Las proyecciones económicas para España se desploman tras la invasión a Ucrania y su impacto en la inflación
El encarecimiento de petróleo y gas, unido a la inestabilidad en los mercados financieros y el alza de los intereses de la deuda, deparará una ralentización del crecimiento mundial
Dicen los sabios que en cualquier conflicto bélico la primera víctima es la verdad. Y eso se traduce a la realidad económica de nuestro país, como revelan los análisis de los economistas más curtidos: la inflación se desbordará, sin poder atinar cifras, y la recuperación queda en entredicho, transmiten a THE OBJECTIVE los analistas de la actualidad económica a medida que se recrudece la disputa que Rusia y Ucrania mantienen desde 2014. Con lo cual, las previsiones económicas del Gobierno, ya cuestionadas, quedan nuevamente en entredicho.
Los precios, ya en cotas récord, en máximos de tres décadas, seguirán subiendo y la recuperación en marcha se verá cortada porque la palanca exterior se retraerá. Con menos exportaciones y menos turismo, tras dos años de pandemia, no se torna fácil para las empresas aguantar un nuevo golpe.
Además, este sucede en un momento en que los bancos centrales -al fin y al cabo, los emisores de billetes- dudan sobre la retirada del dopaje a las economías. Excepcionaron estos bancos centrales sus normas habituales y, ante una pandemia mundial, bajaron a cero y a negativo sus intereses, financiaron endeudamiento a bajo coste y respaldaron cualquier medida extrema de apoyo al tejido productivo.
Antecedentes
Si ya antes del conflicto en Ucrania, la Fed primero y el Banco Central Europeo después se avinieron en mayor o menor medida a normalizar la economía con sus políticas monetarias, tienen ahora que aquilatar muy mucho su calendario. En este sentido se manifiesta el economista Miguel Ángel Bernal en exclusiva para THE OBJECTIVE: «Hay que prestar atención a los que a partir de ahora dicten los bancos centrales, en cómo se posicionen sobre la inflación y su impacto en el crecimiento».
En esta línea, el economista Mario Cantalapiedra apunta a un encarecimiento de las materias primas cuya intensidad dependerá de los movimientos en el tablero geopolítico a escala internacional, lo cual invalida cualquier cálculo o premonición en una horquilla de cifras que afecte a la inflación o el PIB. La primera subirá y el segundo descenderá, sin poder en estos momentos precisarse cuánto.
Incertidumbre
Así lo refrenda el experto en Finanzas Juan Fernando Robles. La incertidumbre que abre el conflicto bélico hace difícil aventurar predicciones numéricas, más allá de tentativas del análisis técnico centradas en la Bolsa. Robles concluye que el impacto en el PIB será de un máximo de dos décimas, y atenúa el dramatismo recordando que cancelar la relación de España con Rusia no será lacerante ya que «tenemos un déficit comercial con la economía rusa que ronda los 2.500 millones».
En cualquier caso, el conflicto es un freno a la incipiente recuperación, como constata el economista Javier Santacruz: «Sentencia la reactivación económica de los países periféricos -entres los que se encuentra España- cuyas exportaciones dependen de estados centroeuropeos como Alemania».
El petróleo y el gas
Robles apunta que el encarecimiento de petróleo y gas, unido a la inestabilidad en los mercados financieros y el alza de los intereses de la deuda, deparará una ralentización del crecimiento mundial, de la que no escapará ni mucho menos España, que restará décimas al avance del PIB. Sin poder precisarse debido al entorno de indefinición. En cualquier caso, contundente, afirma que las previsiones de crecimiento económico del Gobierno son ya un mero ejercicio de voluntarismo que a corto plazo habrá de redireccionar.
En este contexto, la preocupación de los expertos es la reacción de los bancos centrales que apunta Bernal y su capacidad de control de la inflación.
Llueve sobre mojado
Con todo, el problema es afrontar una nueva crisis incierta tras haber encajado familias y empresas el golpe de la pandemia, las dudas sobre los mecanismos de reactivación y su efecto, y el cambio de rumbo de los bancos centrales para «normalizar» la economía en un punto de escasa normalidad geopolítica.