Franco, El Jincho y la realidad
«Necesitan resucitar fantasmas como Franco, porque eso siempre será más factible que solucionar los problemas reales de la gente»
Que en pleno siglo veintiuno decir lo que se piensa sea una de las actividades de más riesgo en las sociedades occidentales, es algo que no vio venir ni Franco, porque ese hombre fue muchas cosas, todas malas, pero no fue ni visionario ni vidente. Los que sí saben mirar para atrás es este Gobierno, que nos quiere llevar a lo peor del pasado, y a fe que lo está consiguiendo. Un presidente que lo ve todo en blanco y negro, como el toro de lidia. Al igual que este animal, sólo sabe embestir con su escaso conocimiento para hacer lo que debe y no lo que quiere. Lo que sí que ve muy bien es la muleta roja, que no se la quita de los ojos por mucha sangre que gotee de ella en la Venezuela que tanto le gusta al anterior presidente socialista del Gobierno, y que le compra toda su mercancía averiada. Un Zapatero que de tan «Maduro» se ha quedado pocho, podrido, como su falso talante.
Querer exponer tu libertad de expresión es hoy cosa de valientes. Vuelvo a releer la frase que antecede a esta y me avergüenza pertenecer a una sociedad que por primera vez en muchos años camina hacia atrás en este sentido. Y ahora no tenemos esa excusa perfecta de vivir bajo dictaduras, aunque haya quien quiera recordárnoslas por una nostalgia envidiosa de querer hacer igual las cosas. La libertad sólo la merece quien piense como yo, que tengo la inteligencia necesaria para saber valorarla. Si no piensas así serás un fascista, un ultraderechista, un machista, y muchas otras cosas que terminan en «ista». Todas menos masoquista, que se la quedan y se la apropian, como la batalla cultural. No debe ser fácil llevar encima el sufrimiento de levantar la bandera de un falso buenismo basado en algo tan vacío e impostado como la defensa de unas minorías que hace tiempo que están integradas por toda la sociedad y que la ley así lo avala. Necesitan resucitar fantasmas como Franco, porque eso siempre será más factible que solucionar los problemas reales de la gente, su calidad de vida, el precio de los productos en el supermercado, de la vivienda, las listas de espera de la sanidad pública. Problemas que antes eran los temas troncales de los llamados partidos progresistas, y que en algún momento han engañado a mucha gente, incluido un servidor. Pero este Gobierno y sus secuaces seguidores en las redes sociales prefieren sacar a pasear a Franco o meterse con un rapero español de ascendencia dominicana, y que ha triunfado en lo suyo gracias a su esfuerzo y talento. Se trata de El Jincho, un hombre que siempre fue de clase humilde y que no ha salido de su barrio de clase trabajadora de siempre, Orcasitas, en Madrid.
A los que sí que son fascistas no les ha gustado su última canción. Han decidido que la libertad de expresión del rapero acaba cuando ellos lo deciden. Simplemente no les gusta lo que dice. El Jincho no amenaza a nadie de forma violenta ni quiere imponer lo que dice sobre lo que piensen otros. Sólo quiere poder decirlo. Vuelvo a leer este párrafo y vuelvo a avergonzarme del retraso mental de nuestra sociedad. La canción se titula Punto de vista y la tiranía que ha comprado la basura woke no le ha gustado que alguien de barrio y al que suponen que debería ser de los suyos, haya despertado antes de que esa secta pudiera llevársele por delante.
La canción dice textualmente cosas como: «Hoy en día sólo hay un punto de vista. Si opinas de los inmigrantes eres racista. Si dices algo de las mujeres eres machista. España está cada vez peor, hay que ser realista. El rap es un movimiento social, no socialista. Yo soy anticomunista desde que empecé a leer. La mayoría vota por cobrar una pensión, y no piensan en el bien de la nación». Y esto es sólo una breve muestra de lo que dice El Jincho, un servidor les recomienda que la escuchen entera, pues dice verdades como puños. Puñetazos dados a un sector de la población muy duro con los demás, pero muy blanditos a la hora de encajar la realidad. Me dan la misma pena que ellos sienten por los demás.