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La guerra contra la contaminación empieza a remitir y 2025 será el año clave

La AIE prevé casi diez veces más vehículos eléctricos en las carreteras en todo el mundo para 2030

La guerra contra la contaminación empieza a remitir y 2025 será el año clave

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La lucha contra la contaminación está muy lejos de acabar, pero se acerca un momento clave: a partir de 2025 no irá a más, las emisiones de sustancias poluantes, y con ello la contaminación del aire, comenzarán a decrecer. La Agencia Internacional de la Energía predice que las emisiones globales alcanzarán su punto máximo dentro de dos años, y a ello ayuda en sobremanera una serie de medidas en la que el transporte tiene un papel clave. 

El mundo está condenado a girar, y lo hace a base esencialmente de petróleo y carbón. Solo la gasolina, el gasoil, el queroseno, el gas natural, y otros derivados de los hidrocarburos suponen alrededor del 80% de la energía que mueve al planeta, y todo ello arroja millones de toneladas de CO₂ a la atmósfera. 

Una carrera de siete años

En sus últimas proyecciones, la Agencia Internacional de la Energía cree que el uso de energía limpia alcanzará un punto de equilibrio global en 2030. La solar, y en especial los vehículos eléctricos, están cambiando el panorama, según su más reciente informe, titulado «Perspectivas Mundiales de la Energía 2023».

La AIE, una entidad de alcance planetario, prevé casi diez veces más vehículos eléctricos en las carreteras en todo el mundo en comparación con los que pueden verse en la actualidad. En 2020, señalan los autores del estudio, 1 de cada 25 coches vendidos serán eléctricos; en 2023, ya es 1 de cada 5. De manera anecdótica, el análisis que presume esta tendencia se ha publicado el mismo día que la marca de deportivos alemana Porsche ha anunciado que su legendario 911 tendrá un motor híbrido.

La tendencia está alcanzado rincones de las industrias relacionadas que muchos pensaban quedarían fuera de la ecuación. Con ejemplos como este, no es difícil imaginar cómo el impulso en la adopción de este tipo de vehículos avanzará de manera exponencial durante el resto de la década.

Tomando el sol

Para 2030, la AIE calcula que la energía solar generará más potencia que todo el sistema eléctrico de Estados Unidos en la actualidad. De la misma manera, concluye que la participación de las renovables en el mix global de electricidad alcance casi el 50%, frente al 30 % actual. Pero hay más. En la actualidad se está invirtiendo tres veces más en nuevos proyectos eólicos marinos que en nuevas plantas de energía a base de carbón y gas. Y espera que las bombas de calor, y otros sistemas de calefacción eléctrica, exentas de emisiones o con índices muy bajos, superen en ventas a las calderas de combustibles fósiles en todo el mundo.

Según el ente, es la energía solar la que está liderando la revolución. Gracias a ella, se espera que las renovables supongan el 80% en cuanto a la generación de las nuevas instalaciones energía hasta 2030. Solo la solar representa más de la mitad de esta expansión. Se prevé que en el mundo se instalen 500 Gigawatios de energía solar para 2030, pero también se espera que tenga una capacidad de fabricación para más de 1.200 GW en paneles solares al año para esa fecha, lo que promete una aceleración posterior de mayor calibre. 

Si el mundo alcanzase la instalación de 800 GW de nueva capacidad solar para el final de la década, llevaría a una reducción adicional del 20% en la generación a base de carbón en China en 2030. De forma paralela, disminuiría en un 25 % en América Latina, África, el sudeste asiático y el Medio Oriente.

Petróleo, gas y China

En otra sección del estudio Perspectivas Mundiales de la Energía, se predice que la participación de los combustibles fósiles —gas natural, carbón y petróleo— en el suministro de energía global, disminuirá al 73% para 2030 desde el 80% actual. Es por esto que creen que el punto álgido de emisiones se alcanzará en 2025. A partir de ahí debería empezar a descender. 

La AIE considera una variable importante para los mercados de energía: China. Su explosivo crecimiento interno tiene una influencia desmedida en las tendencias energéticas globales. Suponen que la demanda total de energía alcanzará su punto máximo hacia la mitad de esta década, según el informe, con un crecimiento continuo en energía limpia. El cambio llevará la demanda de combustibles fósiles y las emisiones a la baja.

Políticas de impulso

Si los países cumplen con su ordenamiento energético y compromisos climáticos actuales a tiempo y en su totalidad, el progreso de la energía limpia se moverá aún más rápido. Sin embargo, la AIE afirma que aún se necesitan medidas más sólidas para alcanzar sus previsiones de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, y señala que hacerlo es difícil pero posible.

En la actualidad, la demanda de combustibles fósiles sigue siendo demasiado alta para cumplir con los objetivos de los Acuerdos de París de limitar el aumento de las temperaturas globales. De no lograrlo, aumentaría el impacto climático después de un año de récords de calor, sino que también socava la seguridad del sistema energético, que fue diseñado para un mundo más frío con eventos climáticos menos extremos. El informe propone una estrategia global para llevar al mundo por el camino correcto para 2030, que consta de cinco pilares clave:

— Triplicar la capacidad de energía renovable a nivel mundial

— Duplicar la velocidad de mejora de la eficiencia energética

— Reducir las emisiones de metano de las operaciones de combustibles fósiles en un 75 %

— Generar mecanismos innovadores de financiación a gran escala para triplicar las inversiones en energía limpia en economías emergentes y en desarrollo

— Medidas para garantizar una disminución ordenada en el uso de combustibles fósiles, incluyendo la prohibición de nuevas aprobaciones de plantas de energía de carbón que no están dotadas de sistemas de captura de carbono.

Si no se siguen estas pautas, el coste de la inacción podría ser gigantesco. A pesar del impresionante crecimiento de la energía limpia, las emisiones globales seguirían siendo lo suficientemente altas como para elevar las temperaturas globales promedio en alrededor de 2,4°C en este siglo. De momento, los planes parecen ir funcionando.

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