Romina Paula, la directora de cine y teatro que hizo a Julieta Venegas editora por un libro
Escrito por la directora, actriz y dramaturga argentina Romina Paula, ‘Acá todavía’ aborda temas como la enfermedad, la familia y las relaciones sentimentales
La primera vez que Romina Paula se enteró de que Julieta Venegas recomendaba Acá todavía fue en Instagram. Con miles de seguidores en Goodreads, aunque no tan conocida por esta faceta, la cantante es una lectora voraz que dedica parte de su tiempo a comentar sus lecturas en la cuenta de esta red social de libros donde Ceniza en la boca, de Brenda Navarro, Mamut de Eva Baltasar o Lectura fácil de Cristina Morales figuran entre sus últimos hallazgos.
Sin embargo, para la argentina aquello supuso una grata sorpresa. «No tengo Instagram así que lo vi en una captura de pantalla de un amigo –recuerda–. Y, por supuesto, me alegró muchísimo porque soy una admiradora de su música y de ella en general. Un tiempo después tuve la oportunidad de conocerla acá en Buenos Aires y descubrí que además de talentosísima es muy entrañable».
Convertida en ‘editora por un libro’, una iniciativa del sello Barrett a la que ya se han sumado autores como Cristina Morales, Sara Mesa, Patricio Pron o Sabina Urraca, aquel título se convirtió, un par de años después de su publicación en Argentina, en la apuesta de Venegas para este desafío. Una historia sobre las relaciones familiares, el amor y la enfermedad que la cantante define como «una novela joven, en su espíritu informal y en su eterna búsqueda».
«Acá todavía es una gran novela para conocer algo de lo que pasa en la literatura argentina, que me parece tan vital y llena de voces nuevas, de las cuales Romina Paula es, sin duda, una significativa representante»
Julieta Venegas en su rol de editora de ‘Acá todavía’ de Romina Paula
Y es que, como justifica la artista mexicana en su edición española, Acá todavía «es un reflejo de lo que siento como un carácter porteño, de una vida urbana, y una familia de la capital. Una gran novela para conocer algo de lo que pasa en la literatura argentina, que me parece tan vital y llena de voces nuevas, de las cuales Romina Paula es, sin duda, una significativa representante».
Una novela porteña
Mejor actriz protagonista por la Academia Argentina, por su actuación en la película El estudiante, además de escritora y dramaturga, directora de cine y de teatro, a su autora le llama la atención que la cantante la defina como porteña. «Yo, a diferencia de la narradora, no lo soy –matiza–. Es decir, vivo en Buenos Aires desde hace algo más de 20 años ya, pero me crié en la provincia de Buenos Aires y Buenos Aires ciudad es absolutamente otra cosa, una urbe que fui conociendo muy de a poco, aunque el amor haya sido bastante a primera vista, o a primera sensación. Así que me divierte que ella la haya encontrado porteña porque para mí es un espacio conquistado».
Conquistado y reconquistado, porque a pesar de no haber formado parte de él siempre, la escritura de Romina Paula se funde y forma parte de ese paisaje. «No solo porque sus novelas son muy porteñas, sino porque Buenos Aires es una figura clave –escribe Venegas en sus primeras páginas–. A partir de sus obras de teatro, novelas y cine cuenta la experiencia de ser de ese lugar tan particular que es la capital argentina. Sus personajes tienen el lenguaje coloquial que escuchas en los bares, en los colectivos, en la calle. Refleja a la perfección esas relaciones urbanas en las que también participa la casualidad, que se van construyendo sin que se den cuenta quienes las protagonizan».
Dividida en dos partes, Todavía y Acá, esta novela cuenta la historia de Andrea, una joven de 30 años que, cuando ingresan a su padre en el hospital en Navidad, decide quedarse junto a él para cuidarlo. «En un principio la inquietud inicial era contar la agonía del padre, ese ir despidiéndose de un ser querido, y no cualquier ser querido, sino de un progenitor –apunta la escritora–. Y de ahí se desprende lo que pasa muchas veces en estos casos, esta pulsión por procrear cuando la generación anterior desaparece. Argumentalmente, fue pensando en esa tensión que escribí la novela. Pero lo argumental no suele ser lo central en mis novelas», remacha.
Dos tabúes: amor y enfermedad
Centrada en su segundo largometraje, Gente de noche, para el que aún está buscando financiación, y en una obra de teatro que se representará en Nueva York en el mes de julio –además de en los pormenores de la escritura de una nueva novela–, Romina Paula aborda en su narración la enfermedad, «el famoso cáncer que viene asolando vidas desde hace décadas y va tomando formas nuevas y distintas, a medida de cada uno. Y eso creo también, que no hay un modo comunitario de estar enfermo, cada enfermedad es única en cada cuerpo y estar enfermo es estar vivo. Sin embargo, es un estado o proceso dolorosísimo y también bastante tabú, algo de lo que no queremos hablar, algo que se esconde o que no se nombra».
Bajo esta lupa, de la enfermedad del padre a la posible maternidad, la escritora se plantea la familia como continuación de uno mismo, sin embargo, mientras en la ficción funciona «como símbolo de lo que uno quiera o necesite; en definitiva, de los modos de establecer vínculos, de la identidad, de la adecuación, de los modos de ser en el mundo», prefiere matizar que «el de familia es un concepto abierto, por suerte, cada vez más».
«La duda tiene que ver con el fluir de la conciencia. Con cómo se escribe el pensamiento (…) Y también siento que la duda siempre es fértil y permite transformar y transformarse»
Romina Paula, autora de ‘Acá todavía’, editado por Julieta Venegas
Escrita en primera persona, el lector es testigo, además, del devenir del pensamiento de su protagonista, que duda y se replantea sus emociones y decisiones, que rememora su educación sentimental mientras va dando tumbos por la vida. «La duda para mí tiene también que ver con el fluir de la conciencia –explica Romina Paula–. Con cómo se escribe el pensamiento. En lo que a mí respecta, el pensamiento está lleno de duda, de cuestionamiento. Y también siento que la duda siempre es fértil y permite transformar y transformarse».
Esta crisis existencial que hace instalarse a su protagonista en el hospital junto a su padre le sirve también para replantearse sus relaciones, al tiempo que conoce a una enfermera, Rosa, que despierta su atracción. A lo largo de las páginas, Andrea va a indagar en el amor y en la amistad, hasta el punto de que, a veces, lo vive con cierta angustia como si enamorarse, como afirma, fuera renunciar en parte a uno mismo.
«Tengo la sensación de que todo el discurso e imaginario en torno al amor romántico está terriblemente arraigado, que no se cuestiona mucho y que está lleno de ritos y mitos que no colaboran para nada con el bienestar real de una persona»
Romina Paula
«No tengo la menor idea de qué sería enamorarse, pero seguro que no es lo mismo que el amor –desarrolla al respecto la autora–. Hace poco di con una frase de una de las primeras cineastas argentinas, Maria Luisa Bemberg, que decía que ‘nosotras las mujeres cuando nos enamoramos nos intoxicamos’. Diría que he tenido distintas sensaciones o ideas al respecto en distintos momentos de mi vida y tengo la sensación de que todo el discurso e imaginario en torno al amor romántico está terriblemente arraigado, que no se cuestiona mucho y que está lleno de ritos y mitos que no colaboran para nada con el bienestar real de una persona».
Cine y teatro vertido en la literatura
Directora de cine y de teatro, la dramaturga lleva ambas artes en su ADN y en Acá todavía acude con frecuencia a referencias cinematográficas y teatrales. «Creo que eso también tiene que ver con esa primera persona y el fluir de conciencia, con marcas, de época y culturales que acuden a la narradora o a las que ella recurre. Entiendo que esos consumos culturales también construyen al personaje, ayudan a situarlo. Es algo que suelo hacer en general, traficar cosas de un lenguaje a otro, no creo que los lenguajes artísticos tengan que estar necesariamente separados, no los vivo así», sostiene.
En cuanto a la escritura, reconoce que hay diferencias entre escribir novela y teatro. «En la narrativa siempre me siento un poco o bastante más sola y acaso por eso terminan siendo procesos más largos. Me dejo llevar por demandas externas y entonces la narrativa larga siempre queda relegada en la agenda semanal. El teatro casi siempre lo escribo para algo en particular que en general es hacer el montaje de esa obra así que le dedico más tiempo en un lapso más breve y es un proceso que siento menos solitario porque lo escribo para que sea dicho y oído para y por gente», explica.
Pero, ¿y a la hora de escribir? ¿Cuáles son sus referentes? Ni cine, ni teatro, ni literatura, responde. «Tiro más de la vida para componer historias –reconoce–. Después, cuando ya sé más o menos acerca de qué quiero hablar, sí me pueden interpelar películas, obras de teatro u otros libros que hablen acerca de algo afín o lo hagan con algún procedimiento que me interese para lo que estoy haciendo». En particular, señala, últimamente lee más mujeres, sobre todo contemporáneas, aunque no descarta, de vez en cuando, ponerse al día con otro tipo de autoras menos actuales. Suena el nombre de Virginia Woolf, por ejemplo, pero también otros.
«Justo leí un libro hermoso de la argentina Soledad Urquia que se llama La luz y la montaña y ahora estoy leyendo el libro de Marina Mariasch, otra argentina contemporánea que se titula Efectos personales. Ambos libros son primeras personas de las autoras y ambos me resultan fascinantes». En cuanto al cine, comparte, suele utilizar el servicio de streaming MUBI, que ofrece una selección curada de películas. «También miro series, aunque no compulsivamente. Veo muchas series animadas con mi hijo Ramón y hay algunas que tienen unos guiones increíbles», comparte.