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De cualquier vida se puede hacer un documental muy bonito

“Kurt Vonnegut a través del tiempo”, una biografía más a un alma triste que a un escritor reconocido

De cualquier vida se puede hacer un documental muy bonito

Imagen de “Kurt Vonnegut a través del tiempo”.

Si hace cuatro días me hubieran pedido cien nombres de grandes escritores del siglo XX, nunca me habría acordado de Kurt Vonnegut. Si dentro de dos meses, me piden quinientos, tampoco. Con todo, en Filmin puede verse Kurt Vonnegut a través del tiempo, que se presenta como un documental «sobre uno de los grandes novelistas del siglo XX». Hombre, no sé.

Lejos de distanciarme de la película por mi nula admiración por su protagonista, esta indiferencia hacia Vonnegut ha jugado a su favor. Se trata de un documental maravilloso, no porque aborde la vida de un autor canónico o reverenciado (por quien sea que lo canonice y reverencie, claro), sino porque narra una vida cualquiera, con el coqueto añadido de que esa vida, plena de desgracias, tuvo su tiempo de gloria.

Vonnegut mismo define sus libros como «mosaicos de chistes». No puedo ponerle ni un pero a este sabotaje propio. Su obra más famosa, Matadero 5, se puede leer, pero el resto de su trabajo recuerda mucho a la travesía lectora que puede proponer Ramón Gómez de la Serna con un montón de greguerías reunidas. En algunos países lo llaman tortura.

En el propio documental se celebra mucho que Vonnegut -para ellos, un genio– entablara un diálogo como autor con uno de sus personajes en determinada novela. Años 70. Como saben, esto lo hizo antes Unamuno y tantos otros. También creen revolucionario incluir dibujitos y bromas metaliterarias en los libros (años 60 y 70, repito), cuando Enrique Jardiel Poncela en sus geniales novelas sucesivas publicadas entre 1928 y 1932 hizo lo propio, mil veces mejor y Netflix no sabe ni quién es. Ni Movistar.

Una cosa siempre simpática de ver es el éxito de alguien. El éxito es tomado tanto por él como por su familia y amigos como inevitable. Era obvio que iba a triunfar, sentencian en el documental de Vonnegut llegados a este punto. Le pasa lo mismo al ganador de la lotería y al que sale del casino con ganancias: no podía ser de otra manera. La fama, dijo un francés, es un malentendido. Es, sí, una lotería. Y no de las mejores.

Lo primero que hizo Vonnegut después de volverse rico y famoso con Matadero 5 fue dejar a su mujer y a sus hijos en su casa de campo e irse a vivir a Nueva York con (adivinen) una mujer más joven. Atrás quedaban veinte años de apoyo conyugal indesmayable, nula colaboración por su parte en las tareas del hogar y cientos de gritos a los niños para que le dejaran escribir su obra. Así, el éxito no puso de relieve la calidad de una literatura, sino la bajeza de un alma.

Vonnegut no me cae muy bien en ningún tramo del documental, y por eso me apasiona. Es un niño rico de Indianápolis con inclinaciones por hacer el payaso en público y reír sus propios chistes sin gracia. Pronto la vida le puso grandes desgracias en el camino. La mayor fue la guerra, segunda mundial, donde vivió el bombardeo de Dresde. Su madre se suicidó. Su querida hermana enfermó de cáncer, teniendo ya cuatro hijos, y, antes de morir, murió su esposo en un accidente de tren. Los cuatro niños quedaron huérfanos de padre y madre y Vonnegut se hizo cargo de ellos. Serían siete niños los que ahora tendría que pastorear su esposa mientras él escribía Matadero 5.

Kurt Vonnegut a través del tiempo se plantea como un documental amistoso. Su creador, Robert B. Weide, responsable del show cómico Curb your enthusiasm, dice llevar casi 40 años trabajando en esta película. Hay por tanto imágenes y grabaciones de muy diverso origen y variado temperamento. Casi nada de lo que dice Vonnegut es muy inteligente, y su humor está tan pasado de moda como el de un humorista de Noche de fiesta. Sus novelas también se suponen de humor, el propio Robert B. Weide fabrica productos de humor, y sin embargo lo más relevante del documental es la tristeza. Vonnegut es un tipo muy triste y solo cuando aparece la tristeza aparece la verdad. Lo demás es falsificación.

Después de Matadero 5, Vonnegut empezó a vender cada vez menos libros. En el documental sugieren una conjura de críticos y periodistas, que la tenían cogida con el autor. No entienden que la lotería toca una sola vez en la vida, y a lo mejor no es pretexto suficiente para abandonar a tu familia.

Se le ve muy solo en la vejez a Vonnegut. Casi sin querer, el documental nos ha dicho que el autor prefirió pasar tiempo con sus libros a pasarlo con sus hijos. Hay muchos autores así, que luego van dando bonitas lecciones sobre la seda de los sentimientos.

Robert B. Weide le ha hecho un documental amantísimo a su amigo, y es ese amor entre dos personas lo que importa al espectador. Que Vonnegut sea escritor, y que lo sea de mayor o menor rango, no aporta nada crucial al retrato. Es el retrato de un hombre como otro cualquiera, la fascinación misma de ver una vida empezar, acabar, no llegar a nada.

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