'El cuerpo en llamas': Úrsula Corberó se reivindica en la sensación de la temporada
Una serie de ficción y un documental originales de Netflix exploran el mediático ‘caso de la Guardia Urbana’
El morbo por el true crime es digno de estudio. No es difícil encontrar títulos que exploran crímenes reales, ya sea desde la ficción o desde el documental, entre lo más visto de las principales plataformas. Sobre todo en Netflix. Es una especie de fiebre por lo macabro que arrastra a millones de personas a explorar lo más oscuro del ser humano. En este género podemos encontrar de todo, bueno y malo. La última sensación de este fenómeno es una producción española que nos trae un suceso ocurrido hace no tanto, en el año 2017. Es el conocido como ‘crimen de la Guardia Urbana’. Es probable que hayan oído hablar de ella porque está en boca de todos. Hablamos de la serie El cuerpo en llamas, protagonizada por Úrsula Corberó y Quim Gutiérrez. Es lo más visto en Netflix desde que se estrenó la semana pasada.
Esta recreación del mediático caso de dos policías de la Guardia Urbana de Barcelona que asesinaron a un compañero nos sitúa, de primeras, en la segunda escena del crimen. Sí, en este caso hay dos escenas. Donde se comete el asesinato y donde se calcina el cuerpo del asesinado. Primero, vemos a alguien prenderle fuego a un coche en el pantano de Foix. Más tarde descubrimos que es el cadáver de un hombre el que aparece calcinado en el interior de ese vehículo. Se trata de Pedro (José Manuel Poga), un agente policial. El suceso despierta rápidamente el interés de la opinión pública, y más a medida que la investigación va revelando una red de relaciones tóxicas, engaños, violencia y escándalos sexuales que involucran a Pedro y dos de sus compañeros policías: su pareja Rosa (Úrsula Corberó) y el exnovio de ésta, Albert (Quim Gutiérrez).
Más allá del suceso
Lo realmente interesante de El cuerpo en llamas no es el suceso en sí, archiconocido por el público español –especialmente aquel que acostumbre a ver programas matinales, esos que le dedican más de la mitad de la escaleta a hablar de sucesos–. Lo realmente interesante de esta serie es la reflexión social a la que nos invita. Y tiene mucho que ver, precisamente, con esos magacines –y también con las páginas de crónica de sucesos de los periódicos, y con las redes–. Sobre todas las cosas, es una reflexión sobre los juicios paralelos que se imponen en la esfera mediática.
Este caso tiene, además, un componente inusual. En primer lugar, hay una mujer implicada. No es lo más común en este tipo de sucesos. Además, esa mujer es una mujer atractiva. Y, para rematar, tiene una vida sexual activa. Son todos los ingredientes necesarios para elevar un suceso más a la categoría de caso morboso. Del apodo de «la viuda negra» a los escándalos sentimentales que rodearon a Rosa Peral, pasando por el hecho de que la víctima era su pareja y uno de los verdugos, su amante, este caso era perfecto para llenar horas y horas de aquellos matinales. Del juicio mediático, aquel tratamiento morboso del caso se trasladó a instancias judiciales.
Durante el juicio, tal y como se aprecia en el documental que acompaña a El cuerpo en llamas –Las cintas de Rosa Peral–, la vida sexual de la acusada fue protagonista. El fiscal insistió, sin atender a una motivación real, en preguntar a cualquier testigo si se había acostado con la acusada. ¿Estaban justificadas esas preguntas? ¿Se las habría hecho si el acusado fuera hombre? ¿Por qué insistió tanto en la vida privada de Rosa Peral y no en la del otro acusado, Albert López? Todas estas preguntas nos ponen frente al espejo una vez más.
La reivindicación de Úrsula Corberó
El cuerpo en llamas es una producción ambiciosa, y generalmente bien ejecutada. Consigue pegar al espectador gracias a su exhausto análisis psicológico de cada uno de los personajes. Especialmente el de la protagonista absoluta de esta historia, Rosa Peral, que interpreta estupendamente Úrsula Corberó. La actriz, conocida por sus papeles adolescentes al inicio de su carrera y por su interpretación de Tokio en La casa de papel, se reivindica y consolida en este papel. Es su trabajo más maduro, y no ha sido tarea fácil. Lo más complicado: ponerse en la piel de alguien que está vivo. Vivo y en prisión, concretamente.
La propia actriz ha reconocido que esta fue una de las cosas que más le costó, el trasladar a la pequeña pantalla una historia real y tan reciente. Pero, al final, el resultado es que consigue que empatices con el personaje. O, por lo menos, que te encariñes un poco. Encariñarse con una asesina no es sencillo. Úrsula Corberó consigue que lo hagamos. No queremos, pero hay momentos que entendemos qué hace, por qué lo hace. No deja de ser una asesina, pero es una asesina con historia. El contexto es primordial.
Por lo demás, el ritmo de la serie engancha, los capítulos tienen una duración aceptable, y en ocho episodios logra explorar la psicología de los personajes, la reflexión social, y profundizar lo suficiente como para hacer entender al espectador este mediático caso y sus implicaciones. De lo mejor, su banda sonora. De C. Tangana a Lola Flores, pasando por Mari Trini a Massiel. El éxito internacional de El cuerpo en llamas hará que suban las reproducciones en streaming de estos artistas patrios, no cabe duda. Y el morbo… el morbo seguirá ahí, digno de estudio.