'Mi nombre es Alfred Hitchcock': el maestro imparte una clase de cine
El director Mark Cousins repasa en un documental, que se estrena este viernes, la obra del genio del suspense
Para entender el cine como lenguaje y arte, no hay mejor maestro que Alfred Hitchcock. En Mi nombre es Alfred Hitchcock, el documentalista norirlandés Mark Cousins le cede la palabra al genio. O al menos imagina qué nos diría desde el más allá si se dirigiera a nosotros, espectadores del siglo XXI, que vemos películas en dispositivos móviles y tenemos una mirada más resabiada que los del siglo XX a los que él manipulaba a su antojo.
En este documental sobre el maestro del suspense es el propio Alfred quien, con su sorna habitual y su inconfundible acento londinense, nos cuenta los entresijos y los astutos mecanismos narrativos de su cine. No se ha utilizado una ouija para convocarlo desde el más allá, se ha optado por algo menos esotérico. El imitador Alistair McGowan le pone voz y la verdad es que lo hace tan bien que uno tiene la sensación del estar escuchando en todo momento al propio Hitchcock.
Mark Cousins (Belfast, 1965) ha dedicado su vida a las imágenes en movimiento. Se dio a conocer con el deslumbrante documental La historia del cine. Una odisea (también disponible en formato libro), que no está planteado como una historia cronológica del séptimo arte, sino que va estableciendo sagaces conexiones entre lo clásico y lo moderno, entre las obras de diferentes directores, entre las diversas maneras de contar historias con la cámara. A partir de aquí, continuó en la misma línea con propuestas cada vez más lastradas por una pretenciosidad un poco cargante: Women Make Film, sobre las mujeres cineastas, The Story of Looking, que reflexionaba sobre las imágenes a partir de su pérdida de visión por una catarata, y The Story of Film: A New Generation, continuación y puesta al día de su primer documental. En todos ellos es él mismo -con su inconfundible voz susurrante de marcado acento irlandés- quien narra, en ocasiones con unos arrebatos poéticos peligrosamente cursis.
Inventiva visual
Conociendo la obra de Cousins y sus tendencias moralizantes, me temía que al abordar la figura de Hitchcock se enredara con disquisiciones sobre su fijación por las rubias, las torturas psicológicas que infligía a sus actrices o el pervertido in pectore que se agazapaba bajo su oronda figura. Por suerte no hay ni rastro de esto. La propuesta se centra en sus películas y en la crucial aportación que representan para la historia del cine.
El documentalista ya había retratado a otro genio del séptimo arte en La mirada de Orson Welles, y ahora se atreve con el maestro del suspense, un director tan estudiado que resulta difícil a estas alturas decir algo nuevo sobre él. Su obra ha dado pie a cientos de libros, empezando por la fundamental entrevista de François Truffaut El cine según Hitchcock, donde sí que es el propio director -no su recreada voz de ultratumba- quien analiza al detalle cada una de sus obras a partir de las incisivas preguntas del rendido admirador francés. Destacaría también el análisis filosófico de Vértigo que hizo Eugenio Trías en Vértigo y pasión. Y es que el universo hitchcockiano es inagotable, sus películas son tan ricas en significados e inventiva visual que cada visionado desvela nuevos matices.
En los últimos años se han rodado varios documentales notables sobre él: Hitchcock/Truffaut, de Kent Jones, sobre el proceso de creación del famoso libro de entrevistas, 78/52: la escena que cambió el cine, de Alexandre O. Philippe, que analiza la mítica secuencia de la ducha de Psicosis (el título hace referencia a que la escena se compone de 78 planos y 52 cortes de montaje), y Yo soy Alfred Hitchcock, de Joel Ashton McCarthy, un repaso más general a toda su carrera.
Cousins aporta la juguetona argucia de hacer hablar al propio Hitchcock y plantea reflexiones interesantes a partir de seis conceptos definitorios del cine del maestro que le sirven para estructurar su propuesta: Huida, Deseo, Soledad, Tiempo, Satisfacción, Altura. Los primeros están muy bien desarrollados, los últimos resultan un poco más agarrados por los pelos. Y uno se queda con la idea de que podría haber optado por otros, acaso más relevantes: Suspense, Humor, Voyeur, Macabro, Composición, Experimentos, Dilemas…
Secuencias emblemáticas
Si está usted muy versado en la obra cinematográfica de Hitchcock, este documental le hará pasar un rato muy placentero, pero no le desvelará grandes novedades; si por el contrario no la conoce a fondo, es una buena introducción para entender su enorme relevancia. Cousins aprovechó el confinamiento para revisitar la obra completa del director en orden cronológico y fue seleccionando secuencias emblemáticas que sirven para ilustrar los diversos temas que va abordando. Un detalle interesante es que, además de los títulos más importantes, también ha rescatado escenas de otros menos conocidos del periodo mudo en las que ya desplegaba su talento visual. Completan el metraje un repertorio de retratos de Hitchcock -en rodajes, con su familia…- y diversos planos rodados por el propio Cousins en el Londres actual. Entre ellos destacan los que muestran la maravillosa escultura de Antony Donaldson, instalada en el barrio de Islington, donde estuvieron los estudios Gainsborough en los que el genio trabajó en sus inicios. Es una enorme cabeza de hierro colado que emerge del suelo. Hitchcock, convertido en una suerte de orondo Buda, medita con los ojos cerrados.
Si alguien me preguntara: ¿qué es el cine?, respondería sin dudarlo: las películas de Alfred Hitchcock. Nadie como él ha sabido narrar con recursos visuales y crear suspense. Manipuló a los espectadores jugando con sus expectativas (lo que hizo en Psicosis, cargándose a la protagonista a los 20 minutos, subvirtió todos los códigos establecidos), experimentó (en La soga, rodada en un solo decorado y un único plano continuo), reflexionó sobre la mirada del espectador (La ventana indiscreta como metáfora del cine), supo crear tensión con trucos visuales geniales (el célebre vaso de leche iluminado desde dentro con una bombilla de Sospecha), manejó la ubicación de los personajes en el espacio para construir tensión (la portentosa escena de la avioneta de Con la muerte en los talones), usó como elemento dramático el escenario (en Rebeca) y el color (en Vértigo), jugó con lo onírico (la escena diseñada por Dalí en Recuerda)… Durante mucho tiempo se lo consideró un mero entertainer, hasta que Truffaut y sus colegas de los Cahiers du Cinema lo reivindicaron como un genio absoluto. Ahora Cousins aporta un nuevo granito de arena a la celebración de su genialidad. Lo dicho: ¿Qué es el cine? Las películas de Alfred Hitchcock.