio financiero, el fútbol inglés seguirá estando en manos de un puñado de clubes muy ricos». 

The Spectator, por cierto, no es ninguna publicación bolchevique. Al contrario, es la revista conservadora por antonomasia en el Reino Unido. Tampoco parecen muy contrarios al libre mercado los estadounidenses que manejan la muy próspera NFL de fútbol americano, y ya explicamos por aquí cómo han limitado la inversión de los fondos en sus equipos al 7,5% de su propiedad. 

Los inventores de la legislación antitrust fueron los estadounidenses… justo cuanto estaban creando el gran imperio capitalista que serían. Dice la web oficial de su Departamento de Justicia que las Leyes Antimonopolios, que se establecieron a finales del siglo XIX, «prohíben conductas anticompetitivas y fusiones que priven a los consumidores, contribuyentes y trabajadores estadounidenses de los beneficios de la competencia».

La cuestión, básicamente, consiste en que no llegue un tipo a un mercado, se haga con él aprovechando una superioridad coyuntural y cierre la puerta. Quedándose con la llave. 

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