El purgatorio de Begoña Villacís
Nada más llegar a la redacción de THE OBJECTIVE pide un café cargado. Es el primero que se toma en todo el día, admite. Le gusta tanto la taza serigrafiada que se la pretende llevar a casa, y uno apenas opone resistencia. Begoña Villacís (Madrid, 1977) tiene un toque de hiperactividad nada disimulado, llega rápido y se expresa rauda. Tuvo poder, y ahora sin él, es más feliz. Se muestra preocupada por la tensión entre los españoles, y sigue siendo una romántica que cree en el proyecto de Ciudadanos. Ha pedido incluso que le suban la cuota. Luce un moreno que envidiaría hasta Julio Iglesias, moreno natural, despeja dudas. Se describe como profundamente ideológica, pero no sectaria ni tampoco dogmática. Ante ustedes, la ya expolítica Begoña Villacís.