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Economía

Un libro denuncia que los comerciantes de materias primas son el principal apoyo de Putin

El sector mueve 17 billones de dólares al año y algunas de sus compañías han financiado al Kremlin y evitado recesiones de la economía rusa

Un libro denuncia que los comerciantes de materias primas son el principal apoyo de Putin

El columnista Javier Blas. | Península.

«No hay sector empresarial en Occidente que haya ayudado más a Putin en la última década que los comerciantes de materias primas. Sin ellos, Putin no estaría en el poder… y casi nadie lo sabe». Son las conclusiones de 20 años de conocimiento del sector y más de dos de investigación específica por parte del columnista de Bloomberg Javier Blas y el redactor senior del mismo medio Jack Farchy, materializadas en su libro de reciente lanzamiento El mundo está en venta (Península).

El coautor del libro Javier Blas departe con THE OBJECTIVE sobre los hallazgos de su prospección sobre un sector muy desconocido para el gran público. Las comercializadoras de materias primas, explica, pese a facturar más que gigantes como Apple o Coca-Cola son desconocidas para el gran público, raramente se conoce a sus dueños y sus nombres comerciales suenan en muy escasas ocasiones. Se trata de un sector que mueve 17 billones de dólares al año, un tercio del comercio global, explica Blas.

Son compañías que se domicilian en paraísos fiscales, y en algunas ocasiones consiguen una tributación cero pese a ganar miles de millones de dólares. Aunque afirma que existen numerosos casos, Blas ejemplifica sus afirmaciones con el caso de una división de la petrolera Shell radicada en Nassau, Bahamas: «Se dedica a comprar y vender petróleo de Shell y de otras compañías, con beneficios de 2.500 millones de dólares por los que no ha pagado un solo dólar en impuestos en los últimos tres años», afirma el autor.

Desconocidas para muchos políticos

Pero, ¿cómo puede ser que estas compañías sorteen la regulación, la fiscalidad y sean tan opacas? El coautor del libro explica que se trata de un sector completamente desconocido, que trabaja en el anonimato, que trata de mantenerse en la sombra porque considera que la información es poder y que cuanto menos se sepa de ellas son más poderosas. «Hay muchos gobernantes que no saben nada de estas compañías de comercialización de materias primas», afirma Javier Blas.

«Si a un político le preguntas cuáles son las mayores empresas tecnológicas del mundo, o los mayores bancos, te podría dar una lista, pero si le preguntas por las mayores empresas de comercio de materias primas, pocos saben la respuesta». Esta situación le parece preocupante a Javier Blas, ya que son firmas que «están al comienzo de todo el proceso económico», de las que depende nuestra alimentación, calefacción, movilidad.

Blas aporta otro ejemplo: «La décima persona más rica de España es un exejecutivo de una casa de materias primas y es una fortuna completamente desconocida en el país. Solo hay dos fotografías suyas: una de ellas tiene 35 años de antigüedad y otra es una captura de pantalla de un vídeo».

Un oligopolio transnacional

La consecuencia de su impunidad tributaria y su anonimato -prosigue Javier Blas- es que «están en la sombra y, por tanto, nadie las regula». De hecho, la sorpresa de este diario ante su relato lleva a preguntarle cómo puede ser que esta suerte de oligopolio transnacional sortee acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) o tratados internacionales. «Casi todas las materias primas están excluidas de los acuerdos de la OMC. Hay ciertas regulaciones para los productores, pero no una regulación per se del comercio de materias primas agrícolas», explica el investigador y columnista.

En El Mundo Está en Venta los autores relatan cómo un pequeño grupo de empresarios se ha convertido en el colectivo de los principales actores de la economía internacional y cómo, bajo la mirada de los reguladores las autoridades de Occidente, ayudaron a Saddam Hussein a vender su petróleo, financiaron a las fuerzas rebeldes libias durante la Primavera Árabe y permitieron que Vladímir Putin sorteara estrictas sanciones económicas. «Desconocidos, apolíticos y con contactos en todas las esferas se saltan embargos, leyes y conflictos con tal de mantener a la población de Occidente alimentada y las estanterías de sus comercios llenas», comentan Javier Blas y Jack Farchy.

Connivencia con el Kremlin

Las comercializadoras de materias primas han ayudado durante más de 10 años a que Putin siguiera en el poder y a mantener una economía rusa boyante, explica Blas. «Putin les debe muchos favores porque las empresas de comercio de materias primas han ayudado al régimen ruso a vender sus materias primas en el mercado internacional, sobre todo cuando las sanciones llegaron a raíz de la invasión de Crimea, y cuando el Gobierno ruso o empresas por él controladas necesitaron financiación fueron las primeras que se la proporcionaron». Relata Blas que estas compañías apoyaron a Putin en sus momentos de mayor debilidad, ayudando a que los dólares siguieran llegan al Estado ruso y evitando incluso recesiones económicas.

Las vendedoras de materias primas son realmente una banca en la sombra, afirma Javier Blas. Comenta que la petrolera Rosneft se ha estado financiando no de bancos, sino de empresas de comercio de materias primas. Obtuvo, afirma, un préstamo de 10.000 millones de dólares cuando ninguna entidad financiera se los proporcionaba. Cuenta cómo el exdirigente de Glencore Ivan Glasenberg fue distinguido por Putin con la más alta condecoración que brinda el Kremlin, la Order of Friendship. En definitiva, refleja la connivencia del poder ruso con las empresas de materias primas que financian las transacciones mundiales comprando y vendiendo en función de los flujos de la demanda y la producción.

Por ello, a juicio de Javier Blas, el conflicto en Ucrania «va a durar lo que quiera Putin o lo que pueda resistir el pueblo ucraniano con la ayuda de los países occidentales». Pero, advierte, «las casas de materias primas se están aprovechando del conflicto, están ganando más dinero que nunca, en gran parte por la volatilidad que hay en el mercado por la invasión rusa de Ucrania».

«Las vendedoras de materias primas son el último reducto de la economía sin regular y suponen el último bastión del capitalismo salvaje»

Javier Blas, columnista de Bloomberg y coautor de ‘El mundo está en venta’

Recuerda Blas que en conflictos anteriores han tenido un papel más importante aún y sí podían determinar la duración de un conflicto porque eran las financiadoras de uno de los bandos. Relata el caso de Libia -guerra que cubrió como reportero el propio Blas- donde, explica, controlaban el flujo del dinero. Ahora no están controlando el flujo de dinero a Ucrania, «que es un importante actor en materias primas, exportador de maíz, aceite vegetal y de trigo, pero no exporta petróleo, el rey de las materias primas».

Javier Blas asegura que algunos empresarios del sector hubieran preferido que no se hubiera publicado el libro, y que así se lo transmitieron a él y a Jack Farchy. En cualquier caso, concluye que este colectivo de empresas es «el último reducto de la economía mundial que está en la sombra, que permanece en el anonimato, sin regular, y que supone el último bastión del capitalismo salvaje».

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