Estos son los síntomas del síndrome de intestino irritable que deben ponerte en alerta
Este trastorno es crónico y sus causas son aún desconocidas, por lo que no existen tratamientos para erradicarlo
El síndrome del intestino irritable (también conocido como SII o IBS, por sus siglas en inglés) es un trastorno intestinal crónico. Afecta, en concreto, al funcionamiento normal del intestino, lo que provoca síntomas como dolor abdominal, hinchazón, estreñimiento e incluso diarrea. Además, puede dar lugar a cambios en la frecuencia y consistencia de las evacuaciones. Por último, también es frecuente que aparezca hinchazón abdominal, sensación de plenitud después de comer y otros síntomas como náuseas, vómitos, acidez, fatiga y problemas para dormir.
Este síndrome suele ser crónico y sus síntomas recurrentes; tienen también unos criterios temporales de duración y de intermitencia que son clave para su diagnóstico. La causa del síndrome del intestino irritable no está clara. Sin embargo, una de las opciones es que «puede estar relacionado con problemas en la comunicación entre el cerebro y el intestino (lo que se ha denominado eje intestino-cerebro)». Así lo explica el director médico y fundador de IDI-Instituto Digestivo, Diego Sánchez Muñoz.
«Esta comunicación es la base de que alteraciones en el intestino puedan provocar secreción de hormonas y mediadores intercelulares a nivel cerebral, y ciertas alteraciones del estado de ánimo, como la ansiedad o la depresión, pueden hacer que se modifique el funcionamiento a nivel intestinal, con lo que se promueve un mecanismo de ‘círculo vicioso’», añade el experto en el aparato digestivo.
El ser un trastorno cuyo origen no es claro supone que no haya un tratamiento curativo para el mismo. Por ello, aunque sí que existen fármacos recetados para quienes lo padecen, estos suelen estar orientados a manejar los síntomas. No hay forma de erradicar la dolencia en sí.
La dieta y el síndrome del intestino irritable
Algunas personas que padecen este síndrome pueden aliviarlo al reconocer qué alimentos suelen ser más propensos a desencadenar los síntomas, y por tanto, evitarlos. Los que pueden ser más problemáticos, según Sánchez Muñoz, son aquellos «altos en grasas, cafeína, alcohol, fibra, lactosa y fructosa».
Además, «ciertas dietas específicas, como la dieta baja en FODMAP, ha demostrado que alivia los síntomas del SII en algunos pacientes. Sin embargo, esta dieta es difícil de seguir en el medio y largo plazo debido a sus restricciones, y puede cometerse el error de sufrir déficits nutricionales».
Es por esto que el doctor explica cómo, desde el Instituto Digestivo, aconsejan «el manejo conjunto de estos pacientes, no solo con psicólogos, sino con nutricionistas con experiencia en el manejo de estos pacientes». En cuanto a la dieta a seguir, aconseja que sea rica en fibra. No obstante, hay que vigilar que esta no sea de los tipos que intensifican los síntomas.
Relación con las estaciones y el estado emocional
«El SII y el estado emocional están estrechamente relacionados», sentencia el especialista. Los problemas emocionales o trastornos como el estrés, la ansiedad o la depresión pueden, por tanto, empeorar los síntomas. Además, también pueden ser los responsables de que aparezca el síndrome del intestino irritable.
Pero esto es un camino de dos direcciones: «A su vez, los síntomas del SII, como el dolor abdominal, la diarrea o el estreñimiento, pueden aumentar la ansiedad y el estrés, creando un ciclo de retroalimentación negativa (a través del mencionado eje intestino-cerebro)». Es decir, los cambios en uno de estos órganos afectan, de forma inevitable, al otro.
Consejos para quienes sufren este problema
El doctor destaca que, en primer lugar, «los pacientes deben ser grandes conocedores del SII»: «Saber en qué consiste, cuales son sus síntomas, cómo puede manejarse y, por supuesto, explicar muy bien la cronicidad y la intermitencia del mismo, así como su relación con la dieta y con los aspectos emocionales».
Por último, Sánchez Muñoz resalta la importancia de no temer a esta enfermedad. Es decir, quienes padezcan síndrome del intestino irritable deben poder detectar los síntomas de alarma y consultar todas las dudas que les puedan surgir, pero no caer en el miedo a la patología.