THE OBJECTIVE
La otra cara del dinero

El partido de los 163 millones de euros y la clase media española

El Southampton ganó al Leeds la final por el último puesto de ascenso a la Premier League, que riega de dinero al ganador

El partido de los 163 millones de euros y la clase media española

Estadio de Wembley, Londres, Inglaterra; Final de fútbol del campeonato EFL, Leeds United versus Southampton; Joe Rodón del Leeds United. | Shaun Brooks, Europa Press

Ayer por la tarde se jugó un Leeds United-Southampton. Usted probablemente se lo perdió. Lo entiendo. A priori, no suena demasiado interesante. Dos equipos de la segunda división inglesa. Si es un poco friqui a lo mejor el Leeds le suena y sabe que perdió una final de la Copas de Europa en 1975 con el Bayern de Beckenbauer. Pero el Southampton …  

El partido se jugó en Wembley, la catedral del fútbol mundial, que acogerá en breve la final de la Champions, con el Real Madrid como favorito. El estadio estaba abarrotado, 90.000 espectadores bien regados de cerveza. Cosas de ingleses… Sí, pero ¿de verdad es para tanto? ¿Tanto se jugaban? 

El premio era el tercer puesto de ascenso a la Premier League. Los otros dos, Leicester e Ipswich Town, ya lo consiguieron tras encabezar la clasificación regular de la segunda división. Pero los organizadores del tinglado futbolero británico han añadido pimienta con un formato especial para la repesca: un playoff, como en España, pero con una gran final a partido único en el estadio de la selección nacional y las grandes celebraciones. 

Aunque cualquier cosa que se haga en Wembley sube automáticamente el nivel futbolero, las tremendas expectativas no tenían solo que ver con la gloria deportiva. Según un análisis del Sports Business Group (SBG) de Deloitte, estaban en juego unos ingresos futuros adicionales totales de más de 140 millones de libras esterlinas, unos 163 millones de euros, durante las próximas tres temporadas para el ganador. Además, si este consigue sobrevivir al descenso la próxima temporada en la élite, se transformarían en 355 millones de euros. 

Para equipos modestos, el subidón financiero es considerable. Incluye los aumentos estimados de los ingresos comerciales y de jornada de los propios clubes y de los que asegura la Premier League como organización, fundamentalmente por los derechos de televisión, pero también por unos montantes extra que llaman «de paracaídas», en caso de que desciendan en las dos campañas que vienen. 

Esta última cantidad no será tan alta este para los dos finalistas de los play-offs de este año, en caso de permanecer en la Premier para la temporada 2024-25. Tim Bridge, socio principal del SBG explica que «el premio no es tan importante como en años anteriores, ya que ambas partes han recibido recientemente los beneficios, incluida la recompensa financiera, que conlleva jugar en la máxima categoría». En cambio, el Ipswich Town, ascendido automáticamente, no ha competido en la Premier League desde la 2001-02. Es la primera vez desde la temporada 2011-12 que juegan la final de Wembley dos clubes ya reforzados con pagos «paracaídas».

En cualquier caso, Bridge cree «probable que continúe el debate sobre la distribución financiera en el fútbol inglés y su impacto en el equilibrio competitivo. La piedra angular del éxito del fútbol inglés ha sido la capacidad de todos los clubes para competir. Mantener el drama sin guion, perfectamente evidenciado en ocasiones como la final del playoff, es crucial tanto para los aficionados como para los clubes y los órganos rectores».

Al final el gato al agua se lo ha llevado el Southampton. Nada que le importe demasiado, en principio, a un aficionado español. Aunque a lo mejor el nombre se le cruza de forma más o menos desagradable este verano. Con semejante cantidad de dinero, los saints podrán quitarle ese jugador tan apetecible al club de sus amores, aunque este pertenezca a lo que se suele llamar «clase media» del fútbol español, que básicamente empieza después de los tres grandes.

La web Capology compara el gasto en salarios de las principales ligas del mundo. Los tres equipos más cicateros de la Premier el año pasado fueron el Burnley, el Sheffield United y el Luton Town. Así les ha ido: los tres han descendido esta temporada. Aunque no por ese orden en la clasificación: el último, el Sheffield, se gastó sus buenos 40,7 millones de euros; el penúltimo, el Burnley, se dejó todavía más en fracasar, 42,6 millones, y el que más cerca se quedó de la salvación, el Luton, solo 28,3 millones.

Hacemos el mismo ejercicio en LaLiga y vemos, en primer lugar, que los peores pagadores no han bajado a la segunda división: son Las Palmas (16,3), Osasuna (14,4) y Alavés (12,4). Pero lo más significativo es la enorme diferencia (más del doble) con sus equivalentes británicos.

Lo curioso es que, por arriba, la cosa no es que se iguale, sino que los poderosos de LaLiga le pasan la mano por la cara a los de la Premier. 

El Real Madrid se gastó la temporada pasada en sueldos 290,3 millones de euros del vellón; a bastante distancia se sitúa el Barça, con 219 millones, pero después de unos años de catastrófica gestión, como explicó hace poco Ramón Fuentes por aquí. Sigue el Atlético de Madrid con solo 149,1 millones… y después hay un tremendo escalón tras el que aparece el Sevilla, capaz de ganar siete Europa Leagues en dos décadas, con 71,5. En la mitad de la tabla de pagadores está el Getafe, con 28,4. 

En la Premier, el mejor pagador, el Manchester United, se queda en 230,8 millones. Pobres. Sus vecinos del City, con árabes y todo, bajan a 223,8. Y el Arsenal no llega ni a los 200: se queda en unos raquíticos 199,2. El cuarto, el Chelsea, que ha cambiado oligarca ruso por millonario estadounidense a los mandos, se queda en 179,9. O sea, lo que se gasta nuestro cuarto mejor pagador es el pico de lo que se gasta el suyo. En mitad de su tabla de gastadores está el Everton, con millones, más del triple que el Getafe.   

Ya explicamos por aquí cómo se reinventó el fútbol inglés tras la terrible crisis de los hooligans de los años 80, que llegó incluso a la expulsión de sus clubes de las competiciones europeas, y cómo el modelo de la LaLiga sigue (más o menos, con nuestras idiosincrasias a cuestas) la misma pauta, pero… muy por detrás. 

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