Míriam Nogueras nos humilla porque puede
«La actitud de esta tipa es la propia de fascistas, y se basa en unos privilegios sustentados en una historia inventada»

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la portavoz de Junts per Catalunya, Míriam Nogueras. | Javier Lizón (EFE)
Miriam Nogueras volvió a humillar al Estado español el pasado martes. Es cierto que es algo que ya no es noticia porque se ha convertido en una costumbre que hemos aceptado. Una normalidad que explica nuestra sumisión como país a quienes quieren destrozarlo desde dentro. Y es que todos somos un poco culpables de que así sea. Creemos que con votar ya está todo hecho, pero es todo lo contrario, con ese acto es precisamente con el que estamos justificando que pasen cosas como las realizadas por la socia de extrema derecha de este gobierno sanchista. Cuando ustedes votan avalan un sistema que acepta partidos políticos cuyas principales premisas son romper España hasta separarse de ella, pero antes saquearla todo lo que puedan.
Partidos que se presentan a las elecciones generales, pero a los que sólo se les puede votar en sus comunidades autónomas, lo que hace que su gran porcentaje de voto en estos lugares les haga tener una gran representación a nivel nacional en el Congreso. Y tengan claro que los dos grandes partidos nacionales, «los dos monstruos», como me gusta a mí llamarlos, no van a hacer nada para cambiarlo. El partido sanchista porque los necesita como socios de gobierno para realizar sus infamias, y ya sabemos que el mal no mira con quien se asocia si puede seguir llevándolo a cabo en beneficio propio.
El Partido Popular porque sabe que es más fácil hacer política contra alguien que hacerlo de manera constructiva. Tener un enemigo común en esta sociedad une más que ver la vida de manera muy parecida. Pero para ello es necesario que ese enemigo nunca «muera» del todo. Mantenerlo con vida para que quien se revitalice sea el Partido Popular. Presentarse como quien quiere acabar con este tipo de partidos políticos, y como el único que puede llevarlo a cabo, pero una vez engañado el electorado cuidar a ese enemigo político como no harían ni con sus madres. Y es que muerto el perro se acabaría la rabia, y eso no les interesa. Eliminado el problema no te podrías presentar nunca más como solucionador del mismo como reclamo electoral. Un vacío de contenido difícil de llenar por su insustancialidad intrínseca.
Todo esto viene a cuento de que la maleducada de Miriam Nogueras volvió a no querer hacer declaraciones en el Congreso cerca de la bandera de España. Siente tanto asco y aversión por nuestra enseña, como un servidor por un alma tan sucia como la suya. La actitud de esta tipa es la propia de fascistas y extremistas, cuyo odio se basa en su bajeza moral y en unos privilegios que desea mantener sustentados en una historia tan interminable como inventada. Si Michael Ende la hubiera escrito no habría podido crear un personaje como el de la Nogueras, donde la realidad y la ficción sólo se parecen en el beneficio que saca de ambas.
La nacionalista de extrema derecha no quiso hacer declaraciones sobre el número de menores no acompañados extranjeros que le correspondía a Cataluña en una sala del Congreso donde había una bandera de España. Ella que vive de este país, que lo hace también su partido, y cómo no, esa excusa de ellos llamada Cataluña. Vivir a costa de lo que odias con todas tus fuerzas. Decidir lo que pasa en un país que si pudieran lo borrarían del mapa. Y esto nuestra democracia y nuestro sistema electoral lo ampara.
No creo que haya muchos países que acepten su autodestrucción y que sus leyes lo avalen. Que además de ser unos cornudos que no entraríamos en la Monumental de las Ventas, aunque la ensanchasen varias veces, nos apaleen y se rían de nosotros, convirtiéndonos en ciudadanos no ya de segunda en un país que sí consideramos nuestro, sino en ratas y cucarachas, algo aún más por debajo del subsuelo.
Pero algo sí que compartimos con esos animales tan desagradables, y es la capacidad de resistencia. Saben que no podrán romper España por mucho que lo intenten. Que nos humillarán todo lo que puedan. Que intentarán provocarnos un dolor insoportable. Se ve que ellos sí que desconocen nuestra historia. Una que sí se repite una y otra vez, donde nos sabemos una nación de ciudadanos libres, que nos pelearemos con nuestro hermano o vecino, pero que sabemos que tenemos una casa común que hay que cuidar, y así lo hacemos. Lo que no saben los que tratan de derruirla con sus martillazos, es que corren serio peligro de que se les caiga encima.