Las efemérides de 2025
En 2025 se conmemorarán una serie de acontecimientos históricos, algunos de la Historia más reciente, como la muerte de Franco, otros muy perdidos en el tiempo como el primer Concilio Ecuménico celebrado en Nicea en el siglo IV
20 de noviembre de 1975. LA MUERTE DE FRANCO
La efeméride más importante de 2025 es sin duda el 50 aniversario de la muerte de Franco. El 20 de noviembre de 1975 el presidente del gobierno de la época, Arias Navarro, anunció escuetamente por televisión: «Franco ha muerto». La noticia que cambiaría la vida de España perdía sin embargo dramatismo por la larga espera que la había precedido. Desde el mes de octubre, en efecto, habían comenzado los rumores de una enfermedad del anciano general, que había regido España con una personal dictadura durante 40 años. Partidarios y opositores del franquismo tuvieron que esperar durante semanas, siguiendo con expectación y cierto hastío los partes médicos del «equipo habitual».
El acontecimiento está entre la Historia y la actualidad política. No cabe duda de que Franco es Historia, en el sentido del dicho popular. Objetivamente no queda rastro de las estructuras del franquismo, han muerto ya todos sus protagonistas, y entre los jóvenes hay una mayoría a la que ni siquiera le suena ese nombre.
Sin embargo en la presidencia de Zapatero se puso en marcha un programa de recuperación de la «memoria histórica», que supuso la reapertura de las heridas de la Guerra Civil y la dictadura. En esta línea, Pedro Sánchez ha anunciado la celebración de más de un centenar de actividades conmemorativas del final del franquismo, aunque parece que todavía no saben qué van a hacer, pues no se ha adelantado nada del programa de eventos.
Por otra parte, por primera vez en el periodo democrático hay una importante presencia de la extrema derecha en las Cortes, que posiblemente hagan una «contraprogramación» a la del gobierno de izquierdas.
20 de mayo de 325, CONCILIO DE NICEA
En el extremo opuesto de efemérides demasiado recientes como la muerte de Franco, está el décimo séptimo Centenario del Concilio de Nicea. Prácticamente nadie, salvo los historiadores, tiene idea de qué fue aquel Concilio celebrado hace 1.700 años, y sin embargo sigue rigiendo la vida de cientos de millones de personas. Y es que en Nicea se sentaron los parámetros que han regido hasta ahora al cristianismo, la principal religión del mundo.
Nicea fue el primero de los llamados Concilios Ecuménicos, es decir, «universales», puesto que asistían las autoridades eclesiásticas de todo el orbe cristiano. Lo convocó un Padre de la Iglesia español, el obispo Osio de Córdoba, consejero de Constantino, el primer emperador romano que se convirtió al cristianismo. Constantino veía en el cristianismo un factor de unificación para el Imperio Romano, por lo que favoreció el desarrollo de una religión que había dejado de ser minoritaria. Para el Concilio convocado en Nicea (al Norte de la actual Turquía) financió por ejemplo el viaje de los obispos de todo el Imperio, con sus séquitos.
El Concilio se celebró entre el 20 de mayo y el 19 de junio de 325, acudieron unos 300 obispos venidos de todos los rincones del Imperio, y las crónicas de la época describen cómo muchos de ellos estaban mutilados o tullidos a causa de las recientes persecuciones de Diocleciano, en las que el propio Osio de Córdoba había sido martirizado. El Concilio se enfrentó como principal problema teológico al de la naturaleza de Jesucristo, a quien declaró «Dios y Hombre verdadero». En Nicea se elaboró el Credo, esa oración que en realidad es un compendio de toda la teología cristiana, resumida de forma breve e inteligible.
Tanto la Iglesia Católica -el Papa planea acudir a celebrar el 1.700 aniversario a Nicea, hoy llamada por los turcos Iznik- como el Consejo Mundial de las Iglesias protestantes, planean intensas celebraciones de aquella asamblea que definió y fijó lo que era el cristianismo.
11 de enero de 1875. DESEMBARCO EN ESPAÑA DE ALFONSO XII
Cronológicamente la primera conmemoración que encontramos en el calendario de 2025 es el sesquicentenario (150 años) de la llegada a España de Alfonso XII. Antes de que se cumpliesen dos semanas del pronunciamiento (golpe militar) del general Martínez Campos en Sagunto (véase El fin de año que cambió España, en Historias de la Historia del 22 de diciembre), un joven príncipe que había cumplido hacía poco los 17 años, regresó a España desde el exilio al que lo había arrastrado el derrocamiento de su madre, Isabel II.
Una fragata de hélice, que era lo mejor que podía ofrecer la Armada española, fue a buscarlo a Marsella. Tras una escala en Barcelona el día 9 de enero, llegó a Valencia el 11, y desde allí iría por tierra hasta Madrid, donde hizo una entrada triunfal el 14 de enero de 1875. Empezó así la Restauración, una nueva etapa política concebida por el genio de estadista de Cánovas del Castillo, que supondría medio siglo de ausencia de guerra en suelo español y estabilidad política, lo que no sucedía desde 1808.
De hecho cuando comenzó la Restauración todavía ardía la Tercera Guerra Carlista. Durante su exilio Alfonso había estado formándose como militar en la Academia Teresiana de Austria y en la de Sandhurst, Inglaterra, lo que le vino bien porque su primera función sería ponerse al frente del ejército que luchaba contra los carlistas en el Norte, y que consiguió liquidar esa contienda.
5 de mayo de 1925. EL JUICIO DEL MONO
Un insólito centenario es el del «Juicio del Mono», quizá el más extravagante proceso judicial de la Historia. En marzo de ese año el estado de Tennessee había prohibido la enseñanza en las escuelas de la teoría de la evolución de Darwin por ser contraria a la Biblia. La Unión Americana de Derechos Civiles quería denunciar ese atentado a la libertad, y encontró a un profesor de educación física, John Scopes, dispuesto a sentarse en el banquillo para llamar la atención sobre el desafuero. El 5 de mayo de 1925 Scopes fue formalmente acusado de enseñar que el hombre descendía del mono, de ahí el nombre del juicio.
Las dos Américas se enfrentaron en la sala del tribunal de Dayton, Tennessee, desplegando unos equipos jurídicos impresionantes. La acusación contaba con ocho prestigiosos abogados, capitaneados por William Jennings Bryan, un político populista que había sido tres veces candidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata, y secretario de Estado bajo la presidencia de Woodrow Wilson. En la defensa se alineaban cinco letrados encabezados por Clarence Darrow, el abogado más famoso de América.
Jurídicamente ganó la acusación, puesto que el profesor Scopes fue condenado, aunque la pena fue grotesca por lo leve, una multa de 100 dólares. Sin embargo política y mediáticamente ganó la defensa, pues Darrow ridiculizó hasta tal punto al acusador Bryan que éste se murió del berrinche cinco días después de terminar el Juicio del Mono.
20 de agosto de 1825. EJECUCIÓN DEL EMPECINADO
Es el Bicentenario de un crimen de estado, el gobierno absolutista de Fernando VII había dictado una amnistía para hacer volver a sus enemigos políticos liberales, que habían huido al extranjero, pero la saña que el «rey felón» les tenía a alguno de ellos convirtió la amnistía en trampa mortal.
Juan Martín el Empecinado había sido el guerrillero más famoso de la Guerra de la Independencia, Goya lo retrató en uniforme de húsar y Pérez Galdós le dedicaría un tomo entero de sus Episodios Nacionales. Su familia era de labradores acomodados en el pueblo de Castrillo del Duero, Valladolid. Cuando comenzó la Guerra de Independencia en 1808, un soldado francés violó a una muchacha del pueblo y Juan Martín lo mató, por lo que tuvo que echarse al monte.
Se puso al frente de una partida de parientes y amigos, que enseguida fue cosechando éxitos y aumentando de tamaño. Llegó a tener 6.000 hombres a sus órdenes, un auténtico ejército con el que en 1813 defendió Alcalá de Henares, que levantaría una pirámide en su honor. Alcanzó el grado de mariscal de campo, equivalente al actual general de división, y se le concedió el derecho a llevar como apellido el mote de Empecinado.
Sin embargo cuando Fernando VII volvió a España y reimplantó el absolutismo, Juan Martín fue represaliado por liberal, y desterrado a Valladolid. Tras el pronunciamiento de Riego, en el Trienio Liberal, el Empecinado se unió al ejército constitucional y fue nombrado capitán general. Fernando VII intentó que traicionase la causa de la libertad, pero el Empecinado le mandó un recado: «Diga usted al rey que si no quería la Constitución, que no la hubiera jurado; que el Empecinado la juró y jamás cometerá la infamia de faltar a sus juramentos». Esa sería su sentencia de muerte.
Cuando los Cien Mil Hijos de San Luís impusieron de nuevo el absolutismo en 1823 el Empecinado tuvo que huir a Portugal. Tras la amnistía que dictó Fernando VII en 1824 se le dieron garantías de que podía volver sin temor, pero el rey felón dio orden expresa de que lo detuviesen. Fue sometido a vejaciones y condenado a morir en la horca, pese a que como militar tenía derecho a ser fusilado. Cuando estaba al pie del patíbulo logró romper los grilletes y lucho salvajemente por su vida, aunque el aplastante número de sus enemigos lo redujo, y fue ahorcado.
8 de septiembre de1925. DESEMBARCO DE ALHUCEMAS.
Fue el principio del fin de la Guerra de África, una de las tragedias de la Historia de España en la Edad Contemporánea. En 1925, tras un lustro de lucha infructuosa y sangría constante, tras una crisis política que acabó con la democracia y trajo la Dictadura de Primo de Riera, los acontecimientos comenzaron a mostrarse favorables. El gran caudillo de la rebelión del Rif, Abd-el-Krim, había cometido el error de atacar la parte francesa de Marruecos, con lo que Francia se convirtió en inesperada e importante aliada de España. En julio de 1925 se reunieron en Tetuán el mariscal Petain, famoso héroe de la Primera Guerra Mundial, y el dictador Miguel Primo de Rivera, que había tomado el mando del ejército en África. De ahí surgió un plan arriesgado pero prometedor, un desembarco en la Bahía de Alhucemas, por donde se podía alcanzar fácilmente el corazón de la República rebelde del Rif.
El 25 de septiembre, a las 6’30 de la mañana, comenzó la operación, en la que participaba prácticamente toda la Armada española: dos acorazados, cuatro cruceros, un portaviones, muchos buques menores y 27 transportes, además de una flota francesa de menor envergadura. También había numerosa cobertura aérea hispano-francesa. Con ese apoyo debían desembarcar 8.000 hombres el primer día, de los que formaban la punta de lanza dos banderas (batallones) de la Legión, al mando del coronel Francisco Franco. Aunque la Bahía de Alhucemas está defendida por 20 baterías de artillería y numerosas ametralladoras, los legionarios desembarcan con el agua al pecho y cargan a la bayoneta, logrando conquistar las lomas y asegurar la playa para los siguientes desembarcos. La cifra de bajas fue muy baja para lo que era la Guerra de Africa, 124, y el éxito le valdría a Franco un ascenso que lo hizo el general más joven de Europa, y un prestigio que le permitiría convertirse en Caudillo en la Guerra Civil.
23 de diciembre de 1925. SAUD CONQUISTA ARABIA
Nadie en Europa prestó atención en vísperas de la Navidad de 1925 a la noticia llegada de Arabia, que sin embargo iba a determinar nuestras vidas hasta el día de hoy. Un jefe de beduinos del ignoto territorio central de la Península Arábiga se había apoderado de la ciudad de Yeda, en la costa del Mar Rojo, la puerta de entrada de los peregrinos de La Meca.
Esa conquista ponía fin a una guerra entre árabes, que había enfrentado a Hussein, rey de Hiyaz y Guardián de los Santos Lugares de La Meca y Medina, favorito del famoso Lawrence de Arabia para dirigir la rebelión contra los turcos y convertirse en líder de la nación árabe, y al desconocido Ibn-Saúd, emir del Néyed y jefe de una secta religiosa ultra fundamentalista, los wahabitas. La victoria de éste le convertiría en el rey Saúd de Arabia, que ocuparía el trono hasta 1953.
Pero en los años 30 unos prospectores de la Standard Oil de California encontraron la mayor fuente de petróleo del mundo en las tierras de Saúd. Para explotarlo se forjó una alianza comercial, la ARAMCO (Arabian American Company), y una alianza política que ni siquiera los atentados del 11-S, cometidos por saudíes, lograron mellar. Con ese apoyo político de la primera potencia mundial, y sus «oro negro», los sauditas hacen lo que quieren y se quedan con nuestro fútbol, ¡quién lo hubiera adivinado hace 100 años!
28 de diciembre, 1925. LA ESPANTÁ DEL PRÍNCIPE CAROL
El imperio de las redes sociales ha convertido al cotilleo en la principal manifestación cultural para millones de personas, pero lo cierto es que siempre ha habido un gusto morboso por los pecados de los poderosos y los famosos. Para cerrar los centenarios que se conmemoran en 2025, no está mal la inocentada que se le ocurrió al príncipe Carol de Rumanía, futuro rey, el 28 de diciembre de 1925, cuando anunció que renunciaba al trono por amor y se fugó con su amante Magda Lupescu a París.
Era la segunda vez que hacía esta faena. En 1918, en plena Primera Guerra Mundial, Carol desertó del ejército y se fugó a Rusia con una joven plebeya, Zizi Lambrino, de la que se había enamorado perdidamente. Los fugitivos se casaron en Kiev, pero el Tribunal Supremo de Rumanía anuló el matrimonio y fue forzado a casarse con la princesa Elena de Grecia, con la que tuvo un hijo.
Mientras tanto Carol estaba totalmente entregado a Magda Lupescu, una «aventurera» de origen judío, según la Enciclopedia Británica, mujer de enorme atractivo sexual, casada, pero que había tenido muchos amantes. Carol y Magda vivieron un exilio dorado entre París, Londres y los sitios de moda, provocando escándalo y protagonizando los cotilleos de la prensa rosa europea. Pero a los cinco años Carol se cansó de esa vida, echó de menos el poder, y organizó un golpe de estado, arrebatándole la corona a su propio hijo, Miguel, que tenía ocho años. Carol reinaría entre 1930 y 1940, boicoteando el sistema democrático y enriqueciéndose personalmente, con su amante Magda Lupescu instalada en el Palacio Real, ejerciendo lo que sus enemigos llamaban «la siniestra influencia judía en palacio». En 1940 hubo otro golpe de estado, esta vez contra Carol, que se fugó de Rumanía en un tren cargado de objetos de valor y con Magda a su lado.