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¿Qué pasa si como anacardos crudos?

Aunque los frutos secos son saludables, hay que tener en cuenta una serie de indicaciones a la hora de tomarlos

¿Qué pasa si como anacardos crudos?

Anacardos tostados | Pixabay

Uno de los frutos secos más consumidos es el anacardo. Este es un multivitamínico en potencia, por lo que tiene un gran valor nutricional. A pesar de que el 50% de su composición son grasas, estas son de buena calidad y saludables, por lo que el anacardo es considerado como uno de los frutos secos más saludables para el colesterol.

No obstante, hay algo que la mayoría de la gente desconoce. Los anacardos que llegan a los hogares nunca son crudos, sino que siempre han pasado por un procesado previo que hace falta para asegurar que su consumo no sea peligroso. Esto es porque los anacardos crecen en los árboles de la especie Anacardium occidentale, la misma que la hiedra.

Por ello, el producto a consumir es en realidad el fruto de esta especie arbórea, o más concretamente, los extremos de la fruta del anacardo. El fruto seco, realmente, crece dentro de las cáscaras grises de esta fruta. Los anacardos contienen una concentración muy alta de urushiol, especialmente en la zona de la cáscara, que es potencialmente mortal. Además, pueden llegar a provocar quemaduras, picazón y hasta ampollas.

El proceso para hacer los anacardos comestibles

Es por este hecho que el procesado pasa por tostarlos (o bien al sol o a través de métodos industriales). Esta es la forma de eliminar gran parte del urushiol, aunque no acaba con todo. El siguiente paso es quitarles la cáscara, secarlos a conciencia y pelarlos.

Después de que el proceso de manufacturación esté a punto de terminar, vuelven a pasar por un proceso de tostado. Esto tiene como objetivo el darles algo más de sabor, así como poder eliminar el urushiol que pueda quedar en los frutos. Este es muy sensible al calor y, por tanto, se descompone.

Por tanto, hay que tener claro que los anacardos que están en circulación en el mercado son completamente seguros para el consumo humano. Es por ello por lo que siempre se tuestan de diferentes formas y a altas temperaturas, eliminando cualquier rastro de urushiol que pueda quedar en su cáscara.

Cómo no comer los frutos secos

Diferentes tipos de frutos secos.
Diferentes tipos de frutos secos. Foto: Pixabay

A la hora de consumir los frutos secos, lo habitual es hacerlo en raciones que no superen los 30 gramos de peso. Es decir, un puñado pero no demasiado grande. Sin embargo, el problema está en no tener en cuenta que este tipo de alimentos tienen una densidad energética alta, lo que supone muchas calorías.

Un ejemplo sería comer 100 gramos de nueces, que suponen 7oo kcal. Otro caso sería el de los considerados más ligeros, como las almendras y los pistachos, que están en torno a unas 550 kcal. En los tres casos son cantidades que tienen un nivel calórico muy elevado. Siguen siendo saludables, siempre que no haya un abuso de ellas, claro, pero altas.

No obstante, el gran problema que hay que evitar a la hora de consumir los frutos secos es engañarnos a nosotros mismos. La más común de estas ‘trampas’ es consumir estos productos tostados o fritos (el segundo caso es peor que el primero). Esto supone añadir calorías extra a unos productos que ya de por sí tienen un contenido calórico alto. Aún así, en caso de tener que optar por alguna de estas opciones, son mejores aquellos que solo estén tostados, frente a los fritos o los que llevan miel o azúcar.

Por último, también existe el problema de consumirlos con demasiada sal. Puede ser que un fruto seco tostado no lleve un aporte extra de grasa, pero al salarlo o consumirlo salado va a aumentar la ingesta de sodio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha advertido en numerosas ocasiones sobre la recomendación de no superar los cinco gramos de sal al día. Las sociedades europeas superan siempre esta cantidad, estando el consumo diario en España alrededor de los nueve gramos.

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