El avión de Putin fue escoltado por un caza estadounidense el mes pasado (pero hay truco)
Un Grumman F-14 Tomcat le salió al paso al mandatario ruso mientras sobrevolaba espacio aéreo iraní
Fue el avión de Tom Cruise. El F-14 Tomcat que protagonizó Top Gun fue el protagonista de uno de los encuentros más inesperados e inesperables de esta época: un avión estadounidense escoltando al primer mandatario ruso. Aunque no es exactamente así, y la realidad encierra una historia fascinante.
El pasado 6 de diciembre, Vladímir Putin hizo un viaje para encontrarse con los líderes saudíes y de los Emiratos Árabes Unidos, y echó mano de su avión presidencial. El Ilyushin Il-96 que utiliza a modo de Air Force One es un cuatrimotor algo obsoleto, y que podría equipararse con los Airbus A-340.
El vuelo registrado como RSD501 salió de Moscú, y pudo ser seguido a través de la aplicación Flightradar24.com; fue el viaje más monitorizado de la jornada. Horas más tarde, aterrizó en Abu Dabi, para después saltar Ryad, Arabia Saudí. Pero a su paso por el espacio aéreo iraní, varios cazas de las Fuerzas Aéreas de la República de Irán (IRIAF) le salieron al paso a modo de escolta. En imágenes captadas desde tierra, sobresalía una aeronave, muy reconocible para los muy adeptos a la saga cinematográfica Top Gun: era un Grumman F-14 Tomcat.
Un americano en Teherán
Estados Unidos puso a la república islámica en el punto de mira hace años, y la metió en un saco repleto de malditismo internacional: el eje del mal, junto con Corea de Norte y otras naciones díscolas. La siguiente pregunta es, ¿cómo es que hay cazas occidentales volando para una nación abiertamente hostil al país que construyó esa aeronave?
La respuesta está en el pasado. Antes de que los ayatolás se quedasen con el país, uno de los grandes amigos del Tio Sam en la zona era Mohammad Reza Pahleví, el Sha de Persia. En el año 1978 fue depuesto, y salió huyendo de su reino volando en un Jumbo 747 del que se dice —incluso en el guion de alguna película— que iba tan cargado de oro que apenas podía despegar.
Antes de aquello, el apoyo estadounidense era total, y entre los intercambios entre ambos países cayeron un puñado de Tomcats. En 1972, el gobierno de Richard Nixon pensó que sería una buena idea tener en la zona un enemigo que pidiera responder al Mig-25 Foxbat. En manos de la Unión Soviética, se paseaban con total impunidad por los cielos aledaños y el F-14 podía plantarle cara.
El Sha encargó 80 Tomcats, 714 misiles de largo alcance Phoenix, y firmó un contrato de mantenimiento por diez años. Incluso las tripulaciones fueron entrenadas en suelo americano. En 1974, pilotos iraníes pasaron por la base de Miramar en San Diego, y regresaron como unas de las tripulaciones entrenadas en uno de los sistemas más avanzados del mundo en ese momento.
No amigos, no aviones
En 1978 y a tenor del cariz que estaban tomando las cosas, los americanos levantaron una serie de sanciones, entre las que se encontraba la exportación de material militar. La pequeña flotilla de Tomcats ya existente se quedó desatendida, sin recambios, motores, piezas que suelen tener una vida útil limitada, ni apoyo técnico del fabricante. Los técnicos iraníes canibalizaban unos para atender a otros, y apañaban una y otra vez piezas ya reutilizadas.
La sorpresa llega cuando el dato es que esta aeronave es, o ha sido operada, solo por dos países en todo el mundo: Estados Unidos e Irán. Esa no es la sorpresa. Lo es que en el periodo 1972-2006 los aparatos de la US Navy hubieran derribado a 5 enemigos, mientras que los iraníes fueron capaces de derribar a nada menos que 159. El grado de eficiencia mostrado por Irán no es el propio de una flota de entre doce y quince aviones mal mantenidos.
El ayatolá Jomeini se quedó con el país en 1979, no se fiaba de los pilotos, y detuvo a muchos de ellos. Cuando en 1980 Saddam Husseim les mandó seis divisiones acorazadas, y sus aviones rusos arrasaron las defensas iraníes, cambió de idea. Puso las fuerzas aéreas ‘heredadas’ a su servicio, pero no fue fácil. Muchos de los técnicos de mantenimiento habían huido cuando se inició la revolución, e incluso empleados estadounidenses de Gruman habían saboteado los misiles o los mismos aviones antes de salir por patas del lugar. A pesar de todo, los Tomcats iraníes pararon los pies a los Mii-21 y 23 iraquíes.
Mercado negro militar
El F-14 era una maravilla tecnológica para su época, aunque un aparato muy complejo era los estándares de la época. Las alas eran variables y tenían muchas partes que se movían, las toberas de admisión también eran variables, o la cabina requería de cargas de nitrógeno para abrir y cerrar. Las tripulaciones necesitaban botellas de oxígeno líquido, o la hidráulica sufría de fugas a cada poco y requería de un mantenimiento constante.
Los iraníes podía encontrar ruedas, muelles, o piezas de freno, pero no materiales exóticos, o el recambio de un radar, por ejemplo. El misterio de cómo fueron capaces de mantener esos aparatos en el aire, y como se puede suponer en plena operatividad, tiene su historia.
Irán montó una tupida y discreta red de contrabandistas, traficantes de armas, y ladrones de piezas. Curiosamente, uno de sus principales proveedores era una empresa israelí. Irán apoya a Hezbollah de manera tradicional, y cuando las cosas se calentaron entre los hebreos y esta facción, el flujo de piezas rebajó su ritmo.
El amigo americano
Pero si el primer proveedor era raro, el segundo que encontraron ya fue el menos esperado: la administración Reagan. Sí, los iraníes no recibían apoyo estadounidense, pero acababan recibiendo recambios a través de lo que se llamó el Escándalo Irán-Contra. Cuando se destapó el pastel, el general Oliver North fue despedido, y las ayudas extraoficiales cesaron. Y es aquí donde la historia da un giro de tuerca aún más audaz.
Los iraníes tuvieron que montar una organización contrabandista mucho más compleja, para adquirir excedentes militares, y material de desecho, que acababa de alguna manera en Teherán y era comprada legalmente en Norteamérica.
Esta trama se descubrió gracias a dos detectives, David Nachetti que formaba parte del servicio de investigación criminal, y la agente de aduanas Wendy Dwart. Entre los dos destaparon una red de compra de desechos procedentes de la Armada. El ejército USA se deshacía de aquello que le resultaba obsoleto, desfasado o desgastado mediante una oscura agencia llamada Defense Reutilization and Marketing Service, pero una vez que las piezas salían por la puerta, se les perdía la pista.
Desguaces aéreos
Los F-14 Tomcat de la US Navy ya no volaban, pero estaban desparramados por ahí, tirados a pedazos en descampados, y chatarrerías. Cuando el informe de Nachetti y Dwart se hizo público, todos los F-14 disponibles, incluidos los que estaban en algunos museos, fueron retirados y sometidos a una metódica destrucción para que ninguna de sus piezas pudiera ser reutilizada, y menos aún por los iraníes.
A pesar de todo, los persas los han rebautizado como ‘Fakour’, y afirman, orgullosos, que toda la aviónica, sistemas informáticos, y sistemas avanzados son de producción local. Se desconoce el grado de eficiencia de una aeronave nacida en los años 70, y los iraníes han ido sustituyendo muchas de sus funciones con aviones no tripulados.
Lo que sí se sabe es que al menos de escolta para altos dignatarios como Vladimir Putin, sí que sirven. Con toda seguridad, a los pilotos del avión presidencial se les tuvo que poner un nudo en la garganta cuando vieron asomar por sus ventanillas el avión de Tom Cruise, un aparato inconfundible, y que en teoría, solo en teoría, es de un país poco amigable.