Estos son los efectos secundarios (negativos) de la ansiedad
La garganta, el hígado o los pulmones son algunos de los órganos que más se resienten con este trastorno
Que las enfermedades, tanto físicas como mentales, afectan al cuerpo no es algo desconocido. Sin embargo, muchas veces se olvida que las afecciones físicas sin aparente causa pueden tener su origen en un trastorno mental. La ansiedad y el estrés son cada vez más comunes en la población española, en personas de diferentes edades, y puede somatizarse de diferentes formas provocando síntomas a nivel físico.
En The Objective explicamos diez aspectos de la salud que suelen verse afectados en personas con cuadros de ansiedad y estrés constante.
Síntomas que provoca la ansiedad
- Problemas de garganta
Las situaciones de estrés suelen provocar de forma inmediata que la voz se vuelva más ronca. Al tener ansiedad, los fluidos se desvían hacia zonas fundamentales del cuerpo, lo que hace que aparezcan espasmos en los músculos de la garganta. Esto, a su vez, produce tensión y rigidez, resecando la garganta y dificultando el poder tragar.
- Reacciones del hígado
Cuando el cuerpo está pasando por una época de estrés y ansiedad, el sistema suprarrenal produce una cantidad excesiva de la hormona del estrés llamada cortisol. Al producirse esta hormona, el hígado produce más glucosa, el azúcar energético de la sangre que se ocupa de las reacciones naturales del cuerpo. Para la mayoría de personas, esta cantidad extra de azúcar en sangre se puede absorber sin problemas. Sin embargo, para quienes tienen riesgo de sufrir diabetes, este azúcar adicional podría traer problemas de salud.
- Reacciones cutáneas
El sudor frío o el enrojecimiento de las mejillas, provocados por un cambio en el flujo sanguíneo, son una respuesta inmediata del cuerpo ante una situación de estrés. Cuando una persona experimenta ansiedad, el sistema nervioso simpático envía más sangre a los músculos, lo que podría acelerar el envejecimiento de la piel. Algo que también puede ocurrir es la transpiración y hasta un aumento de la histamina, que pueden llegar a dar lugar a inflamaciones.
- La actividad del bazo
La ansiedad no solo afecta a órganos como el cerebro o el corazón, que son los primeros que vienen a la mente al hablar de este trastorno; también influyen en el bazo e incluso en las células sanguíneas. Ante una situación de estrés y con el fin de distribuir más oxígeno en el cuerpo, el bazo libera glóbulos rojos y blancos adicionales. El flujo sanguíneo también aumente entre un 300 y un 400% durante este proceso, a modo de preparación del resto del cuerpo frente a las necesidades añadidas.
- Tensión en los músculos
Al empezar a sentir la ansiedad, el cuerpo se tensa de forma natural y crea presión en los grupos musculares más amplios. El estrés y la ansiedad crónicos suelen aumentar esta tensión, lo que puede dar lugar a dolores de cabeza, rigidez en los hombros, dolor de cuello e incluso migrañas.
- Corazón
Las personas que padecen ansiedad y estrés crónicos tienen un riesgo mayor de sufrir problemas cardiovasculares debido al aumento constante del ritmo cardíaco, a la elevada presión sanguínea y a la sobreproducción de cortisol. El estrés a largo plazo también está relacionado con la hipertensión, la arritmia, los derrames y los ataques al corazón.
- Los pulmones
Diversos estudios han demostrado el vínculo entre la ansiedad y el asma. Las personas que padecen esta última también tienen una probabilidad mayor de experimentar ataques de pánico.
- El cerebro
La reacción más común ante la ansiedad es la respuesta psicológica a la misma. Afecta a determinadas áreas del cerebro que influyen en la memoria a largo y corto plazo y en la elaboración de sustancias químicas, lo que puede dar lugar a un desequilibrio. Además, el estrés crónico puede mantener activo de forma constante el sistema nervioso, lo que a su vez puede afectar a otros sistemas del cuerpo. Esto puede provocar reacciones físicas, como la fatiga y el desgaste entre otras.
- Sistema inmunitario
El estrés constante puede provocar estragos en el sistema inmunitario, debilitando sus funciones. Algunos estudios han descubierto que descubierto que cuando una persona está estresada también tiene más posibilidades de acatarrarse, además de ser más susceptibles a las infecciones y a la inflamación.
- Estómago
El estrés crónico y extremo también puede provocar efectos a largo plazo en los intestinos y en la absorción de nutrientes, lo que puede causar, a su vez, ardores, hinchazón, diarrea y a veces incluso la pérdida del control de los esfínteres. También a largo plazo puede alterar el metabolismo, lo que puede derivar en sobrepeso e incluso obesidad. La liberación constante de cortisol en el flujo sanguíneo puede reducir, además, la sensibilidad a la insulina.