Prefiere mirar hacia delante, pero no suelta prenda. Carlos Sainz, el único piloto de la parrilla que derrotó a los Red Bull el año pasado, mira con cierta ilusión al que será su última temporada en Ferrari. Desde hoy tiene coche nuevo, el SF-24, que augura mejores prestaciones que el del año pasado.
El año pasado Ferrari se descolgó con un monoplaza demasiado parecido al del año previo. Ante la escasa evolución, era lógico que el resto de equipos avanzasen y ellos quedasen algo rezagados. Todo indica que fueron víctimas de los límites presupuestarios, con fondos gastados en los estertores de la temporada 2022, y que diezmaron la capacidad de desarrollo del coche siguiente, el del año pasado.
Coche más sencillo, peores resultados
Debido a ello, sus dos pilotos sumaron menos puntos, lograron menos podiums, y la Scuderia bajó un escalón en la tabla con respecto a la temporada previa. En buena lógica, y viendo un SF-24 con algunos detalles diferenciadores con respecto al monoplaza de 2023, bien podrían esperarse otros resultados, aunque hasta que no se ponga el coche en pista, no podremos saber nada.
En 2023 los dos pilotos pelearon con un coche complicado de manejar, caprichoso y temperamental, cuyos límites resultaban difusos a la hora del manejo. Sus dos titulares se quejaron muchas veces de lo imprevisible que resultaba ocasiones. Por eso es fácil entender las palabras de Enrico Cardile, director técnico de la formación, cuando afirma que «se puede decir que cada zona del coche ha sido rediseñada. No nos hemos impuesto ninguna otra limitación de diseño que la de obtener un monoplaza robusto y sincero que se comporte en la pista como lo que vemos en el túnel de viento».
Charles Leclerc parece hacerle eco al afirmar «el nuevo monoplaza promete ser menos sensible y más manejable, y para nosotros, los conductores, es exactamente lo que necesitamos».
A falta de un análisis técnico pormenorizado, salta a la vista cierto cambio cromático en su diseño. Al característico rojo (mate) de Ferrari, se le han añadido detalles blancos y amarillos. Estos dos colores siempre han estado asociados al equipo, pero se hace ahora por otro motivo. Leclerc, monegasco, representa al blanco, y Sainz el amarillo. Las banderas nacionales de ambos pilotos combina el rojo, igual que Ferrari, con un único color, blanco y amarillo para cada uno.
El guiño personal de Maranello hacia sus dos titulares carrera cierta carga de meaculpismo por parte de la dirección. La atmósfera laboral en Ferrari se ha enrarecido tras el anuncio de la llegada por parte de Lewis Hamilton. Carlos Sainz saldrá por la puerta tras la última carrera de 2024 sin tener un destino claro a día de hoy. Al madrileño le espera una temporada incómoda, aunque quiere quitar hierro al asunto. Carlos Sainz doblegó a los Red Bull de Max Verstappen y Checo Pérez en Singapur el año pasado. Fue el único que lo logró en toda la temporada, y su premio es la salida ante el aterrizaje de Lewis Hamilton en 2025.
Otra música le tocará bailar a Charles Leclerc, que de manera previsible se verá obligado a asumir el papel de escolta del siete veces campeón británico a su llegada. Va a ser una temporada agria para los dos, sabedores de que acabarán siendo perdedores en este juego, antes incluso de haber comenzado. Es el riesgo de realizar anuncios tan prematuros; siempre acaban introduciendo elementos extradeportivos que suelen afectar de forma negativa al funcionamiento regular de las escuderías.
A pesar de todo, y de mostrar sonrisas de compromiso en las imágenes de la presentación, Sainz se ha mostrado honesto y expectante. «Espero que sea un coche diferente. El coche del año pasado no era suficiente para luchar por un Mundial y el objetivo de este año es volver a tener opciones de luchar por el Mundial y plantarle cara a Red Bull» ha afirmado en el acto. «De momento, en el simulador se transmiten cosas positivas, pero hasta que no veamos dónde están nuestros rivales, va a ser muy difícil», añade.
Simulaciones positivas
Carlos ha pilotado mucho este monoplaza en el simulador y las sensaciones son positivas. Afirma que el coche se aprecia distinto al de 2023, con un nuevo método de ajustes, y que ofrece otras posibilidades a la hora de pilotarlo. Ferrari dispone de uno de los simuladores más avanzados del mundo fabricado por la firma británica Dynisma. Desde que lo utilizan, han apreciado una correlación más cercana entre sus simulaciones y la realidad.
Sainz abunda en su nuevo monoplaza. «Por supuesto que, al final, los pilotos tenemos influencia en el diseño, sobre todo, en la información técnica que damos a los ingenieros, que queremos que el coche nos transmita ciertas sensaciones para que nos dé confianza y saber extraer el máximo potencial. Estoy seguro de que este coche será un paso hacia delante en ese sentido».
Sainz se concentra en su presente
Carlos Sainz, uno de los corredores más profesionales, serios y trabajadores de la parrilla, no deja atisbos de decepción en sus palabras, sino más bien lo contrario, sabedor del destino que le espera al acabar el año. «Hay que estar atentos y centrarse en todos los pequeños detalles que pueden marcar la diferencia», afirma. «Estamos ante una temporada muy divertida, con muchas cosas nuevas por delante».
El madrileño no tiene planes de futuro, aunque muchos le sientan ya en lo que será el equipo Audi de 2026. A uno de los pilotos más eficientes de la parrilla no le va a faltar trabajo el año próximo, pero esas dudas no le quitan las ganas de comenzar lo antes posible y poder llevar al SF-24 lo más arriba. Sabedor de que sus resultados serán los que marquen su valor de mercado, y siendo su trayectoria, siempre ascendente, será un año agridulce para él, pero no exento de muy posibles éxitos. Que Red Bull sea capaz de mantener su arrollador ritmo este año será complicado, y es bastante posible que el Ferrari SF-24 arroje mejores resultados que su predecesor. Es lo que indica la lógica financiera aplicable. ¿Coche ganador? No se sabe, y va a ser complicado. ¿Coche mejor? Con casi total seguridad sí.