‘Magníficos rebeldes’: la historia de los románticos alemanes que inventaron el yo
Andrea Wulf, autora del best seller ‘La invención de la naturaleza’, regresa con un nuevo ensayo, que trata de los intelectuales alemanes del Círculo de Jena
Jena es una ciudad alemana situada a 240 kilómetros al sudoeste de Berlín. Puede que en nuestro país no se haya escuchado mucho el rumor suave de sus cuatro letras (en alemán esa j se vuelve i griega), pero allí se produjo, en la última década del siglo XVIII, un terremoto cultural de importancia suma para el momento presente: un grupo de jóvenes rebeldes forjó nuestra comprensión moderna de la libertad y del yo, y del derecho a tomar el bastón de mando sobre nuestras propias vidas. Todos ellos abrazaron las ideas de la Revolución francesa y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano condenando enérgicamente el despotismo encarnado en monarcas absolutistas «que favorecían a unos cuantos y dejaban morir de hambre al resto», como escribe la autora. Andrea Wulf da cuenta de aquel fenómeno revolucionario en Magníficos rebeldes, el extenso ensayo que el sello Taurus edita en España.
Todo comienza cuando la autora se topa con Alexander von Humboldt en otra de sus investigaciones, la que dio lugar a su obra La invención de la naturaleza (Taurus, 2016). Humboldt, humanista y geógrafo -considerado padre de la ecología moderna- perteneció a aquel grupo excepcional de novelistas, poetas, críticos literarios, filósofos, ensayistas, editores, traductores y dramaturgos que sentaron tales bases del pensamiento crítico moderno. A Wulf aquella sinergia la dejó prendada, y decidió explorar las relaciones que aquellos tipos tejieron entre sí. Todo, con el telón de fondo de esta pequeña ciudad de la que comenzamos hablando en la entrevista que THE OBJECTIVE mantiene con ella en las oficinas de su editorial española.
«En el anterior libro hay un capítulo sobre Humboldt y sus amistades que me llevó a Jena y, a medida que caminaba por aquellas calles, veía todas las placas en las casas y pensaba que, de algún modo, ese lugar concentraba el Quién es quién de los pensadores y poetas alemanes. Comprendí que vivieron todos allí al mismo tiempo, y me preguntaba cómo esta gente tan famosa llegó a este pueblecito, y al investigar un poquito más encontré esta historia extraordinaria de ideas radicales sobre la importancia del libre albedrío y el verdadero significado de la libertad», comienza diciendo con entusiasmo. Sin embargo, aunque la ensayista conocía todos aquellos nombres de referencia, no quería hablar sobre ellos a través de sus obras, sino mediante el relato de sus vidas: «Todos somos seres sociales, todos interactuamos con nuestras familias, nuestros amigos, y quería que Jena fuera otra protagonista de la obra. Yo quería conocer sus amores, sus peleas, cómo se divertían también. Realmente cuál era su día a día allí durante aquellos años», apostilla.
Y realmente ese enfoque es lo que convierte la obra de la autora, académica y docta, en un atractivo ensayo que llama a profundizar en sus 400 páginas. Para lograr ese grado de inmersión en las vidas de sus protagonistas, Wulf pasó cinco años documentándose, principalmente a través de su legado epistolar: «Leí miles y miles de cartas… Por suerte todos ellos son poetas y pensadores y escribían unas cartas muy largas y muy profundas, muy detalladas sobre sus vidas, sus obras, sus cotilleos, y también escribían los unos sobre los otros. Además, había unos 900 estudiantes en Jena que describían a sus profesores, la vida que tenían allí… Yo quería que el lector pudiera caminar conmigo por esas calles y que se sentara con ellos en sus salones. Quería que se pudiera leer como una novela, aunque nada esté inventado».
Todas esas cuitas las refleja con fidelidad la autora en este ensayo. Y no son mancas, ni pocas. Un ejemplo: el poeta Novalis acostumbraba a reprocharle al filósofo Friedrich Schiller su vanidad y su malicia, y Friedrich le dedicaba a su amigo invectivas en las que le acusaba de frívolo, veleidoso e informal. Se peleaban de continuo e incluso se amenazaban con batirse en duelo, para luego perdonarse. Iban bien servidos de intensidad y nadie les podía negar que encarnaron el Romanticismo de la época dando ejemplo con sus vidas.
La frontera entre el libre albedrío y el egoísmo
Sin embargo, el debate más enzarzado que todos ellos mantenían se centraba en el difícil equilibrio entre el libre albedrío, la autoafirmación del yo y los peligros que acarrea el egoísmo. Una cuestión extremadamente de actualidad. Por eso le preguntamos a la autora si el culto al egocentrismo moderno, representado en redes sociales como Instagram, nació cuando aquellos pensadores abrazaron el yo y lo colocaron en el centro de la existencia. Wulf ríe antes de contestar: «Ellos liberaron el yo y nos dieron los mejores poderes, el libre albedrío y la autodeterminación, y nosotros nos hemos convertido en una sociedad obsesionada por el yo. Hemos llevado esto quizá demasiado lejos», reconoce.
«Ellos nunca pretendieron que el libre albedrío fuera una obsesión personal. Liberaron el yo con la intención de crear una mejor sociedad. El filósofo Fichte, por ejemplo, dijo que la libertad siempre viene acompañada de obligaciones morales y nos eleva por encima de nuestros instintos básicos». Esta, desarrolla la autora, era la tónica habitual, si bien los integrantes del Círculo de Jena caían también en numerosas ocasiones en la tentación del narcisismo creyéndose a sí mismos «demasiado importantes».
Al calor de la conversación que mantenemos, surge una comparación: también nosotros usamos nuestra libertad personal en favor de un bien para la sociedad. Ocurrió durante la reciente pandemia: «Entonces millones de personas en todo el mundo abandonamos nuestros derechos y libertades básicas porque creímos que era lo adecuado, lo que había que hacer por la sociedad en general. Hay dos cuestiones en todo esto: quién soy yo como individuo y quién soy yo como miembro de una sociedad y cómo puedo tener una vida plena siguiendo mis sueños pero siendo a la vez una buena persona, una persona moral».
Disquisiciones morales y disensos aparte, Magníficos rebeldes también es el retrato de grandísimas amistades que se impulsan y llevan más lejos la capacidad creativa gracias a la suma de fuerzas. Ocurre por ejemplo en la profunda amistad que surge entre el poeta alemán por excelencia, Goethe (que se convirtió en una suerte de padrino del Círculo de Jena) y el también poeta Schiller, más joven que el primero. Como escribe Wulf, «ambos se espolearían mutuamente para crear algunas de sus mejores obras. Colaboraron mano a mano, desafiándose y corrigiéndose el uno al otro. El hecho de que tuvieran temperamentos tan opuestos no hacía más que estimular su creatividad». No se encuentran tan fácilmente en nuestros días y en nuestras fronteras escritores que se conviertan en uña y carne, que retroalimenten sus obras con el aliento del otro. Sin embargo, la autora considera que esa sinergia sí se produce en otros muchos ámbitos de nuestro presente: «Hay amistades creativas increíbles, quizá no son famosas, pero hay muchos artistas y científicos que trabajan juntos, especialmente cuando se trata del cambio climático». La misma Wulf, experta en la materia, disfrutó de una beca en el instituto de Santa Fe, que combina el arte con las ciencias y en el que «físicos, biólogos y artistas se trata de pensar todos juntos para sumar».
«Nosotros nos hemos convertido en una sociedad obsesionada por el yo. Hemos llevado esto quizá demasiado lejos»
Andrea Wulf
En el corazón de su última obra y en medio de todos los intelectuales del círculo virtuoso de Jena está una mujer, Caroline Schelegel, con la que cerramos nuestra conversación. «Caroline fue una mujer extraordinaria que rechazó verse restringida por el papel en el que la sociedad encasillaba a las mujeres de aquella época», comienza diciendo Wulf. «A pesar de estar en el centro mismo de este grupo, a lo largo de la historia no se ha escrito mucho sobre ella, y los pocos libros que la mencionan lo hacen calificándola de musa, pero Caroline fue mucho más que eso: ella analizaba poemas, ensayos y obras con un conocimiento muy profundo y así se convirtió en editora de la revista literaria de Jena y tradujo 16 obras de Shakespeare, aunque no figurara con su nombre, sino con el de su marido». Magníficos rebeldes es, por tanto, la obra con la que Andrea Wulf ha querido devolver el lugar que Caroline y el resto de los integrantes del Círculo de Jena ocuparon en la historia, cuyos planteamientos permearon las conciencias de la época, traspasaron fronteras y modificaron el ADN de nuestro pensamiento moderno.