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Cultura

‘La Mesías’: los peligrosos caminos de la fe

La serie española sorprende por la crudeza de su relato y por la oportuna reflexión sobre la libertad

‘La Mesías’: los peligrosos caminos de la fe

Cartel promocional de La Mesías.

Cuando termina el sexto capítulo de La Mesías, sientes que te falta el aire, como le sucede al propio protagonista de esta historia, Enric (Roger Casamajor). La intensidad del relato no da respiro y la cantidad de veces que roza la tragedia definitiva, pone a prueba el sistema cardíaco del espectador. Estamos, pues, ante la mejor serie de 2023, un producto excelso desde su acabado técnico, escritura y actuación.

En La Mesías (Movistar Plus+), un vídeo de esos que se viralizan por su estética y realización kitsch, revive los recuerdos más dolorosos de Enric, un hombre traumado por una madre con delirios mesiánicos. Esta premisa, que podría haber salido después de un atragantamiento de pelis de Xavier Dolan (Mommy, J’ai tué ma mère), permite que los directores, Javier Ambrosi y Javier Calvo, desplieguen una cantidad de temas que en otras manos habrían derivado en un revoltillo incomible. Por eso, lo primero que se celebra de esta producción es su atrevimiento. 

Los Javis (Paquita Salas, Veneno, La llamada) saben lo que quieren contar y de qué manera. Se nota un estudio detallado del guion. No se deja nada al azar. Debemos insistir en esto: las posibilidades de fracasar eran muchas. Primero, porque la historia abarca varias décadas (a partir de 1960) y eso requiere de una precisión de cirujano para el montaje; luego porque la mayoría de los personajes son interpretados por diferente actores, evitando así los envejecimientos ficticios, fallidos casi siempre más allá de las conocidas prótesis.

Cuando tienes a varios actores para un mismo papel, es probable que un registro sea más logrado que el otro. Aquí, es para aplaudir lo conseguido por Ana Rujas, Lola Dueñas y Carmen Machi. Ellas interpretan en décadas diferentes a Montserrat, la madre de Enric. El arco argumental, que va de la despreocupada y liberal madre a la delirante y castradora, funciona a la perfección, sin que te molesten las obvias diferencias físicas. Lo que prevalece es un hilo invisible que el espectador sabrá notar en la amarga madurez del personaje.

Una familia disfuncional

Si la obra de Dolan revolotea en La Mesías, sobre todo en ese complejo edípico, la serie también muestra mucho de Yorgos Lanthimos. La disfuncionalidad de la familia Puig Baró tiene semejanzas con la que vemos en Kynodontas (Diente de perro), la obra más impactante del realizador griego. En ambas creaciones prevalece la idea de la sociedad como un virus, por eso se promueve la endogamia, aunque en la producción española el aspecto sexual tiene otros linderos.

Es cierto que hay una referencia directa a un caso real: Flos Mariae, el grupo formado por las hermanas Bellido Durán (Alba, María, Flor, Estel, Victoria, Patricia y Montserrat) que prometieron a la Virgen y a Jesús, que si su madre, María Durán de Bellido, sobrevivía a un tumor, harían un grupo musical para venerar a la Virgen María y propagar la fe cristiana católica. Pero la música de estas chicas y coreografías, que se convirtieron en memes, es apenas un pretexto para desarrollar ideas más complejas, que tienen que ver con la fe y las consecuencias de enmascarar los sentimientos negativos.

Tanto en la obra de Lanthimos como en la de los Javis, la fantasía de aislar a los seres queridos del dolor genera más dolor. Lo que diferencia estos dos relatos es que los autores españoles dejan cierto resquicio para la esperanza. Por el contrario, el director nominado al Oscar acentúa, con un final trágico, la imposibilidad de la convivencia en dictadura (representada por los padres) y las consecuencias de la ausencia de educación formal (representada en los hijos).

Probablemente ese sea el único pero que encontramos en La Mesías. En el capítulo final se rompe cierta narración objetiva de los hechos, para darle paso a la redención. Enric es un tipo roto con una necesidad obvia de pertenecer a algo. Así, su búsqueda le lleva a un viaje expiatorio que termina con el abrazo materno que buscó toda la vida. Es un final un poco edulcorado por como se venía contando su proceso. También se siente en este cierre aires de cliché sobre la idea de que cierta práctica religiosa -o práctica grupal- puede ser menos castradora. No está declarado taxativamente, sin embargo se insinúa; quienes hayan visto la serie Wild Wild Country sabrán que detrás del hinduismo también hay bemoles.

El viaje de Irene (Macarena García), hermana mayor de la familia y la más cercana al protagonista, es diferente. Los Javis también deciden ser benevolentes con su personaje, y le dan la oportunidad de mirar a la religión o la fe desde otro ángulo. Es anticlimático, pero entendible.

En resumen, esta producción española se comentará por mucho tiempo, pues su contenido abarca diferentes asuntos que serán discutidos bajo el prisma de cada formación. En ese sentido, para todos aquellos que de alguna manera fuimos sofocados en algún momento de nuestras vidas por la idea de un dios castigador, será un disparador de nuestro propio viaje en relación con la fe.

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