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La razón por la que las aeronaves que apagan los fuegos en California tiran agua roja

La severidad del incendio está forzando a las autoridades californianas a hacer uso de todos sus medios técnicos

La razón por la que las aeronaves que apagan los fuegos en California tiran agua roja

Un DC-10 Air Tanker arrojando agua de color rojo sobre uno de los focos del gran incendio de Los Ángeles. | Mark Edward Harris (Zuma Press)

Resulta aterrador, y las cifras lo delatan. Dos docenas de fallecidos, más de 12.000 edificios calcinados hasta los cimientos, y unos 150.000 desplazados… de momento. El fuego lo devora todo a su paso y la única manera contundente de detenerlo es bombardearlo desde el aire.

Es esa es la razón por la que la presencia de las Fuerzas Armadas están teniendo un papel fundamental en California estos días. Si los hoteles y apartamentos de Airbnb del sur de California están llenos de refugiados, su espacio aéreo está repleto de aeronaves de todo tipo, y las más eficientes están siendo las de los militares.

Las casas californianas arden como la tea porque sus técnicas constructivas giran en torno a materiales altamente inflamables. Entre el 80 y el 90 % de las casas construidas desde 1990 están hechas de madera. Es un material barato, accesible, sus métodos de construcción son muy rápidos, y aguanta mejor los seísmos, frecuentes en la zona. El segundo material más frecuente es el llamado drywall, es una especie de conglomerado de madera de baja densidad, parecido al Pladur.

Debido a lo intrincado del urbanismo y la extensión del pavoroso incendio, resulta casi imposible detener el fuego a base de camiones cuba; serían necesarios miles. El otro mecanismo hábil son las bocas de incendio que suele haber en las calles, pero la sequía y un mantenimiento deficiente han llevado a que sean poco útiles.

La solución viene desde el aire, y a los medios aéreos tradicionales de los bomberos, se han unido aeronaves del ejército y la Guardia Nacional. Este cuerpo regional, mitad militar y mitad parecido a nuestra Protección Civil, no tiene marina, pero sí aviones, y se ponen en marcha en escenarios como este. No solo ellos, sino que han recibido la ayuda de México y Canadá, que han aportado varios aviones antiincendios.

México llevó un Hércules y un Spartan, y los canadienses dos aviones cisterna Bombardier CL-415, muy parecidos a los que maneja en España el 43 Grupo de incendios del Ejército del Aire. Por su parte, la Guardia Nacional de California aportó sus Black Hawk y Pave Hawk, la Armada una decena de Sea Hawk, y el Departamento Forestal de California sus 31 helicópteros y seis aviones cisterna.

Pero las dos aeronaves más curiosas que se han podido ver en acción son los helicópteros Kaman K-MAX y los Hércules C-130 equipados con el sistema MAFFS. Si el primero es una grúa voladora con una excepcional capacidad de carga, el segundo es un avión de transporte táctico de tipo medio, al que se le dota de un sistema de descarga de agua desde el aire.

El Kaman es capaz de levantar enormes cargas del suelo; su propio peso y 2.700 kilos más. Eso es casi el doble que aparatos similares más pesados. El secreto estriba en su doble rotor entrelazado. Utiliza dos hélices, que se cruzan y mueven de forma sincrónica mientras giran en direcciones opuestas.

Un helicóptero Kaman K-Max. Su doble rotor le permite prescindir del rotor de cola, reduciendo su tamaño y aumentando su capacidad de carga. – Jon G. Fuller (Zuma Press)

La peculiaridad histórica de este aparato es que se trata de un diseño de la Alemania nazi: el Flettner Fl 282 «Kolibri», y fue el único helicóptero funcional que voló en la Segunda Guerra Mundial. Su desarrollador fue el ingeniero germano Anton Flettner, que viajó a Estados Unidos dentro de la Operación Paperclip. Los activos germanos que los americanos consideraron valiosos por sus conocimientos técnicos fueron «adoptados» por el país que había sido su enemigo. Ahora salva vidas en suelo yanqui.

El otro, el Hércules C-130, es un aparato muy veterano. Tanto que en el ejército español se dieron de baja en 2020 tras 46 años en servicio; fueron sustituidos por los mucho más avanzados Airbus A400.

A pesar de su anticuado diseño, siguen siendo una mula aérea que puede con todo. En su bodega de carga se puede instalar el sistema MAFFS, un depósito de casi 12.000 litros de agua que permite arrojarlo sobre zonas incendiadas. Tiene sus pegas y ventajas, pero toda ayuda es poca.

El MAFFS, a diferencia de aparatos como el avión anfibio Bombardier CL-415, es de quita y pon. Se instala en el C-130 y se extrae cuando su función práctica ha terminado. Permite cargas controladas del doble de capacidad del especializado, aunque necesita una pista de aterrizaje, y una logística específica que permita rellenar su depósito a su llegada. Los CL-415 están diseñados para recogerla en apenas seis segundos en puertos, lagos, o mar abierto. El Hércules puede con más, pero a la postre resulta más lento.

Un Hércules C-130 de la Fuerza aérea de los Estados Unidos, con un sistema MAFFS expulsando agua en la parte trasera. – USAF

Otro elemento que llama la atención es el color rojo de lo que expelen los aerobomberos estadounidenses. Allí se suele usar agua a la que se añaden retardantes y un colorante. Lo primero son componentes químicos que se eligen en función de su capacidad para inhibir la combustión y su compatibilidad con el material a proteger. Pueden ser sales como el fosfato de amonio, sulfato de amonio, o bien hidróxido de aluminio que ralentizan reacciones químicas durante la combustión.

Este retardante es de color rojo por una cuestión práctica. Se trata de un derivado del óxido de hierro, no contaminante, que permite a los pilotos y equipos de extinción identificar con facilidad las áreas ya tratadas. Al tiempo que se optimizan las operaciones, los compuestos químicos añadidos reduce la inflamabilidad de los materiales al incrementar su punto de ignición, ralentiza la propagación del fuego y facilita su control.

Los incendios forestales de Los Ángeles se perfilan como uno de los desastres naturales más costosos en la historia del país. Se estima que las pérdidas económicas podrán rondar los 150.000 millones de dólares, y van a superar los incendios de 2018. Si a alguien le pueden parecer caros los aviones y helicópteros antiincendios, que eche cuentas sobre lo que costaría no tenerlos.

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