Los expertos alertan de que el Plan Antitabaco de García no tiene evidencias científicas
La Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial votaba este jueves el texto. Las comunidades piden más tiempo
Expertos sostienen que el Plan Antitabaco de García no está basado en la evidencia científica. | EP
El Ministerio de Sanidad ya ha arrancado la maquinaría para poner en marcha su Plan Integral del Tabaquismo (PIT), que llevaba guardado en un cajón desde 2021. Este jueves, como adelantó THE OBJECTIVE, la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial se reunía para votar el texto que contempla la prohibición de fumar en terrazas y en el interior de los coches privados, incrementar los precios del tabaco o equiparar el cigarrillo electrónico al convencional. Sin embargo, finalmente, los técnicos de las comunidades autónomas se han presentado, pero no han votado porque han pedido más tiempo para presentar nuevas alegaciones y valorar nuevas evidencias científicas.
Una de las medidas más importantes y polémicas del borrador, al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, es la de equiparar el cigarrillo electrónico al convencional. El texto establece «regular la venta y el consumo de productos relacionados con el tabaco (con y sin nicotina)», así como «equiparar por ley la publicidad, promoción y patrocinio de productos relacionados y nuevos productos a la existente para productos del tabaco».
En este sentido, desde la Plataforma para la Reducción de daño por Tabaquismo, formada por medio centenar de médicos, científicos, catedráticos y especialistas en tabaquismo apuntan a este medio que con este plan, tal como está establecido, no conseguirán prevenir el inicio de consumo de tabaco y productos relacionados ni fomentará el abandono del tabaquismo.
Así lo ha confirmado a este medio el doctor Fernando Fernández, portavoz de la Plataforma, que considera un «error» la equiparación en términos de salud pública de lo que son las herramientas de reducción del daño del tabaco comparado con lo que es el tabaco de combustión. «Hay algunas actuaciones del Plan que no están basadas en la evidencia científica y, de hecho, algunas asociaciones, como la Asociación Española contra el Cáncer, dicen que hay que proteger en cuestión de venta, pero en ningún momento habla de equiparar el cigarrillo electrónico a los productos de combustión. Son una herramienta de reducción del daño, y como tal se debe contemplar», justifica el Dr. Fernández, teniente coronel médico del Cuerpo Militar de Sanidad y especialista en cirugía oncológica en el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla de Madrid.
El especialista aboga por huir de medidas prohibicionistas y defiende explicar a los jóvenes que estos nuevos productos están pensados solo para fumadores. «Si en vez de enfocarlo desde un punto paternalista y prohibicionista, explicáramos que son productos pensados para dejar de fumar, los niños y los adolescentes entenderían que son una herramienta farmacológica, una herramienta terapéutica. Y lo mismo que no compran chicles o parches de nicotina porque entienden que son un producto para dejar de fumar, tampoco comprarían un vapeador o un cigarrillo electrónico».
Los casos de Reino Unido y Suecia
Además, el oncólogo señala que el último estudio de Cochrane, la máxima autoridad en revisiones bibliográficas a nivel internacional, recoge que los dispositivos de liberación de nicotina inhalados, es decir, los vapeadores y cigarrillos electrónicos, «son tan útiles como la farmacología para deshabituación tabaquismo».
Ejemplos de ello, apunta, son el Reino Unido y Suecia. Este último es el país de Europa con menos consumo de tabaco (5%, frente al 24% de España –nueve millones de fumadores–) y cáncer de pulmón (17,7 casos por 100.000 habitantes. España registra 29 casos por cada 100.000 habitantes). El segundo país a la cabeza es Reino Unido (con un consumo del 13%), donde desde 2016 sus médicos de familia «promocionan» a sus pacientes fumadores que hagan el cambio al cigarrillo electrónico.
De esta forma, para el Dr. Fernández, portavoz de este grupo de alrededor de 50 expertos en reducción del daño del tabaco, que abogan porque España avance en la lucha contra el cigarro «apostando por iniciativas innovadoras que ya están mostrando gran efectividad», ignorar lo que ya funciona en otros países es solo por una cuestión «ideológica»: «Hay que mirar fuera para ver qué es lo que están haciendo otros países, aprender de ellos y no centrarnos en posiciones ideológicas, sino dar un paso adelante, ser valientes y empezar a escuchar a la ciencia».
«Hay que evitar el prohibicionismo»
Por otro lado, según se desprende del borrador, el Plan Integral del Tabaquismo (PIT) contempla aumentar los espacios libres de humo aumentando perímetros en los que fumar estuviera prohibido, como terrazas o paradas de autobús. El texto también incluye la adopción de las iniciativas ‘Playas Sin Humo’, y propone vetar el tabaco en el interior de los vehículos privados cuando viaje un menor o una embarazada. Esta última, una medida, en palabras del doctor Fernando Fernández, «utópica». «Es trasladar a la Policía un problema de salud pública. El trabajo de educación no se le puede adjudicar a la Policía. Hay que educar en los núcleos familiares».
En la actualidad, el tabaquismo es la principal causa de muerte prematura en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, el consumo de tabaco provoca cerca de 63.000 muertes anuales, el 21% de ellas en menores de 65, siendo la segunda sustancia psicoactiva más consumida en el país (39,0%), después del alcohol (76,4%), según Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (Edades 2022). En relación a la prevalencia del consumo diario de tabaco, el 33,1% de las personas ha fumado tabaco a diario en los últimos 30 días, según el informe.
