'Marketing' patriótico: una espada para Carlos III a cambio de Gibraltar
Aprovechando la visibilidad de la coronación, una empresa turolense le envía al rey de Inglaterra una espada de Felipe V acompañada de una reivindicación territorial
Los glamures varios que rodean estos días a Carlos III acaparan la atención de un mundo aún no (se ve) tan contemporáneo como creíamos. Tanta modernidad, tanto ChatGPT para quedarnos embobados por el boato que rodea la coronación del rey de Inglaterra y de (cada vez menos) otros sitios. Al calor de tal fascinación, alguna que otra empresa avispada aprovecha el tirón para hacer mercadotecnia. ¡Que no marketing, voto a bríos! Porque el ejemplo más curioso lo ha protagonizado la muy castiza Aceros de Hispania.
Esta empresa, que lleva más de 23 años compitiendo con Amazon desde la pequeña localidad turolense de Castelserás en la comercialización y distribución online a más de 100 países de cuchillos, navajas, espadas y demás artefactos pergeñados con el noble propósito de herir la carne enemiga, le ha hecho llegar a «su Majestad el Rey» [sic, refiriéndose al inglés, en concreto] una espada cuyo acero «refleja la forma en que el Peñón de Gibraltar fue robado por los ingleses y cómo los españoles confían en el cariño del anterior Príncipe de Gales por España, y que ha expresado durante sus vacaciones con la difunta princesa Diana en Palma de Mallorca, para la devolución del Peñón que fue ilegalmente ocupado por el Reino Unido durante el siglo XIX».
El tono de la explicación por Aceros de Hispania de la operación/brillante acción de mercadotecnia recuerda la narración por Federico Trillo de la reconquista del islote Perejil «al alba y con viento duro de levante». Dice así la nota de prensa: «Esta semana se recibía un paquete en el rascacielos Torre Espacio de 236 metros de altura en Madrid, sede de la Embajada del Reino Unido en España, a la ATT. de Su Excelencia Hugh Stephen Murray Elliott, que contenía una carta de reivindicaciones y la espada de Felipe V [suponemos que una réplica: la mercadotecnia no debería estar reñida con la conservación del patrimonio histórico nacional] que muestra la decisión de un pueblo por recuperar su país».
Ricardo Lop, fundador y CEO de Aceros de Hispania, explica el gesto: «Los Españoles [sic] no reconocemos la jurisdicción y soberanía de Gibraltar, una colonia británica en nuestro suelo, que tal y como ya indicó las Naciones Unidas hace más de 70 años, el Reino Unido tiene obligación de descolonizar y devolver a España. Todos debemos luchar a todos los niveles y con nuestra mejor sonrisa, para que Gibraltar vuelva a ser Español [sic otra vez] y con un nuevo monarca en Reino Unido, que ha visitado muchas veces nuestro país, estamos llenos de esperanza para seguir luchando contra esta injusticia histórica». Con una posdata un poco más conciliadora: «Solo le queríamos hacer llegar desde un pequeño pueblo de Teruel la espada que nos permitirá recuperar nuestra tierra y todo con solo una sonrisa«.
La elección de la espada pretende recordar el momento cumbre de la afrenta perpetrada por la Pérfida Albión: «Cuando, durante la Guerra de Sucesión Española, una flota angloholandesa tomó la plaza de Gibraltar en nombre del archiduque Carlos, los ingleses izaron su bandera, se apropiaron del Peñón y sus habitantes fueron forzados a desplazarse a la vecina localidad de San Roque», explican desde Aceros de Hispania. Los borbones le ganaron la guerra al archiduque y Felipe V se convirtió en rey de una España cercenada en el punto clave en que se unen el Atlántico y el Mediterráneo. La espada del antecesor (y tocayo, por cierto) de nuestro actual rey no pudo recuperar Gibraltar… ¿hasta ahora?
Si a Belén Esteban, Princesa del Pueblo, le pagaron para hacer publicidad de Amazon Prime Video, qué no merece el Rey de Inglaterra. Ignacio Peyró describió con apasionada minuciosidad en Pompa y circunstancia (Fórcola) la capacidad británica para elevar la solemnidad del sentimiento nacional a alturas (y espectacularidades) sublimes. Aceros de España se ha acercado más al genial delirio de Valle-Inclán y su (tan nacional) esperpento para hacerse notar. Y a fe que lo han logrado. Con todo merecimiento.
Pero no nos dejemos engañar por la imagen que nos puedan devolver los espejos deformantes. La historia empresarial de Aceros de Hispania debería hacer salivar a los más osados escritores de casos de éxito de las más sofisticadas escuelas de negocios del mundo. Operan desde la localidad de Castelserás, en Teruel (que se ve que sí, que existe), de poco más de 700 habitantes, y son capaces de colocar su mercancía —tienen más de 10.000 referencias en el catálogo— en Alaska, Canadá o Nueva York en poco menos de 24-72 horas.
Su éxito, aseguran, radica «en el excelente posicionamiento en buscadores y la usabilidad y sencillez de la web. El aspecto logístico es otro aspecto fundamental que facilita envíos a todo el mundo desde España a Estados Unidos, Vietnam, Tuvalu, Benin o Burundi. Y finalmente, por encima de todo ello, la atención al cliente». Habría que añadir españolidad, sentido del humor y bastante morro. ¡Voto a bríos!