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Cultura

Blanca Soto reivindica la luz de Chillida

La galerista reúne en ‘Chillida. Artista Universal’ más de 20 obras gráficas del artista vasco con motivo de su centenario

Blanca Soto reivindica la luz de Chillida

La galerista Blanca Soto. | Cortesía de la Galería Blanca Soto

THE OBJECTIVE se reúne con Blanca Soto en su galería homónima, en la pintoresca calle del Almadén en Madrid. Su larga trayectoria como galerista se remonta a finales de los años ochenta: «Empecé como coleccionista, comprando arte y mi primera galería la abrí en San Sebastián», nos cuenta.

PREGUNTA.- ¿Por qué decide dedicarse al mundo del arte?

RESPUESTA.- Yo estudié Derecho, pero desde joven se cruzaron muchos artistas en mi vida. Cada vez que llegaba a un estudio me quedaba fascinada, sobre todo por la creatividad que desprendían, sentía que me daban pie a conocerme más como persona. Con mi primer sueldo, compré seis piezas de Joseba Lacadena, las cuales estuve pagando durante un año. Eran pinturas, una serie que me acompaña hasta ahora. Desde entonces, no paré. Eran los años ochenta. La salida de la dictadura significó un momento muy poderoso para la creatividad artística.

P.- Comparte orígenes con Chillida. ¿Qué ocurría artísticamente en la década de los ochenta en San Sebastián?

R.- Sí, ambos somos donostiarras. En los ochenta estaba Galería Dieciséis, la Galería Atxerri y un par más. El arte que se producía era sobre todo conceptual, aunque este se consolidó más bien entrada la década de los noventa. También estaba Arteleku, un espacio que significó mucho para la época. Acogía a artistas emergentes. Era un espacio institucional, donde los artistas jóvenes podían tener sus estudios. Fue un lugar o punto de partida hacia esa creatividad que estaba implosionando y de donde salieron grandes artistas.

Libro Parménide Le Poeme III, 1999. | Cortesía galería Blanca Soto

«Empecé sobre todo coleccionando escultura, pintura y fotografía»

P.- ¿Qué empezó coleccionando y por qué se decidió por la gráfica como galerista?

R.- Empecé sobre todo coleccionando escultura, pintura y fotografía. Mi primera galería la abrí a fines de los años ochenta. Al poco tiempo, me di cuenta que San Sebastián tenía pocos habitantes y con las dos galerías importantes que había, se daba abasto. Por ello decidí especializarme en obra sobre papel, dibujo, gráfica y escultura de edición. La galería se llamaba Art&Co. y representaba artistas de todas partes. Por ese entonces, venía mucho a Madrid a la feria Estampa, que tenía ese carácter único de obra de edición.

P.- El coleccionismo de arte gráfico creció por tener un carácter más inclusivo…

R.- El coleccionismo de arte gráfico es maravilloso y cuando un artista es válido, lo es en todo lo que ha realizado. Su público es muy amplio, porque también incluye al que tiene un poder adquisitivo menor y puede adquirir una obra por edición. El número de ejemplares que tenga es relativo y cuando un artista desaparece, como es el caso de Chillida, y está considerado a nivel internacional. No solo se revaloriza su obra original, sino en la misma medida su obra gráfica.

Homenaje a Marichu. | Cortesía galería Blanca Soto

«Era un hombre que trasmitía mucha paz y eso creo que se muestra en muchas de sus obras»

P.- ¿De qué depende la serialidad de una obra?

R.- El artista firma y elige la numeración. Luego están los catálogos razonados en los que se documenta y describen todos los trabajos. La serialidad depende de varios factores, pero lo fundamental es la decisión del artista. En la exposición, tenemos obra gráfica de varios proyectos, como la serie Médicos del Mundo, donde Chillida decidió hacer una tirada de cien, para repartir a varias organizaciones. El artista numera, pero también puede hacer lo que llaman «fuera de comercio» y «pruebas de artista» o «de estado», que se hacen previamente a la tirada y se las queda el artista. El total siempre tiene que quedar catalogado.

P.- ¿Cómo conoció a Chillida y cómo lo recuerda?

R.- Lo conocí en San Sebastián porque conocía a sus hijos Eduardo y Luis, quien ahora lleva la fundación. Era un hombre que trasmitía mucha paz, había algo tranquilo en su personalidad y eso creo que se muestra en muchas de sus obras. La curaduría de la muestra la ha hecho Iñaki Ruiz de Eguino, quien también es escultor y pintor, además de crítico de arte, es multidisciplinar. Me interesaba esa mirada, porque Chillida también lo fue. En vida tuvo mucho reconocimiento y representación. Desde joven ingresó a la galería Maeght, donde estaban los artistas que más destacaban de la época como Calder, Giacometti, Palazuelo, Tàpies, Miró o Chagall.

La escultura de Chillida, 1994. | Cortesía galería Blanca Soto

«Hay series gráficas maravillosas que realiza a partir de poemarios con Clara Janés, Joan Brossa o con Valente»

P.- Su obra también se relaciona mucho a la poesía y a la música, su madre, Carmen Juantegui, era soprano…

R.- Siempre he creído que hay que prestar especial atención a sus escritos. Era muy amigo de filósofos como Cioran o Heidegger y claro también adoraba la música, decía que su madre le había despertado esa pasión y le gustaba trabajar escuchando a Bach. Hay series gráficas maravillosas que realiza a partir de poemarios con Clara Janés, Joan Brossa o con Valente. Tiene mucha obra relacionada a la música y a la poesía. Creo que, en todas sus manifestaciones, siempre busca la luz, ya sea a través de un papel, un bloque de barro o de hierro. Lo vemos más evidente en su obra de la década del sesenta, con los alabastros, desde donde a través de la piedra y su talla, aparecía la luminosidad. Los Elogios de la luz y Elogios de la arquitectura, son piezas donde la propia materia caliza hace que pueda pensarse cómo la luz emana del interior.

P.- Se dice que, en las esculturas iniciales de alabastro, fue donde Chillida descubre la inmaterialidad de la luz, utilizada como una dimensión más de la escultura.

Serie Médicos del mundo. Litografía, 1995. | Cortesía galería Blanca Soto

R.- Todos los dibujos que realiza son síntesis para llegar a formas, casi siempre escultóricas. Pese a que empieza en los años cincuenta con la figuración, pasa a la abstracción geométrica. Siempre tuvo reconocimiento en Occidente, pero también en Oriente, porque también tiene algo oriental, zen. También le gustaban las obras monumentales, no olvidemos que se formó como arquitecto. El peine del viento tiene mucho que ver con la arquitectura, el paisaje, la naturaleza, es un poema a la naturaleza. Un homenaje a ello es Chillida Leku, el gran bosque- museo que proyectó junto a su mujer Pilar Belzunce. Se están haciendo muchas actividades y exposiciones por el centenario, que esperemos den a conocer más su obra. Chillida. Artista Universal, es un homenaje al artista y a la persona.

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