¿Qué importancia tiene el sueño en los niños?
Se derivan sendos beneficios de un correcto descanso nocturno en los niños, sobre todo en días de colegio. Interiorizando unos correctos hábitos de sueño son menos susceptibles al cansancio, estrés e irritabilidad.
En la actualidad, se realizan estudios vinculados con la neurociencia que permiten conocer más en profundidad la importancia del sueño en la persona. Por este motivo, puede aseverarse que durante el sueño se «facilita el mantenimiento neuronal, la neurogénesis (Guzman-Marín, Suntsova, Methippara, Greiffenstein, Szymusiak y McGint, 2005), así como el aprendizaje y la memoria (Huber, Ghilardi, Massini y Tononi, 2004) y la plasticidad cerebral».
Fernanda Rodríguez Muguruza, psicóloga infantil y juvenil, máster en psicología de la educación y especialista en dificultades de aprendizaje y trastornos del neurodesarrollo, sostiene que el sueño es indispensable para un buen desarrollo tanto a nivel físico, cognitivo como emocional. Es importante, sobre todo, cuidar el sueño en la infancia. La experta adiciona que muchos trabajos evidencian que los escolares que tienen un correcto descanso tienen más oportunidades de aprender mejor y regular sus emociones. Esto es, la falta de sueño podría generar: problemas de aprendizaje, desmotivación, falta de concentración, dificultades en la memoria y estrés, entre otros.
Para no obviar la calidad del descanso, la psicóloga experta en infancia, argumenta que es necesario tener una rutina establecida, evitar la exposición excesiva a las pantallas, regular las comidas, tener un buen ambiente para el descanso, practicar actividad física y relajarse antes de dormir.
La rutina no supone una solución a los problemas de sueño, aunque ayuda a los menores a comprender el tiempo y regular su comportamiento. Lorena Romero Sanisidro, pedagoga y maestra de educación infantil y primaria, afirma haber conocido a muchos bebés y niños, de entre 0-3 años con problemas con el sueño. La mayoría de las familias, en niños sin patologías, que conseguían tener una rutina diaria, lograban conciliar el sueño más rápido y el descanso era de calidad, algo que, para la profesional, no solo beneficiaba a los niños, sino también a los progenitores.
Romero Sanisidro describe que los padres en su trabajo llegaban a asombrarse cuando lograban que tantos niños durmiesen a la vez y juntos; incluso el pasarse unos minutos del tiempo habitual suponía que llegasen a dormirse durante la comida. Algunos necesitaban un objeto para conciliar el sueño, como: un muñeco, un chupete, una gasa, etc.; otros, al principio, llegaban habituados a canciones, el contacto con el padre o la madre… y al entrar en la escuela se hacían sus normas.
La profesora relata que resultaba inequívoco qué niño no se había dormido a su hora la noche anterior por el estado en que se encontraba: sus llantos, su nerviosismo o enfados…, denotaban no ser el niño con el que frecuentemente trataban.
El ambiente adecuado antes de ir a dormir logrará un estado emocional de calma
«Las formas de mejorar el sueño de los niños depende de la etapa en la que se encuentren». Esta afirmación la despeja Beatriz Goich Salinas, psicóloga de la primera infancia y especialista en sueño infantil. La profesional pone en claro la importancia de la lactancia materna y el colecho en los primeros años de vida del bebé. La psicóloga describe que, a partir de los tres meses, la luz y oscuridad son elementos que influyen en el establecimiento de las rutinas, que se consolidan a los seis meses, aunque pueden variar en cada familia.
La experta recomienda una rutina de despedida de familia y juguetes en la noche. La televisión y juegos muy activos no se recomiendan hasta dos horas antes de que el niño se acueste.
La especialista en sueño infantil quiere desterrar un mito que consiste en que los niños no duerman siestas, deduciéndose de ello un mejor descanso nocturno al sentirse más cansados. Goich Salinas aclara que un niño de entre 0-4 años durmiendo su siesta diurna dormirá mejor en la noche.
Para los niños que asisten al colegio, antes de irse a dormir, se recomiendan juegos tranquilos en familia como ver cuentos o pintar y que no impliquen esfuerzo físico. Y subraya que no es positivo darle melatonina (medicamento) para dormir, sino cambiar los horarios de sueño y en caso de no mejorar, contactar con el pediatra o un asesor en sueño.
Según Goich Salinas, las consecuencias en los niños por dormir mal pueden ir desde déficits cognitivos, aumento de la ansiedad, impulsividad o ideación suicida.
Acompañándolos de una manera respetuosa y evitando que lloren en las noches, aprenderán poco a poco a dormir solos y así se evitará que cuando sean mayores aparezcan patologías del sueño.
Varias hormonas relacionadas con el crecimiento se sintetizan y liberan durante el sueño. Lucía Sabbione Angeloni, médica pediatra y dermatóloga infantil, expone que la falta de sueño puede influir negativamente en la dinámica y organización familiar y el comportamiento social, dado que partes del cerebro que controlan las emociones se relajan durante las fases de descanso.
La doctora certifica que el sueño fortalece el sistema inmune y la falta del mismo puede aumentar el riesgo de cefaleas, sobrepeso, hipertensión y diabetes.
Cada niño es diferente y el número de horas de sueño que necesita varía en función de su edad. Para la pediatra, el número aconsejable de horas de sueño, incluyendo siestas, para niños es el siguiente:
- 0 – 2 meses: 15 – 18 horas.
- 2 – 12 meses: 14 – 15 horas.
- 1 – 3 años: 12 – 14 horas.
- 3 – 5 años: 11 – 13 horas.
- 5 – 12 años: 10 – 11 horas
- 13- 18 años: 8 – 10 horas.
Paloma Cabaleiro Fernández , doctora en psicología clínica e infanto-juvenil, experta en neuropsicología y consultora EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing o desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) en niños y adolescentes, confirma que es necesario mantener unos buenos hábitos de higiene del sueño para que se produzca un desarrollo saludable en los niños.
La experta en neuropsicología indica que el sueño se aprende, exceptuando casos en los que se da algún problema de salud como: el sonambulismo, el síndrome de apnea obstructiva o el síndrome de piernas inquietas, entre otros.
Cabaleiro Fernández mantiene que, con un buen descanso, el menor presentará una mayor calidad atencional y con ello los procesos de almacenaje de información y recuperación de la misma se producirán convenientemente. La especialista en psicología conviene que serán niños más alegres y con una mayor tolerancia a la frustración. Tener dificultades para conciliar el sueño puede causarles trastornos de conducta y de aprendizaje en algún momento de su desarrollo.
La profesional manifiesta que el ambiente que creen sus padres, puede favorecer a los niños para que se duerman en un estado emocional de calma, relajación y afecto.
En cuanto a las rutinas, Cabaleiro Fernández enuncia que son necesarias que los menores se acuesten y levante aproximadamente a la misma hora, con una variación de no más de una hora los fines de semana.
La profesional precisa que se están perdiendo momentos para dedicar tiempo a la familia a la hora de la cena. Generalmente cada miembro de la familia cena a una hora o se le da de cenar a los niños primero y luego los padres, con la consiguiente celeridad para la actividad lúdica y de conexión con los niños, «algo que hace que aumente el nivel de estrés y la probabilidad de riñas y enfados para intentar que los menores se acuesten pronto y los padres puedan tener un tiempo para ellos».