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Cultura

'War Sailor': el trauma noruego después de la guerra

La miniserie de cuatro capítulos repasa las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial en la población civil de un país neutral

‘War Sailor’: el trauma noruego después de la guerra

Fotograma de 'War Sailor'.

Krigsseileren (War Sailor) es la nueva película bélica de moda en Netflix. Su título se traduce como marinero de guerra. Es un nuevo aporte para comprender la historia de los noruegos durante la Segunda Guerra Mundial. Es importante conocer cómo, a pesar de la neutralidad declarada de Noruega, los ciudadanos sufrieron las mismas calamidades de las partes en conflicto.

En enero de este año se estrenó Narvik, un relato sobre una pequeña ciudad -desconocida para el resto del mundo- donde se libró una de las primeras batallas de la Segunda Guerra Mundial. Allí, después de un breve triunfo liderado por los soldados locales, los Aliados se esfumaron dejando a la población a merced de las tropas de Adolf Hitler. 

Narvik, además de las típicas escenas de guerra, aportaba algo muy importante: el terreno gris en el que se deben mover las personas ante la presencia de militares en un territorio neutral. Las contradcciones, los debates éticos y morales, el institito de sobrevivencia y la perseverancia, poniendo el foco en una familia, permitía una lectura profunda de la confrontación y de la naturaleza humana.

War Sailor va por mismo camino. Se trata de una miniserie de cuatro capítulos que sigue a dos amigos, marineros mercantes, Alfred (Kristoffer Joner) y Sigbjørn (Pål Sverre Hagen) que están trabajando en el Océano Atlántico cuando estalla la Segunda Guerra Mundial. La historia se desarrolla principalmente entre 1939 y 1947. A continuación puedes ver el tráiler:

Gunnar Vikene se encarga de la dirección. Es el mismo realizador de la serie de 2017 Grenseland (Borderliner). En esta oportunidad, se encarga del guion y probablemente allí esté la respuesta de por qué la crítica no le ha sido favorable. War Sailor brilla en la medida que los conflictos personales están en primer plano, sin embargo decae detallando una guerra que ha sido retratada desde muchos ángulos.

Me explico: es muy difícil sorprender con alguna escena de combate cuando tantos directores, de Steven Spielberg (Rescatando al soldado Ryan) a Sam Mendes (1917), nos han mostrado persecuciones y mutilaciones. Recientemente, Sin novedad en el frente (Edward Berger) ganó cuatro premios Oscar, enfatizando la crueldad de las batallas. Entonces, Vikene pierde mucho tiempo recreando el hundimiento de buques y la agonía de los marineros, cuando la fuerza de su relato está en el impacto psicológico de la guerra en Alfred y y Sigbjørn.

El dolor después del dolor

En declaraciones a la web de los Golden Globes, el director noruego explicó que tenía el guion en su mente desde que era un niño de apenas 13 años. Tuvo una experiencia con un marinero de guerra al que vio balancearse en un silo de 60 metros de altura. Parecía no importarle la muerte. «Se estaba riendo», recuerda Vikene, explicando que el hombre estaba muy borracho.

«Estaba tan conmocionado que no podía entender por qué un ser humano podía jugar con su propia vida de esa manera. Me quedé en silencio en el auto después y mi padre se dio cuenta y dijo: ‘Él estaba en la guerra. Fue torpedeado dos veces y pasó cuarenta días en una balsa’. Esas fueron las palabras que usó». A partir de allí, empezó a interesarse en los marineros y sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente en cómo fueron tratados después del conflicto.

Empezó a recopilar historias de hombres noruegos que habían navegado en barcos comerciales y fueron arrastrados a la guerra sin ningún entrenamiento militar y luego fueron abandonados a su suerte. «Había estado recopilando todas estas historias durante muchos años, así que solo necesitaba sacarlas de mi cabeza y ponerlas en el papel», dijo sobre escribir el guion de War Sailor. «Se lo di a mi productora, plenamente consciente de que habíamos acordado nunca hacer una película de la Segunda Guerra Mundial, y luego me llamó después de tres horas y me dijo: ‘Esta no es una película de la Segunda Guerra Mundial, es una película anti- película de guerra y me encantaría producirla’».

En efecto, se nota que hay una gran documentación en esta producción. El retrato de los marineros, cómo se vieron obligados a cambiar sus rutina, está muy bien logrado. Esto queda mucho más claro en el último capítulo, en el que podemos comprobar el impacto de la violencia y la crueldad del enfrentamiento en la vida de los protagonistas. Por eso queda la sensación de que a la serie le sobran capítulos y que mucho de lo visto se pudo condensar mejor.

Un homenaje a los olvidados

Sin embargo, Vikene cumple con reconocer la labor de estos hombres que sin armas, ayudaron a que cayera el régimen nazi. Lo hace además, con escenas de un profundo simbolismo. Por ejemplo, cuando un profesional del ballet hace su rutina, para luego ver el cadáver de este mismo personaje hundirse en el agua. La imagen es dolorosa y profundamente hermosa.

«Como soy un tipo de clase trabajadora, pensé en el hecho de que nunca escuchaste sobre la perspectiva de la guerra de la clase trabajadora», dice Vikene acerca de centrar su narrativa en cómo la guerra influyó en la vida de los marineros de guerra. «No podía entender por qué hemos hecho tantas películas sobre la Segunda Guerra Mundial pero no hay ninguna desde la perspectiva de la clase trabajadora».

«Nunca fueron mencionados en relación con la guerra. No encajaban en la idea del héroe de guerra. No tenían uniformes ni armas ni medallas ni nada. Pero al mismo tiempo, nadie significó más para el resultado. Sin ellos, los Aliados habrían perdido la guerra. Punto. No hay historiador que no esté de acuerdo con eso», concluye el realizador. Esa idea de poner en perspectiva el aporte de los civiles, desde su desventajosa posición, es lo mejor de esta producción, que también radiografía muy bien los estragos psicológicos, lo que hoy conocemos como estrés postraumático. Por eso, a pesar de que hay cierta desproporción dramática en el desarrollo de los episodios, al final de War Sailor, el espectador podrá reflexionar sobre las batallas personales que se dan, una vez que termina la guerra. Ese es el verdadero valor de la miniserie.

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