El Real Madrid culmina a lo grande su histórico 'playoff' contra el Partizán de Belgrado
Los de Mateo se citan con el Barça en semifinales de la Euroliga tras remontar la serie y el quinto partido a Partizán
El Real Madrid culminó una remontada histórica en Euroliga por partida doble al ganar (98-94) este miércoles al Partizán de Belgrado cuando llegó a ir 18 puntos abajo en el inicio de la segunda parte, culminando en el quinto y definitivo encuentro en el WiZink Center un ‘playoff’ nunca visto, que le cita con el Barça en semifinales.
El equipo de Chus Mateo ató la ‘Final Four’ como quizá solo pueda hacer un 10 veces campeón. Cada cuarto se hizo eterno al Partizán, a pesar de tener arrestos para asediar a triples el Palacio y ponerse 41-59 en el inicio del tercer cuarto. Sergio Rodríguez (19 puntos y 26 de valoración) lideró al club de las remontadas, el que siempre vuelve, para ir a Kaunas a por la undécima.
El final de un ‘playoff‘ único en la historia de la Euroliga se tornó blanco tras el descanso. Punter (28 puntos) fue la estrategia de los visitantes hasta casi el último segundo; antes, defensa y orden a lo Obradovic que no pudieron contener el vendaval rival. La tensión, con casi 13.000 espectadores en las gradas, se podía cortar con un cuchillo de untar. El listón de agresividad fue el máximo ya desde el salto inicial y el Partizán entendió mejor la batalla y la lectura de los árbitros durante 20 minutos.
El Madrid recibió dos técnicas por las protestas por la sensación real de que se pitaba más en contra que a favor y el equipo serbio se marchó al descanso con un jugoso 39-55. La tensión extrema, la sensación del todo o nada, pesó más aún en los locales en el segundo cuarto, cuando el Partizán encontró el triple (18 puntos desde ahí).
El equipo de Obradovic supo jugar mejor bajo presión en el primer tiempo, aunque cuando el partido ya quemaba el guion cambió. Mateo sorprendió con la apuesta de Ndiaye sobre Leday y ayudando a un Tavares muy encimado. Hanga, Musa y Williams-Goss dieron el uno contra uno que pedía la ‘final’, pero el cuadro visitante encontró soldados dispuestos también: Exum y Papapetrou.
La intensidad dejó baches, con cuatro pérdidas en los blancos por ninguna de los serbios en el 22-23 del primer cuarto. Pudo ser la señal de que Partizán estaba un punto más metido en el encuentro, a lo que añadió el acierto de Punter. El verdugo del primer partido volvía a la acción tras la sanción del segundo y lo hizo con ganas.
Sin el estadounidense, el cuadro de Belgrado perdió en casa sus dos partidos, una larga espera que supo canalizar para volver a ser el mejor. Con sus 12 puntos en el segundo parcial, otros nueve de Nunnally y el despertar de Lessort, el Madrid se vio a remolque pese a una buena entrada de Sergio Rodríguez. Llull y Rudy Fernández no acertaron desde fuera y la última vida blanca se agotaba (39-55).
El Madrid, a lo grande
La defensa local perdió el norte y siguió desorientada en la reanudación (41-59). El equipo blanco lo quiso ganar más con el corazón que con la cabeza, donde demostró serenidad pasmosa un club que llevaba 13 años sin jugar ‘playoffs’ y que fue capaz de silenciar el Palacio por momentos. Una mayor confianza permitió a Punter y Exum enchufar de tres, pero la estrategia parecía corta ante un 10 veces campeón y en su casa.
El tercer parcial se le hizo interminable a los serbios. Musa, Sergio Rodríguez y Hanga fueron el pico y pala de un Madrid encomendando también a la fuerza del Palacio. El pabellón de la calle Goya terminó de explotar al ver caer a Exum encima de Rudy y Musa formar los tres tiros libres de un 69-76 caliente al último cuarto. La máquina blanca conectó y dejó 59 puntos en los otros 20 minutos, un golpe en la mesa que se sintió seguro en Barcelona.
De un +18 en el inicio de la segunda parte, el Partizán se vio arrollado por la ola blanca. Otra treintena de puntos en el parcial definitivo, con un Chacho imparable y un Sergio Llull que no se quiso perder la fiesta. El regreso a casa de Obradovic, nueve veces campeón de Europa como entrenador desde la primera con los suyos en 1992, fue lo que murió en la orilla, en busca de ganar un quinto partido a domicilio. Punter trató de evitarlo pero la historia volvió a ser blanca.