THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Lo último: defender a las víctimas del terrorismo es de fachas

Me posiciono junto a Marilu Gutiérrez y Santiago Segura sobre las críticas sin sentido a su película ‘La infiltrada’

Lo último: defender a las víctimas del terrorismo es de fachas

La productora de cine María Luisa Gutiérrez. | Jesús Hellín (Europa Press)

Lo advertí aquí mismo hace dos semanas: La infiltrada, los premios Goya y lo políticamente incorrecto. Comparto despacho en la universidad Villanueva con el guionista y productor Fernando Hernández Barral, un grande en ese mundo. Para promocionar el Villanueva Showing Festival que dirige, invitó a un acto a la productora Marilu Gutiérrez, a quien yo tenía un montón de ganas de conocer porque, según me había contado Fernando, el proyecto había sido suyo desde la idea inicial. Charlé con ella en el escenario y pude comprobar su pasión por el cine y su felicidad por el éxito de la peli que ha llevado al cine, la historia de la única policía infiltrada en ETA.

Yo llevo años contando historias de infiltrados tan brillantes como Mikel Lejarza, alias El Lobo, Paco Lerena o Fernando San Agustín. Sé que una parte de la sociedad, una parte importante, siente verdadera admiración por el trabajo que han realizado, por haberse jugado la vida en defensa de unos ideales, sin esperar nada a cambio. De hecho, les había juntado a ellos y a la policía en mi último libro Líneas rojas.

Antes de empezar el acto en la universidad, vi a Marilu hablar con un gesto de cariño con Carmen Ladrón de Guevara, la abogada de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Se conocían, descubrí, porque la productora Bowfinger que Marilu comparte con Santiago Segura se había puesto en contactos con ella porque querían saber su parecer sobre la película.

En el escenario descubrí a una mujer aguerrida, segura de sí misma, soñadora, atenta, simpática por naturaleza. Investigándola, una deformación profesional, había descubierto que la productora más codiciada para entrevistas por todos los medios no se daba ínfulas de nada, cuando podía de sobra. No era solo la productora de la segunda película más taquillera del año 2024, también era la productora de Padre no hay más que uno 4, la que ocupa el primer puesto en este ránking anual.

Se destapa en los Goya

Después de conocerla, no me extrañó su discurso en la gala de los premios Goya, pero tampoco me extrañó la reacción de una parte del aforo y de un sector de las redes sociales. Defender el papel de la Policía y de los infiltrados que «arriesgan su vida» en defensa de la democracia y recordar a las víctimas del terrorismo es reivindicar a una parte de la sociedad que es políticamente incorrecta.

Pero convertirse en uno de los primeros personajes públicos del mundo de la cultura que dice lo que muchos pensamos sobre los hechos del pasado relacionados con el terrorismo, fue una osadía como la copa de un pino: «La memoria histórica también está para la memoria reciente de este país». Marilu imaginaba que con Pedro Sánchez presente en la sala, todo el mundo iba a entender con claridad su mensaje: ETA empezó a matar hace más de 50 años, y los pactos del Gobierno con Batasuna han impedido que se incluya a la banda terrorista en esa memoria histórica. Como si matar a 853 personas no supusiera la necesidad  de que toda la sociedad española estuviera volcada en esas víctimas, en los miles de heridos y en las decenas de miles de familiares y amigos que soportan en las mochilas de sus vidas el sufrimiento causado por una organización de desalmados.

Marilu reconoció que sin los éxitos de taquilla protagonizados por Santiago Segura –Torrente–, Bowfinger no habría podido llevar adelante una producción como La infiltrada. Segura había permanecido apartado de los focos en este tema, pero se hartó y con razón. Tras leer las opiniones de una bandada de críticos, estalló cuando empezaron a calificar el discurso como fascista: «O sea, defender a las víctimas del terrorismo, hablar de la situación de la agricultura y del campo y decir que las pelis taquilleras también son necesarias porque dan músculo a la industria para hacer todo tipo de películas, ¿eso es un discurso fascista como he llegado a leer? Iros a cagar». Pues eso.

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