Jero García: «El problema del boxeo es que era el deporte favorito de Franco»
El boxeador que fue Hermano Mayor en televisión debuta en la literatura con su novela ‘Cola de lagartija’
«Todos tienen un plan hasta que reciben la primera hostia», lo podía haber dicho Séneca, pero lo dijo Myke Tyson, otro gran pensador. Jero García (Madrid, 1970) de golpes sabe un rato, y aunque no se defina como pensador, también lo es. En realidad es un hombre del Renacimiento, boxeador estrella, padre terrible reconvertido en educador de padres, entrenador de famosos y de chicos de barrio, conferenciante, y a eso habrá que sumarle la actuación, su otra amante, y su fama catódica con Hermano Mayor. Ahora estrena faceta como novelista con su Cola de lagartija. Que comiencen los golpes.
PREGUNTA.- Va a ser un comienzo raro. Pero si yo ahora mismo le atacara vilmente y usted me tuviera que calzar una hostia, ¿qué podría hacer para defenderse?
RESPUESTA.- Hay mucha indecisión en esta pregunta porque estás diciendo que yo te ataco, tú me metes un puñetazo, pero y cómo te defiendes, si ya va implícito. Si yo te meto un puñetazo, no hay mejor defensa que un ataque. Buscaríamos la mandíbula, meterte bien el nudillo y tal. Y a dormir, que se apaguen las luces. Aparte me pilla de zurdo, ¿y sabes cómo me llamaban a mí? El Zurdo Loco.
P.- ¿Recuerda Jero García cuando mandó por primera vez a alguien a dormir?
R.- Era muy pequeño, en el colegio. También con la zurda.
P.- ¿Por qué el boxeo no es un deporte violento?
R.- Porque no es violento, violencia es forzar a alguien. En boxeo no forzamos a nadie. Cada uno hace boxeo porque quiere. Es agresivo, por supuesto, pero tiene una agresividad implícita y completamente reglada. No como otros deportes que utilizan la agresividad como trampa. Nosotros no, la agresividad es implícita y la agresividad al final es algo que tenemos nosotros, que es como instintivo, que es como el sistema defensivo que tenemos. Entonces, al final es el boxeo la máxima expresión de pegar y que no te peguen al boxeo.
P.- Al boxeo no se juega.
R.- Nunca.
P.- No hay niños jugando a boxeo, ¿Por qué?
R.- Es peligroso, muy peligroso. ¿Qué ocurre cuando estamos hablando de boxeo peligroso? Estamos hablando de boxeo de competición. Lo maravilloso de mi deporte, del noble arte es que hay un boxeo en el que no hace falta pegarse para sentirse boxeador. Porque el boxeo te acerca al carácter primario del animal, que es jugar a pelear. Tú puedes jugar a pelear con un saco perfectamente y sentirte boxeador.
P.- ¿Estamos en una sociedad más violenta que hace años?
R.- Sí, claro, pero eso es normal. Al ser una sociedad más débil, intenta reafirmarse a través de la agresividad y a través de la violencia. Lo noto en los chavales, poca tolerancia a la frustración, pocas herramientas para superarla. Y eso conlleva más violencia, más agresividad. Es la ecuación.
P.- Ya que siempre se habla de la división entre los españoles, de la poca concordia que tenemos, ¿qué haría Jero García para unir a los españoles?
R.- Sacar las emociones. Estamos muy cabreados tanto los de un lado como los de otro. Hay que ser más racionales, porque si no nos vamos a pegar mucho tiempo.
P.- Entre las muchas cosas que hace Jero García, ha escrito su primera novela, Cola de lagartija. Un libro que tiene mucho de su autor.
R.- Cola de lagartija tiene mucho de mí, pero tiene mucho de mis boxeadores.
P.- ¿Ha robado historias de los demás?
R.- De todos, yo soy un auténtico trilero, tú lo sabes.
P.- Totalmente, Jero García es un hombre de barrio y eso se nota.
R.- A mí me cuesta muchas veces, cuando hago tele, a mí me sale mucho el deje del barrio. Me sale mucho el barrio, sobre todo cuando subimos las pulsaciones.
P.- Este libro lo empieza a escribir en una depresión o en un momento muy jodido.
R.- Era depresión pura y dura. A lexatin, orfidales, viviendo debajo de una manta, disimulando todo lo que podía para que mi mujer tampoco se afectara, y que yo tengo cuatro hijos y si yo me vengo abajo se me viene abajo el castillo de naipes. Entonces bueno, fui aguantando como pude y a través de leer y de la escritura pues fui saliendo. Pero vamos, el punto de inflexión de esa depresión principalmente fue encontrar otra vez la paz entre los golpes del boxeo.
P.- ¿Le afectó especialmente la pandemia?
R.- Sí, soy un TDAH de manual. Y cuando tú encierras a un TDAH se sube por las paredes. Si a eso le sumas todos los traumas que yo tuve los últimos tres años de mi vida, que se me murieron mi padre y mis dos mejores amigos, y uno de ellos tres semanas antes. Había que llevarlo.
P.- ¿Y cómo fue la salida de la pandemia de Jero García?
R.- La salida fue solidaria. Me llamó el concejal de Distrito de Aluche, y me dijo «Jero, te necesito». Me llamó y me obligó a salir de casa para ver las colas del hambre, las cocineras y las cocinas solidarias de Chema de Isidro. Y en ese momento pensé que algo tenía que hacer, se me ocurrió lo único que sé hacer, boxear. Entonces me puse delante de una pantalla de ordenador y empecé a boxear para toda la gente. Arranqué con 50 personas y acabé con 700. Eran clases de boxeo solidarias y toda la gente iba donando todo el dinero que podía a la Fundación. Y yo iba comprando comida. Compré casi más de tres toneladas de comida para las colas del hambre.
P.- ¿Cómo se vive con hiperactividad?, ¿eso se lleva para toda la vida?
R.- En mi caso sí. Ahora mismo hay un sobrediagnóstico de TDAH. Hay muchos niños que se le está diagnosticando porque realmente lo tienen, pero es un comportamiento TDAH. Tenemos que diferenciar lo que es el TDAH genuino con el demonio, naces con la cola de lagartija. Y luego está el comportamiento TDAH, que es la sobreestimulación que posiblemente se la hayan dado sus padres con las maquinitas, no llevándolos a hacer deporte, no llevándolos a la naturaleza. Pero vamos, sobre todo con los nuevos TIC, el mal uso de las nuevas técnicas de información y de comunicación. Tú sobrestimulas a un niño, pues el niño sobre estimulado es un imperativo. Un niño hiperactivo suele ser impulsivo, sobre todo si le quitas eso. Y un niño que es hiperactivo y es impulsivo, pues suele tener déficit de atención.
«La generación de cristal son los padres, están acojonados»
P.- Ser hiperactivo con 53 años, ¿eso cómo se lleva?
R.- Tengo bastantes herramientas y me voy enfocando, pero yo por ejemplo, para que te hagas una idea, yo puedo escribir un libro en un bar lleno a las 15.00 de la tarde durante 20 minutos. Durante 20 minutos pueden caer bombas, pero esos 20 minutos hago la mejor literatura que te puedas imaginar. Eso sí, en el minuto 21 ya puedo pasar una mosca que se me va.
P.- Al protagonista le pasa que al principio confunde el miedo con el respeto, ¿lo confundimos mucho?
R.- No tiene nada que ver, lo que pasa que se confunde. Hay un fino hilo que los separa. El respeto se gana de otra manera, no dando miedo. Pero cuando no tienes herramientas y cuando tú no tienes conocimiento, te abrazas mucho intentando dar miedo para infundir respeto.
P.- ¿Jero García a qué tiene miedo?
R.- A no superar los miedos. Ese es mi verdadero reto. Porque miedo hay que tener, lo que no podemos hacer es intentar evitar no tener miedo. Eso es ser cobarde.
P.- El mejor amigo de un boxeador es el miedo.
R.- Pero tu mejor amigo puede convertirse en tu peor enemigo si no sabes tratarlo.
P.- Porque uno está cagado cuando sube a un ring.
R.- Claro, por supuesto. Pero eso tú tienes que canalizarlo y enfocarlo a la concentración. Máxima atención. Siempre he tenido miedo al subir a un ring. He subido 71 veces a un ring y las 71 veces he subido con miedo, pero ese miedo me ha ayudado.
P.- Estuvo Manu Marlasca en El purgatorio, y hablando de la sociedad, él veía una falta de respeto, sobre todo a la autoridad.
R.- Él habla mucho de eso. Hemos coincidido ahora en un programa que es de asesinos, colaboro cuando hablamos de violencia de niños que matan a sus padres o a sus abuelos y ahí coincidimos. Y él tiene toda la razón. Él habla de autoridad, yo hablo de límites.
P.- ¿Ya no hay autoridades?, ¿no hay respeto hacia ellas?
R.- Porque no se la ganan. La autoridad, el límite hay que ponerlo desde el principio. Lo que no puedes pretender es que un niño con diez años navegue sin ningún tipo de norma, de paso, de límite y luego cuando tiene 12, ponérselas. En ese momento pierdes toda la autoridad. A un niño hay que ponerle la pauta, la norma y el límite desde que nace.
«Estamos ante una sociedad más débil y, por lo tanto, más violenta»
P.- Cuando se habla de la generación de cristal, Jero García habla de los padres.
R.- La generación de cristal son los padres. Volvemos al miedo. Nosotros como padres somos unos padres acojonados. Y ¿qué hacemos? Les traspasamos ese miedo, ¿Por qué? Porque intentamos evitar que lo tengan. No, no, tú tienes miedo, pues que vean tus hijos que lo tienes y que lo superas. ¿Con qué? Con coraje y fuerza. Y ese es el mayor ejemplo que le puedes dar a tus hijos, que tus miedos son superados por ti. Ese es el mejor ejemplo, porque no hay mejor forma de influir que el ejemplo.
P.- Y que los niños se tienen que caer por la calle para hacerse daño.
R.- Y tienen que saber que tú vas a estar para ayudar a levantarse, no vas a estar para evitar que se caiga. Y yo he sido el peor padre del mundo, por eso tengo la legitimidad de poder decírselo a todos. De hecho, me he formado en ello. Piensa que yo fui padre casi adolescente, con 22 años, pero era un salvaje. Era un demonio con el pelo largo, los brazos tatuados y una furgoneta llena de pegatinas.
P.- Que la vida injusta ya lo sabemos, lo va comprendiendo uno conforme se hace mayor, pero, ¿por qué no se lo decimos a los niños, a los jóvenes?
R.- Por miedo. Por miedo a que lo sepan, por miedo a que sufran. Es que tienen que sufrir. Aquí nosotros estamos intentando que nuestros hijos aprendan a esquivar. Que aprendan a encajar, porque la hostia va a llegar más pronto que temprano.
P.- ¿La violencia sirve para algo?
R.- No, la violencia no sirve para nada. La agresividad sí, pero la violencia no.
P.- ¿Y para qué sirve la agresividad?
R.- La agresividad para defenderte.
P.- Aquello de una hostia a tiempo, ¿Jero García está de acuerdo con ello?
R.- Pero es que una hostia es metafórica. A lo mejor una hostia no debe ser física, puede ser verbal o puede ser psíquica. Una hostia puede ser una buena charla, mi hijo hace algo mal y sentarle y explicarle las cosas serias puede ser la mejor hostia del mundo.
P.- Y para el boxeo, ¿es necesario tener un punto de arrogancia, un punto de ego?
R.- Cuando veo un boxeador arrogante, veo un boxeador con mucho miedo que no es capaz de superarlo. Yo cuando veo un boxeador humilde, ojo cuidado, que ese sabe lo que hay. Muchas veces la prepotencia, la soberbia, lo que hace es tapar tus debilidades, porque tú necesitas sentirte que eres mejor que los demás con esa arrogancia y esa soberbia. Para mí es un atisbo de debilidad.
P.- ¿Qué le pasa al boxeo para que no esté tan presente en la sociedad? Porque he escuchado a periodistas, a Jaime Ugarte, por ejemplo, y otros decir que antes estaba mucho más presente incluso en la televisión, en la sociedad propia, ¿le ha pasado al boxeo algo parecido a lo ocurrido en torno al toreo?
R.- Un poco sí. En un momento dado se ha visto como que es de un rollo conservador y se echa a un lado. El problema que ha tenido el boxeo es que era el deporte favorito de Franco. De hecho, su médico personal era el presidente de la Federación. Pero claro, luego pasó al reverso tenebroso. De hecho, ahí hay un periódico muy importante de este país de tono progresista que en su libro de estilo tiene prohibido hablar bien del boxeo. Se dice el pecado, pero no el pecador.
P.- ¿Cree Jero García que se recuperará la imagen del boxeo?, ¿qué volverá a estar más en la sociedad y que volverá a una televisión pública?
R.-Pero es que la televisión ha cambiado. Vamos a ver, es que ahora mismo tenemos boxeo en todos los sitios. Y ahora mismo, el que quiera verlo, tienes cuatro o cinco canales todos los fines de semana echándote boxeo. Y la televisión pública en las últimas olimpiadas ha emitido boxeo. Vamos a ver si en estas también cuenta con nosotros.
«Hay más respeto y menos violencia en un ring que el Congreso»
P.- Siempre pensamos cuando hablamos de acoso escolar, los que sois padres, en que mi hijo no sea al que le pegan, al que le hacen bullying. Nunca pensamos en la otra parte, que mi hijo no sea el que pega, no sea el que acosa. Tenemos esta idea de padres que no quieren que sus hijos sean las víctimas, pero no les preocupa tanto que sean los victimarios, que sean los que pegan.
R.- Claro, por eso estamos abogando por una Ley Orgánica de Protección Integral contra el Acoso Escolar. Que esos padres que no se preocupan de formar y educar a sus hijos puedan llegar a ser imputados por un delito de no haber educado bien a tu hijo y tu hijo a haber provocado un determinado mal a otro. Los políticos por ahora no se han preocupado mucho de este asunto, se están preocupando de otro tipo de violencias que lo están haciendo bien. Pero creo que el acoso escolar no lo están mirando.
P.- Un acoso que antes se circunscribía al aula. Ahora ya no, ahora ya sale.
R.- El 50% de los niños acosados en el colegio sufren ciberbullying. Vamos a ver, el bullying ha crecido en cantidad y ha crecido en calidad. Y cuando hablamos de calidad hablamos de crueldad. ¿Por qué? Porque los niños están desnaturalizados, los niños no empatizan con el dolor que cometen. Yo, en un momento determinado en mi vida fui acosador aunque no lo supiera y me liaba a collejas con la gente. Pero yo sabía hasta dónde, pero ahora los niños, por esa desnaturalización que puede venir de determinados sitios y razones, ahora no empatizan con el dolor y no paran. Estamos muchísimo peor que hace años. Piensa que los últimos estudios sacados por la Fundación Colacao y la Universidad Complutense hace unas semanas, casi 300.000 familias estaban bajo el paraguas del acoso escolar. Casi 220.000 de niños acosados y casi 75.000 de niños acosadores.
P.- Viene de un barrio obrero, de unos padres currantes, con un origen humilde. ¿Ha vivido también una evolución política?, ¿pensaba antes cosas que ahora no piensa de la política o al revés?
R.- Voy variando. Yo siempre intento apoyar a las personas que me ayudan a dar de comer a mis hijos. Lo que pasa es que casi siempre me he equivocado. No he acertado mucho. Y la verdad es que la política no me preocupa absolutamente nada. Me preocupa la sociedad. Mira, la política ni me va ni me viene, soy un apolítico incorrecto. Yo voto, por supuesto que voto porque creo que ha habido gente que no sólo en nuestro país, sino a lo largo de la historia y a lo largo del mundo, se ha dejado la vida para que exista una democracia. Y creo que hay que votar, pero mi voto es blanco.
P.- ¿Y conoce políticos aficionados al boxeo?
R.- No tengo mucha relación con ellos. Y claro, como nos quedamos en los barrios, tampoco veo que vengan mucho. De todas formas, ya lo dije en su tiempo, hay más respeto en un ring en el Congreso de Diputados. Hay menos agresividad y menos violencia.
P.- Ya que hemos empezado con las hostias, ¿es Jero García un hombre muy cariñoso?
R.- Mucho, y eso me ayudó a la interpretación. Por mi TDAH, yo me metí en mí mismo durante muchos años. De hecho, aunque parezca mentira, era muy tímido y solamente hablaba en monosílabos y gruñidos. Pero empecé a estudiar interpretación, apareció mi hija también, y es verdad, yo estoy casado con el boxeo, pero mi amante cruel son las artes escénicas. Por eso me encanta hacer conferencias, porque al final interpreto un poco.