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Andrés Ibáñez: «Vivimos en una época convulsa en la que todo el mundo está enfadado»

Leonís, vida de una mujer, la última novela de Ibáñez cuenta más de cinco siglos de historia de España a través de la vida de Inés de Padilla

Andrés Ibáñez: «Vivimos en una época convulsa en la que todo el mundo está enfadado»

Andrés Ibáñez, autor de 'Leonís, vida de una mujer'

Andrés Ibáñez ha querido dejar de ser Andrés Ibáñez al menos durante la escritura de su Leonís, vida de una mujer (editorial Lumen, 2022). Para ello hizo un ejercicio de empatía, esa cualidad en peligro de extinción en la sociedad moderna, incluso entre los escritores; y eso que para el gremio debería ser su materia prima fundamental. Así, durante el tiempo del coronavirus, aprovechando la parada de los relojes, Ibáñez se metió en la piel de una mujer nacida en 1469 y decidió narrar en primera persona todos los avatares de su vida: desde su entrada en la universidad de Salamanca, donde conoce a Beatriz Galindo, su posterior llegada a la corte de los Reyes Católicos, el encierro que sufre junto a Juana de Castilla y, después, todo lo acaecido a lo largo y ancho de cinco siglos y pico. Sí, porque Inés de Padilla, como le sucedía a Vita Sackville-West en el Orlando de Virginia Woolf, descubre una noche un hecho insólito que lo cambiará todo: no envejece. Está acuartelada en la hermosura de sus 25 años, y ese aspecto exterior la acompaña en todas sus desventuras, que son muchas en cualquier vida, y ya no digamos en una eterna. 

Aguerrida, brava, libre a pesar de sufrir un encierro tras otro, la Inés de Padilla ideada por Ibáñez se relaciona con reinas, pintores, escritores, institutrices y revolucionarios. Tiene varios hijos y sufre los dolores de ver partir a todos sus seres queridos, uno tras otro, mientras ella sigue forzosamente en pie y viva. Encarna en un solo cuerpo la historia de las mujeres en España desde el siglo XV hasta nuestro tiempo. Y, mientras el autor la dibuja, recorre también la espina dorsal de la historia de nuestra literatura. Un ejercicio de memoria y documentación del que habla con THE OBJECTIVE en las oficinas de su casa editorial:

Son 853 páginas y una vida de seis siglos, si contamos en el que estamos inmersos. ¿Cuánto tiempo le llevó perfilar y luego escribir Leonís?

Esa pregunta es muy difícil de contestar, porque siempre hay un tiempo que es el de los relojes y un tiempo que es el de la imaginación, y ambos son muy diferentes (se toma un tiempo para pensar antes de proseguir). Perfilarlo quizá me llevó dos años o tres años. Escribirlo la verdad es que fue muy rápido… Leonís es un producto de los años del Coronavirus, cuando tuve tiempo de muchísimas cosas. Decidí entrar en este proyecto que llevaba mucho tiempo pensando y lo escribí bastante rápido, como en año y medio. Sabía que si me paraba mucho y pensaba lo que hacía me iba a caer, como les sucede a algunos dibujos animados cuando van por el aire (ríe). Lo que más me costó fue encontrar al personaje, porque al principio era otra persona y no me gustaba mucho cómo era Inés: era un poco idiota. Pero en el momento en que la encontré, fue como un tiro.

Ahora es todo lo contrario a idiota. Inés es muy inteligente. ¿Quizá salió tan rápido una vez que ya la conoció bien?

No tengo ni idea. Cuando escribí este libro pensé que no quería ser yo quien lo escribiera. Andrés Ibáñez ya ha escrito muchos libros, así que pensé que era otro escritor, en este caso, otra escritora. Yo quería escribir de otra forma, de una manera mucho más rápida, con muchas menos descripciones. Pensaba que si este libro lo escribiera Andrés tendría tres mil páginas y llegaría solo hasta el siglo XVI (ríe), pero como no era yo eso me permitía hacer cosas distintas y tener este ritmo tan rápido de la narración.

¿Por qué decidió contar la historia en primera persona, que pudiéramos escuchar directamente a Inés de Padilla?

Mi modelo siempre era Orlando, de Virginia Woolf, y Orlando está en tercera persona. No sé, al principio escribía los libros en tercera persona y de pronto empecé a escribir los libros en primera. Se trata de la mayor inmersión posible dentro del personaje.

Hablemos de Orlando entonces. ¿Estaba en su concepción inicial tomarlo de modelo?

Todo el mundo lo necesita. Es como Joyce con Homero. ¿Tiene algo que ver Ulises con Homero? En realidad no, pero uno necesita una especie de pauta o reglas del juego. Yo estaba trabajando mucho en Orlando, leyendo mucho sobre Virginia Woolf y su relación con Vita Sackville-West. Además de que adoro a Virginia, y mi mujer y yo somos tan fans que hemos ido muchas veces a Inglaterra y hemos visitado todas las casas; también la de Orlando, que es la de Vita, un gran palacio. Así que realmente surge de ahí, Virginia crea la vida de este personaje que vive varios siglos y hace también un recorrido por la literatura inglesa. Es un modelo, aunque luego no tienen nada que ver, son libros totalmente diferentes, pues Orlando es una novela modernista y Leonís no, Leonís es otro tipo de libro.

¿Cómo ha trabajado la mezcla de personajes históricos reales, como Juana La Loca, Beatriz Galindo o Francisco de Goya con otros ficcionados para que unos y otros casen bien?

Es una cosa que misteriosamente funciona. Y creo que es muy misteriosa la imaginación, porque no es inventar, no se trata de eso. En el caso de Goya yo me puedo imaginar sus gestos, su forma de hablar, veo claramente que se lleva fatal con Leonís, que no se entienden. Y sucede así a veces: coges un personaje histórico y sientes que lo conoces,  también me pasaba con Juana de Castilla, que es con quien Inés pasa muchos años de su vida viviendo. Cuando entras en el pasado el pasado se abre y ya no es pasado, está vivo. Para mí era inconcebible que yo pudiera escribir sobre Juana de Castilla, Isabel La Católica o los comuneros, pero cuando entras en ese mundo empieza a hacerse real.

Leonís, vida de una mujer (editorial Lumen, 2022)

Y a ser interpretable. Porque por ejemplo hablando de Juana de Castilla, mal llamada Juana La Loca, en la novela se le otorga una visión muy distinta a la que le ha dado la historia. Se desdice esa locura y se explica el contexto de todo lo que sufrió a manos de su marido y su padre, con sucesivos encierros.

Toda nuestra historia es una historia de misoginia. Y la misoginia se ve en todo, incluso en las personas de posición social más alta, como era una reina. El problema de la llamada Juana La Loca es que Isabel era una mujer excepcional en todo, en lo malo y en lo bueno. Era totalmente innovadora y con una gran capacidad de decisión y creación, pero su hija no era así; era una persona tímida, apocada, oscurecida por su madre… No tenía ese talante, pero el hecho es que las pocas reinas que ha habido en España siempre han cosechado unas críticas horribles, mientras que tenemos un montón de reyes que han sido idiotas y locos, y nadie cuestiona eso. 

A Inés la ha configurado así, como estamos hablando, feminista y libre. ¿Qué piensa del feminismo actual?

Pues la verdad… No opino. No tengo una opinión, me parece que vivimos en una época muy convulsa en la que todo el mundo está enfadado y en contra de todo. Me parece muy curioso encontrar una manifestación feminista en frente del ministerio de Igualdad porque el ministerio está apoyando a los trans y entonces las feministas están enfadadas porque… Yo creo que todo el mundo debe ser libre de hacer lo que quiera, de vivir como quiera, de vestir como quiera, de acostarse con cualquiera y de amar a cualquiera. Y creo que cuando se habla del movimiento LGTBI, feminismo, movimiento trans, se está hablando también de amor, de a quién amas y a quién deseas, y eso muchas veces se olvida porque parece una lucha meramente política, cuando es algo mucho más grande que la política.

¿Y el elemento fantástico de que no envejezca? ¿Por qué decide introducirlo?

Por mi modelo Orlando, y también hay una ópera de Leoš Janáček, Las excursiones del señor Broucek, que trata de una mujer que vive doscientos o trescientos años. Me pareció una historia maravillosa porque eso te permite una cosa muy difícil, que es lo divertido de escribir. En este caso yo me planteaba que si la protagonista es inmortal y todo el mundo se le va muriendo, no podía haber trama en el libro, así que tuve que buscar la manera de que la hubiera; ese era el reto. Porque aquí la misma persona que ha estado encarcelada por la Inquisición en Madrid vive después el Madrid de la movida de los 80, y mientras pasea piensa que un par de calles más allá la tuvo encerrada la Inquisición. O también cuando va al Alcázar de Madrid a conocer a los Reyes Católicos, en ese mismo lugar en el siglo XVIII va a conocer a Carlos III. Me fascinaba mucho eso, el hecho de que la ciudad siempre era la misma, ella también es la misma persona, pero van cambiando los siglos.

Lleva ventaja en algunas cosas respecto a los demás, pero también grandes desventajas, porque vaya dolores va cosechando de tener que ir abandonando hijos, parejas… ¿Por qué la pintó tan brava, que nunca quiere cortar la cuerda, como a lo mejor hubiera hecho otra persona?

¿Qué hubieras hecho tú?

Ufff, no lo sé. Es un gran debate este de la inmortalidad. Pero a medida que iba leyendo casi me agobiaba cuando se tenía que volver a despedir de sus amores. Cosechar desamores no es fácil…

Bueno, yo creo que ella también siente eso a veces. Cuando se mete al convento, por ejemplo, dice que ya ha tenido suficiente, no quiero saber nada de nadie; y está feliz a pesar de no tener ninguna vocación religiosa porque tiene una vida anónima. Y la pinté así, fuerte, porque las mujeres son muy bravas como tú dices. Además ella tiene una cosa como de afirmación de la vida, todo el rato. 

Incluso cuando peor lo pasa, cuando está encerrada.

Sí, y siempre está encerrada. Primero por su marido en su casa, luego está encerrada con Juana en Tordesillas, luego en cárceles de verdad, luego encerrada en un convento… se pasa toda la vida así. Por eso en la vida de las mujeres son tan importantes las ventanas, porque la ventana es lo que te permite ver el mundo cuando estás encerrado. Y por eso se busca todas las maneras de no estar encerrada, como por ejemplo ser actriz.

O prostituta.

O prostituta, sí.

¿Cuál diría que es el peor encierro de los que ha descrito?

Cuando la encierra la Inquisición, no cabe duda, que la encierran y la dejan en la total oscuridad, que es como encerraron a San Juan de la Cruz, por ejemplo, lo tuvieron en la total oscuridad durante muchísimo tiempo. Y también el encierro del cardenal, que es de un sadismo…

Leonís es un canto a la historia, pero también a la literatura. Introduce guiños a las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, La Celestina u obras de corte picaresco como La lozana andaluza. ¿Por qué ha decidido guiñar este ojo a nuestras letras?

Yo creo que es más que un guiño, es como una especie de repaso a la historia de la literatura española. Yo quería dar una visión de la literatura española y hacer una serie de homenajes. Para mí lo principal es la narración, porque esto no es un ensayo literario, ni histórico ni feminista; es una novela, y cuenta una historia, y además una historia bastante fantástica. Pero quería pasar por la literatura española y decir un poco lo que yo pienso, y rescatar cosas que me parecen importantes.  Lo que pasa con la historia es que se hace de ella un cuento de hadas y todo el mundo lo repite igual. Un cuento por ejemplo es eso de que no hay romanticismo, ¿cómo que no hay romanticismo?  Goya es un pintor romántico; el krausismo es importantísimo en la cultura española y viene de Krause, que es un filósofo romántico; aparte está también el romanticismo de los poetas. Hay muchos homenajes también: por ejemplo me encantaba meterme en el mundo de Galdós, y me encantaba meterme en el mundo de Ramón de la Cruz, que tenemos una estatua justo ahí dedicada a los saineteros y entre ellos está Ramón de la Cruz (dice señalando a través del amplio ventanal la estatua coral situada en Luchana). Un poco jugar no solo con la historia de España, sino con cómo la literatura refleja cada época, cada momento de ella.

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