'El caballo dorado', la novela de aventuras que soñó Sergio Ramírez
El ganador del Cervantes regresa con una obra de pura ficción que rinde homenaje a la fábula y la novela histórica
A Sergio Ramírez se le conoce por ser un fiel cronista, aun desde la ficción, del duelo de su tierra. Gran parte de su obra está centrada en Nicaragua y Centroamérica y narra, prolijamente, la historia de sometimiento del pueblo a las distintas dictaduras y sus desmanes (él es uno de los agraviados, pues vive en España como exiliado: el régimen de Daniel Ortega le retiró la nacionalidad y le quitó su casa). Pero esta vez, con El caballo dorado (editorial Alfaguara), el que fuera nombrado Premio Cervantes en 2017 se ha sumergido de lleno en una fábula, «una contrafábula», como matiza él, que rinde homenaje a los cuentos y a las novelas de aventuras. Quería divertirse, zambullirse en su imaginación, y lo ha logrado con creces.
La premisa de la obra es enredada: cuenta la historia de un rey alcoholizado y de su hija, la princesa Maria Alejsándrovna, que tira de lances amorosos para escapar de la ruina de su castillo, y conoce así a un peluquero que cree haber inventado el carrusel, la atracción de los caballitos giratorios. Pero lo interesante aquí es el disfrute que provoca el ensamblaje de cada una de estas disparatadas piezas y personajes, tanto al lector como al mismo autor: «Me he divertido mucho haciendo uso de la imaginación libre, sin polos a tierra, yendo por distintos caminos, regresando, creando piezas como quien arma un mecano», cuenta en entrevista con THE OBJECTIVE Ramírez, feliz de haber culminado «un homenaje a la ficción y al gozo de escribir».
Y lo de culminar va en serio: tardó seis años en encontrar las directrices que hicieran posible este libro. «Yo sabía que el itinerario tenía que ir a Nicaragua pero no encontraba el camino ni las circunstancias para hacerlo. Empecé con el manuscrito, lo abandoné, lo volví a retomar… Uno va encontrando paredes que no puede traspasar hasta que se desaparecen. Y ésta es una construcción compleja que se va apretando ella misma con el tiempo».
El itinerario del que Ramírez habla comienza en un pequeño condado imaginado de los Cárpatos, y continúa en Rumanía, en Francia, en Alemania y finalmente en Nicaragua: «Como en el Quijote es un itinerario que va abriendo puertas por sí mismo. Este carrusel tenía que llegar a Nicaragua por una cuestión de transmigración cultural, vista como la modernidad trasplantada al trópico. Y la novedad que significa la llegada del carrusel a un país en guerra», desarrolla. Más significados: la novela de aventuras que aquí se desarrolla emparenta, lamentablemente, con los años convulsos de la historia de Latinoamérica, aunque estas aventuras hayan sido funestas en muchos casos, y bien reales.
Juego y humor
El método de escritura del Premio Cervantes le lleva a escribir y reescribir con la mira de enriquecer la trama y su lenguaje: «Cuando estoy escribiendo una novela y tengo que abandonarla por alguna circunstancia, cuando la retomo comienzo de cero y empiezo leyendo la primera línea, y eso hace que la novela vaya cambiando a medida que avanza. Y voy encontrando nuevas claves, y creo que una de las claves aquí está en la diversidad de la escritura y del lenguaje, porque tuve que buscar distintas calidades y niveles de lenguaje», reflexiona para este diario.
Así, en sus páginas encontramos toda suerte de insertos: textos de periódicos, diálogos de radio, informes, cartas o manuales que ayudan a la comprensión y el trasfondo de la historia: «Todo está pensado para que, una vez sumado a los ojos del lector, le pueda crear un universo».
Y la argamasa que sujeta todo este caleidoscopio es el humor, «infaltable» para el autor: «Viene a resultar del desenfado porque la historia está contada desde una irresponsabilidad frente a la historia misma. De no tomarme en serio ni tomarla en serio, y las capas de invención van surgiendo una tras otra y, lo que parece real en un momento dado, se vuelve ficticio y es corregido en el camino. Este es un juego muy abierto».
Por el momento, el escritor está tomando un merecido reposo durante el periodo de exposición de la novela. «Presentar un libro no deja de ser parte de la diversión de haberlo escrito», como dice con simpatía, pero pronto acometerá un nuevo proyecto. Y los seguidores de las peripecias del inspector Morales están de enhorabuena: «Creo que he encontrado una clave para poder entrar de nuevo a ese mundo distinto que es el mundo contemporáneo de Nicaragua».