Israel Fernández, 'Pura Sangre' flamenca
El artista, en plena gira de su último disco, ofrece este 26 de julio su primer concierto en el Teatro Real
Nos citamos con Israel Fernández en el Teatro Real, donde prepara la antesala de lo que será su primer concierto en este templo de la música. Además, se encuentra en plena gira de su último disco, titulado Pura Sangre, con el que trabajó junto a Diego del Morao y Pional. «Con Diego siempre la experiencia es nueva y muy enriquecedora, porque es un genio vivo de la música. Con Pional ha sido maravilloso trabajar. Pese a que viene de un género tan distinto como la electrónica, logró entender perfectamente el lenguaje flamenco y la fusión ha sido muy enriquecedora.
PREGUNTA.- En el flamenco se habla de palos, de compases, de ritmos, en su forma de entenderlo. ¿Qué sería lo esencial?
RESPUESTA.- Lo más importante del flamenco es la melodía, los acordes clásicos son la base. Luego la guitarra y las palmas, después da igual, todo puede ser flamenco si se tiene esta base. La síntesis en mi caso, es el cante y la guitarra que además es mi instrumento preferido.
P.- El flamenco se ha renovado mucho en los últimos tiempos, sobre todo en la última década…
R.- Cada época es distinta y tiene lo suyo. Eso también es lo bonito de la música, que al igual que en la vida, hay movimiento, si no se caería en una monotonía. El mundo según va sintiendo, va sonando, es como el corazón, según siente se acelera o se duerme y la música se acopla a todo. Ahora el flamenco, está en un momento muy bueno, porque la juventud lo está escuchando mucho. Esto también se debe a otros músicos que tienen llegada a grandes públicos, como Rosalía, que ha hecho un bien para nuestra música, dándola a conocer y acercándola a mucha gente. A mí lo del purismo nunca me ha gustado. No entiendo la palabra. Lo que yo valoro es a la gente que hace las cosas con la verdad. Cuando hablo de esto, siempre pienso en el maestro Enrique Morente, porque era un ejemplo de ello, su talento lo transmitía desde la sinceridad, sin forzar nada, esa es la manera correcta de hacer las cosas. A mí no me gusta la música vanidosa, con pretensiones, que se hace para sorprender y no para conmover.
P.- ¿Y cuáles son esas pretensiones que obstaculizan la búsqueda de su verdad?
R.- Creo que lo peor es el orgullo, el egoísmo, la envidia y los rencores. Hay que aprender a alejarse de estos aspectos y acercarse al cariño, a la comprensión, al perdón y a todo con pasión. El mejor ejercicio para conseguirlo es tener empatía, porque cuando te pones en el lugar del otro, sabes lo que no quieres para ti. Hay que saber detectar qué es lo que estorba, para evolucionar como persona. En la sociedad en la que vivimos, no siempre es fácil ir por este camino, porque hay mucha falsa humildad y ésta es una virtud que no se aprende. Es como el cante, no se puede aprender, el ritmo tampoco. Son aspectos con los que uno nace. Yo siempre digo que cuando uno tiene la afición se puede mejorar, pero con el arte se nace.
P.- A la música flamenca y al mundo gitano siempre se le ha asociado la figura del duende. ¿Qué es y cuándo aparece?
R.- El duende es impredecible. Te podría decir que aparece cuando te encuentras con amigos con los que no has quedado y te la pasas de maravilla. Nunca se puede saber si aparecerá. Ocurre también cuando pasan cosas positivas sin esperarlas. Es también algo como comer, cuando se tiene hambre. En la música aparece cuando confluyen una suma de elementos que potencian el encuentro.
P.- Al flamenco también se le asocia a la pasión, a la felicidad y al dolor casi por partes iguales. ¿De qué pulsiones prefiere absorber cuándo canta?
R.- Todo es necesario porque para apreciar la alegría. Hay que tener pena y para amar hay que haber sentido el desamor. Yo me inspiro de todas las vertientes posibles y siempre desde la verdad. Intento plasmar lo que siento en el momento para hacer el bien, porque trato de cantar para edificar, para alegrar el corazón, que es lo más complejo. Además, siempre he tenido mis grandes referentes, yo los llamo mis ases: Camarón de la Isla, la Niña de los Peines y Paco de Lucía.
P.- Su niñez fue muy precoz. Empezó a cantar profesionalmente desde muy pequeño…
R.- Empecé a cantar profesionalmente a los diez años. En la escuela me dormía, fui muy poco a clases. Aprendía a leer gracias a un profesor que me enseñó mientras dictaban el curso de catequesis, del que a mí me sacaban porque no era católico. Recuerdo que me llevaba a un cuarto donde había una fotocopiadora y me copiaba páginas de libros, así aprendí a leer. También me casé muy pronto, a los 16 años, y pese a que agradezco mucho la cultura en la que me ha tocado nacer y nuestras costumbres, creo que uno no se debe de casar tan pronto. Hay que vivir más, conocerse bien primero a uno mismo y saber qué quiere de la vida.
P.- Sus últimos conciertos son llenos absolutos. ¿Cómo lleva esta gira?
R.- Con mucha ilusión y felicidad. Como persona y artista, lo que más me interesa es relacionarme con gente que trabaje con cariño y amor. Lo que valoro es rodearme de personas que hagan lo que hacen con amor, que les brillen los ojos. Yo nunca he tenido nada, así que no me hace falta nada. Cuando canto me da lo mismo si hay cinco personas o quinientas, siempre me entrego con el mismo corazón y como si fuera el último día.