¿Quién es Jesús Gil Manzano?
Este árbitro está preseleccionado para la Eurocopa de este verano, pero se mantiene en el ojo de la polémica en LaLiga
El árbitro Jesús Gil Manzano lleva en boca de buena parte de los españoles desde las once de la noche del pasado sábado, cuando hizo sonar su silbato justo en el instante donde un centro de Brahim acabó en la cabeza de Bellingham y este se introdujo en la portería del Valencia. Gol que no subió al marcador dado que se considera fuera de tiempo, conforme recoge la norma nueve de la International Board.
Desde entonces el colegiado extremeño de 40 años se ha convertido en el centro de todas las iras. Según ha podido averiguar THE OBJECTIVE, el árbitro, desde su retiro natal en Don Benito (Badajoz), es consciente de su error, de su enorme torpeza, por no haber concluido el encuentro de otra forma. Pero también sabe que estos son «gajes del oficio».
Más en su caso, porque la carrera del extremeño no ha sido fácil desde que llegó a la élite del arbitraje en el año 2012. Su ascenso antes fue meteórico, con una condición física que ya asombró al estamento arbitral en los primeros cursos nacionales a los que acudió como árbitro de Tercera división. No en vano fue campeón de Extremadura de atletismo en 3.000 y 5.000 metros cuando apenas era un niño.
Apenas seis años fue lo que tardó en ascender desde que llegó a la Segunda B en el año 2006 hasta su debut en Primera división en el año 2012. El 25 de agosto del 2012 vio cumplido un sueño que tenía desde que, con apenas 11 años, decidió seguir los pasos de su hermano Carlos que quería ser también árbitro. Ese día debutó en un Málaga-Mallorca en la Rosaleda, y lo hizo con apenas 28 años. En unos meses cumplirá doce años en la élite arbitral donde, si nada lo evita, podría estar hasta casi el Mundial del 2030. Para entonces tendrá 46 años de edad.
En apenas dos años ya recibió su condición de internacional que estrenó el 1 de enero del 2014. Ese mismo año fue designado para su primer clásico del fútbol español. Fue el 25 de octubre en el Estadio Santiago Bernabéu.
Todo iba a pedir de boca hasta que llegó el 28 de enero del 2015. Ese día pitaba la ida de cuartos de final de Copa entre el Atlético de Madrid y el Barcelona. Y fue en el minuto 48 cuando Arda Turan lanza una de sus botas por encima de uno de los dos asistentes del colegiado extremeño. Gil Manzano no lo consideró como agresión a su asistente y sancionó al futbolista turco con tarjeta amarilla en lugar de expulsarle. Una jugada que le dejó marcado al colegiado extremeño.
La expulsión de Diego Costa en el 2019
Aunque el golpe fue duro y le tuvo un tiempo un poco tocado, Gil Manzano supo rehacerse. Ya saben el dicho: «lo que no te mata, te hace más fuerte». Y esto es lo que sucedió con este colegiado, al que desde entonces no le ha temblado el pulso a la hora de hacer frente a situaciones límite como la expulsión a Diego Costa en abril del 2019, en otro duelo entre el Atlético de Madrid y el Barcelona. Esta vez en el Camp Nou y en el campeonato liguero.
Según el acta arbitral, el hispano brasileño le dijo a la cara: «Me cago en tu puta madre, me cago en tu puta madre». Expulsión que provocó que el jugador le agarrase en su reacción de ira. Diego Costa fue castigado con ocho partidos sin jugar: cuatro por el insulto y otros cuatro por este agarrón.
Más reciente es el incidente sufrido con Robert Lewandowski en diciembre del 2022 en un Osasuna-Barcelona. El colegiado internacional expulsó por doble amarilla al polaco que se llevó la mano a la nariz (en un gesto donde insinuaba que podría estar «ido») cuando se iba a los vestuarios. Gesto que supuso una sanción de tres partidos al polaco.
En definitiva, Gil Manzano ha demostrado una gran personalidad que no le ha influenciado a la hora de tener que tomar decisiones que, pese a ser llamativas, se ajustaban al reglamento: pitar tres penaltis en contra al Real Madrid en Mestalla, ser el único colegiado que ha expulsado a Messi en la liga española…
Considerado el mejor árbitro español del momento
Quienes le llevan viendo desde sus inicios reconocen que además estamos ante el Gil Manzano menos impetuoso de su extensa carrera arbitral. Mucho más pausado y reflexivo en la toma de decisiones, como consecuencia de su dilatada experiencia. Ahora mismo es el mejor árbitro español del momento.
Basta ver sus designaciones en la presente temporada en Primera división. Fue el árbitro del Clásico el pasado mes de octubre en el Estadio Olímpico (el tercero de su carrera), dos jornadas después del derbi sevillano en el Sánchez-Pizjuán o del choque entre Athletic Club de Bilbao y Atlético de Madrid en San Mamés. A esto se suma el citado Valencia- Real Madrid de Mestalla.
En Copa pitó el duelo de cuartos entre el Atlético de Madrid y Sevilla, junto a la semifinal de vuelta decidida en los penaltis entre el Real Sociedad y Mallorca. Ya sabe lo que es pitar una final de Copa, como hizo en el 2018 entre Sevilla y Barcelona. En enero del 2021 pitó la final de la Supercopa entre Barcelona y Athletic Club de Bilbao.
Nadie le ha regalado nada en UEFA y FIFA
Y luego está su trayectoria en Europa. Conviene saber que tampoco a nivel internacional le ha sido fácil a pesar de que ya le conocieron en el año 2011 cuando acudió al curso del CORE de jóvenes talentos cuando apenas tenía 27 años. Allí acuden los árbitros que proponen las federaciones nacionales, considerando su proyección internacional. Pero luego se ha tenido que ir haciendo un eco ante auténticos mastodontes del arbitraje español, donde cuando llegó estaban Undiano Mallenco o Velasco Carballo. Con el madrileño precisamente acudió a la Eurocopa del 2016, entonces como juez de área. Su otro compañero era el también madrileño Carlos del Cerro Grande.
Precisamente Del Cerro, retirado el pasado verano, junto al valenciano Mateu Lahoz —también retirado hace menos de un año—han sido los que han protagonizado el arbitraje español estos últimos años a nivel internacional. Del Cerro y Mateu fueron los árbitros de la Eurocopa del 2021 y Mateu el español elegido para los últimos mundiales de fútbol.
Pero, en estos últimos años, Gil Manzano se ha ido haciendo un hueco en Europa y en FIFA. En el mismo verano del 2021 fue el elegido por UEFA para acudir a la Copa América, convirtiéndose en el primer árbitro europeo que pita en el torneo sudamericano de selecciones. Tres partidos pitó en este torneo, llegando hasta el duelo de cuartos entre Uruguay y Colombia.
En la Liga de Campeones su crecimiento ha sido exponencial. Competición donde no regalan nada. La temporada 2020-2021 ya llegó a pitar un partido de cuartos entre Benfica y Liverpool. Antes dirigió el choque de octavos entre Chelsea y Lille. Pero su gran salto fue la campaña pasada cuando fue designado para la semifinal entre Milan e Inter, duelo milanés que fue el premio a su extraordinario arbitraje en octavos entre el Borussia de Dortmund y Chelsea, así como en el choque entre el Manchester City y Bayern de Munich. Es candidato para poder pitar una final de la máxima competición de clubes y también está en todas las quinielas para estar en la Eurocopa del próximo verano en Alemania. Lo mismo que para el Mundial del 2026.
Miembro de la actual Comisión Delegada de la RFEF
Al aspecto arbitral se suma su formación personal y universitaria. Gil Manzano está licenciado en Ciencias Ambientales en la Universidad de Salamanca y tiene distintos másteres. Además se está formando a distancia en la licenciatura en psicología, tan importante en su vida. Pero Gil Manzano tiene una fuerte presencia en la actual estructura federativa. Es miembro desde el año 2020 de la actual Asamblea General como uno de los cuatro árbitros profesionales que cuenta este organismo.
Además, y como consecuencia de ello, es el representante arbitral de la actual Comisión Delegada de la RFEF. Organismo formado por doce miembros y que, entre sus funciones, está la modificación del calendario deportivo; la modificación de los presupuestos o la aprobación y modificación de los Reglamentos.
Ya saben quién es Gil Manzano. Sabe que se ha equivocado, pero esto no puede empañar una carrera donde ya tiene páginas muy importantes y donde le quedan muchas otras por escribir.