'Autolesión digital': la peligrosa práctica en las redes que se relaciona con el suicidio juvenil
Los adolescentes que alguna vez se han autoinfligido daño en internet tienen entre nueve y 15 veces más probabilidades de haber intentado quitarse la vida
Bullying, ciberacoso, abuso, violencia verbal… son conceptos que tristemente hemos ido incorporando a nuestra idiosincrasia, de forma paulatina pero constante, por costumbre, por abrasión. A esas terribles prácticas, especialmente prolíficas entre niños y adolescentes, ahora se suma otra tan peligrosa como desconcertante: ‘la autolesión digital’. Esta actividad tiene lugar cuando un sujeto publica insultos, amenazas, desprecios o comentarios dañinos en las redes sociales. Algo desoladoramente habitual, a priori.
Pero, entonces, ¿qué tiene de novedoso con respecto a todo aquello a lo que ya estamos insensibilizados? Pues que la persona que lleva a cabo esa violencia digital lo hace contra sí misma y desde perfiles anónimos. Un hecho que, aunque a simple vista pueda parecer descabellado, no es más que el fruto natural del imparable proceso de evolución inherente al cambio de los tiempos. Las nuevas tecnologías y la descomunal influencia de las redes sociales han condicionado por completo nuestra forma de comunicarnos, de interactuar… e incluso de expresar nuestras emociones.
Autolesión digital y suicidio
Concretamente, la autolesión digital se define como la publicación, el envío o el intercambio en línea de contenido dañino sobre uno mismo de forma anónima. Cualquier tipo de autolesión, ya sea física o digital, como en este caso, «es un daño que una persona se autoinflige a causa de un acontecimiento emocionalmente perturbador», explica en declaraciones a THE OBJECTIVE Bárbara Zapico, psicóloga especialista en terapia infantil.
Pese a que esta corriente aún no goza en nuestro país ni de la implantación, ni de la repercusión social ni mediática suficientes como para ser abordada de manera específica, un reciente estudio conjunto de tres universidades estadounidenses ha determinado la existencia de una relación directa entre la autolesión digital y el comportamiento suicida.
Desde la Florida Atlantic University (FAU) recalcan que el suicidio es la principal causa de muerte entre jóvenes de diez a 19 años de los Estados Unidos, solo por detrás de los accidentes de tráfico. Una problemática social que requiere de un abordaje intensivo, orientado principalmente a la identificación de los factores predisponentes que faciliten su tratamiento psicológico y su prevención.
Con ese objetivo, se desarrolló un estudio para averiguar si la participación en dos indicadores diferentes de autolesión digital podía estar vinculada con pensamientos e intentos de suicidio en el último año. Para ello, los investigadores de la FAU, de la Wisconsin-Eau Claire y de la Florida International University seleccionaron y encuestaron a una «gran muestra» de estudiantes de secundaria y preparatoria de 12 a 17 años en Estados Unidos.
Los responsables de la investigación consideraron que si las formas tradicionales de autolesión (cortarse, quemarse o golpearse) están vinculadas a los pensamientos y a los comportamientos suicidas, muy probablemente también se presentaría alguna relación con la autolesión digital.
Mayor riesgo de suicidio
Los resultados del estudio, publicados en la revista Child and Adolescent Mental Health, revelaron que aproximadamente el 9% de los adolescentes reconocieron haber publicado de forma anónima en las redes algún tipo de contenido negativo sobre ellos mismos, mientras que alrededor del 5% además afirmó haberse ciberacosado de forma continuada desde el anonimato. Según Zapico, estas formas de comportamiento, igual que la autolesión física, principalmente persiguen «liberar el dolor emocional» que padece la persona, aunque para ello deba flagelarse públicamente.
Con respecto a las tendencias suicidas, en torno al 8% de los encuestados admitieron que habían pensado seriamente en intentar quitarse la vida en el último año, mientras que el 5,3% desveló que habían intentado suicidarse durante ese periodo de tiempo.
Sin embargo, los datos más reveladores, y que verdaderamente prueban la certeza de la hipótesis inicial de los investigadores, son los que evidencian que las personas involucradas en autolesiones digitales presentaban entre cinco y siete veces más probabilidades de haber considerado el suicidio, y entre nueve y 15 veces más probabilidades de haber intentado quitarse la vida. Estos comportamientos deben considerarse como una «alarma», como un «indicador» de que las personas que los llevan a cabo «están sufriendo» y que se debe indagar en «sus motivaciones», comenta a este digital Eduard Dabra, psicólogo especialista en depresión y problemas conductuales.
Sameer Hinduja, profesor de la Facultad de Criminología y Justicia Penal de la FAU y participante en el estudio, declaró que habían identificado «una fuerte asociación entre las autolesiones digitales y las tendencias suicidas». Hinduja, también director del Cyberbullying Research Center y profesor asociado de la Universidad de Harvard, considera «imperativo» que los profesionales de la salud evalúen las autolesiones digitales para poder atender los problemas de salud mental subyacentes entre los jóvenes que pueden manifestarse antes o junto con las tendencias suicidas.
La orientación sexual, un factor determinante
No se identificaron diferencias relevantes por razón del sexo y la raza de los estudiantes encuestados. Sin embargo, sí que se encontraron desigualdades muy llamativas en función de la orientación sexual. Los adolescentes no heterosexuales presentaron casi el triple de probabilidades que los heterosexuales de haber pensado seriamente en el suicidio (24,4% frente a 6,9%), y más del doble de haber intentado decididamente acabar con su vida (10% frente a 4,9%).
Se trata de una diferencia lo suficientemente significativa como para aseverar que los jóvenes que no cumplen con la arcaica concepción de lo sexualmente ‘normativo’, incluso hoy en día deben lidiar con la pesada y perenne lacra de la discriminación social y el desprecio sistemático. Esta falta de aceptación, según muestran los datos del estudio, se manifiesta a través de comportamientos o actitudes autodestructivas, descenso de la autoestima y, en casos extremos, en intento de suicidio.
«Está claro que los jóvenes que se infligen autolesiones digitales tienen muchas más probabilidades de pensar o intentar suicidarse en comparación con sus compañeros que no se autolesionan digitalmente», destacó Hinduja. «Al considerar el marcado aumento de la tristeza y la desesperanza entre los adolescentes de Estados Unidos en los últimos diez años, nuestros hallazgos sirven como otro indicador que refleja un empeoramiento de su estado de salud mental», concluyó.
Aumentan los casos de autolesiones en España
La autolesión cada vez se está afianzando más como una forma de gestionar el malestar en ausencia de respuestas adaptativas ante situaciones dolorosas, llegando, en muchos casos, a causar la muerte, según han alertado los expertos de la Clínica López Ibor. En este sentido, Bárbara Zapico advierte en THE OBJECTIVE que «la autolesión física no solo es cortarse o golpearse», sino que puede ir «desde beber a fumar en exceso», adoptando cualquier forma de autodestrucción.
Aunque la experta señala que estas manifestaciones se producen «sobre todo en adolescentes», también aclara que la edad no es un factor determinante. Estas personas sufren un dolor emocional «tan sumamente grande y profundo» que a veces «lo único que pueden hacer para que ese dolor cese» , afirma Zapico, es «infligirse daño físico».
La desesperanza, la frustración por la imposibilidad de cumplir con las inalcanzables expectativas autoimpuestas, la constante comparación con figuras y referentes idealizados, o la imperiosa necesidad de éxito y aprobación, que asoma amenazante por cada esquina de este monstruo social que hemos ido alimentando a base de ego e indiferencia, son algunas de las causas que han motivado el incremento de las autolesiones y el suicidio.
A este respecto, la psicóloga de la Clínica López Ibor, Concepción Hernández Martín, destaca «el cambio de valores que se está produciendo generacionalmente, la frivolidad que hace que la imagen sea tan importante, o el acoso y la violencia, que se convierten en disparadores de conductas que en ocasiones no tienen marcha atrás».
Una labor de visibilización
Además, Hernández asegura que «cuanto más se visibilice la autolesión o el suicidio en la sociedad, cuanto más se hable de prevención, de pedir ayuda, más podremos frenar esta plaga que se va instaurando en todos los estratos sociales. Es importante transmitir que hay gente que puede ayudar, tanto a nivel profesional como a nivel personal, podemos buscar un amigo o un familiar a quien contarle el dolor, pero es fundamental buscarlo en aquellas personas que estén emocionalmente disponibles».
Desde una perspectiva más específica y concerniente al tratamiento psicológico, la especialista en psicología infantil consultada por este diario precisa que la mejor respuesta para abordar esta clase de comportamientos es desarrollar con el paciente una serie de conductas «más adaptativas», a través de las cuales «pueda proyectar su angustia» sin peligro para sí mismo y para los demás.