Prisa cotiza a su nivel más bajo y pierde un 68% de valor desde el asalto de Pedro Sánchez
Desde que Joseph Oughourlian forzó la destitución de Javier Monzón hace dos años, la compañía ha perdido 466 millones de euros de su valoración bursátil
Prisa marcó este lunes su mínimo histórico tras cerrar la jornada con una cotización de 29 céntimos y una valoración bursátil de apenas 210 millones de euros. El dato es aún más llamativo si se considera que la compañía ha perdido un 68,3% de su valor desde que en diciembre de 2020 el actual presidente Joseph Oughourlian forzara la destitución de su antecesor Javier Monzón, gracias al apoyo del Gobierno de Pedro Sánchez y de Telefónica.
El pasado domingo se cumplió el segundo aniversario (18 de diciembre) de lo que se considera como la culminación del asalto de Sánchez al grupo Prisa. Es verdad que durante el año 2018 se produjeron movimientos afines al presidente de Gobierno como la destitución de Juan Luis Cebrián como presidente honorífico o de Antonio Caño como director el El País, pero es con la llegada de Oughourlian a la presidencia de la compañía cuando se consuma el control de Moncloa en este grupo de medios.
Desde ese momento, los asesores mediáticos de Sánchez -José Miguel Contreras y Miguel Barroso- comienzan a influir en Cadena Ser y El País. Y con el Banco Santander y Javier Monzón fuera de la ecuación se consolida una mayoría accionarial y en el consejo de administración afín a Sánchez, con Barroso como asesor editorial o Rosauro Varo como vicepresidente. Dos años que han sido muy negativos desde el punto de vista bursátil y que se han comenzado a complicar desde la perspectiva financiera, según los datos recopilados por THE OBJECTIVE.
Cebrián y Monzón
En cuanto a la Bolsa, la compañía cotiza en sus mínimos históricos desde los 0,91 euros del 18 de diciembre de 2020 hasta los actuales 0,29. De hecho, durante gran parte de la jornada la acción llegó a los 0,28 euros y solo en los últimos cinco minutos logró remontar hasta los 0,29. Con todo, en dos años ha perdido 62 céntimos de su valor -que ya era muy bajo por esas fechas- hasta dejarse un 68,3%. El último día de Javier Monzón en la presidencia Prisa valía 676 millones en bolsa, hoy apenas tiene un valor de 210 millones de euros. Lejos quedan los siete euros en los que cotizaba hace una década.
Si la comparativa se hace con el último día de Juan Luis Cebrián como presidente ejecutivo-salida forzada también por Oughourlian, aunque en esa oportunidad en alianza con el Banco Santander-, el 15 de noviembre de 2017 la acción de Prisa cotizaba en 1,32 euros y con un valor bursátil de 980 millones de euros. Esto supone que desde que la salida de Cebrián como primer ejecutivo la compañía editora se ha dejado un 78,1% en Bolsa.
Oughourlian, que invirtió 300 millones de euros en Prisa para ser el mayor accionista de la compañía con el 29,9%, siempre criticó a sus antecesores, incluso siendo vicepresidente de Javier Monzón, porque no tomaron decisiones para poner en valor el verdadero potencial de la compañía. Sin embargo, desde la salida de Cebrián la compañía se ha dejado 770 millones en Bolsa, de los que 466 millones de han perdido desde que el inversor armenio tomara las riendas de la compañía.
Plan estratégico de Prisa
Desde el punto de vista de la composición accionarial, el actual presidente de Prisa se ha apoyado en el Gobierno y ha consolidado un nuevo núcleo de control con Vivendi (10%) y los exsocios de José Miguel Contreras agrupados en Global Alconaba (7,1%), los que le han ayudado a consolidar la actual mayoría y anular a los rebeldes todavía liderados por el Banco Santander (4,1%) y por los herederos de Jesús de Polanco (7,6%).
No obstante, las decisiones financieras se han complicado en los últimos meses. Oughourlian vivió un fulgurante comienzo de 2022 renegociando su abultada deuda con la banca y presentando un ambicioso plan estratégico. Logró alargar en cinco años el vencimiento de 855 millones de euros tras un pacto con sus acreedores Pimco, Angelo Gordon y Deutsche Bank y sin tener que ampliar capital ni afrontar vencimientos inmediatos.
En marzo se presentó el nuevo plan estratégico con previsión de alcanzar entre los 950 y los 1.050 millones en ingresos y un Ebitda que se debería multiplicar por 3,5, hasta alcanzar los 220 millones en 2025. El problema es que se comenzó a ejecutar en paralelo con el comienzo de la guerra de Ucrania, lo que generó el desplome de las expectativas económicas, una importante caída de ingresos publicitarios del sector y una subida de tipos de interés sin precedentes en la historia reciente. Una coyuntura que en 2023 generará dificultades en Prisa para pagar la deuda y que ha hecho pinchar las expectativas de crecimiento de su plan estratégico.
Vivendi y Mediaset
Ante esta situación, Oughourlian ha tenido que buscar soluciones financieras de emergencia. Durante gran parte del año, se ha especulado con una ampliación de capital de 150 millones de euros que les ayudaría a pagar parte de la deuda -actualmente asciende a 915 millones de euros- y a conseguir un respiro hasta que la situación económica se estabilice. Sin embargo, no han logrado encontrar apoyos dentro del propio consejo de Prisa y los pocos interesados extranjeros han visto cómo el Gobierno les ha pedido fidelidad a cambio del plácet para suscribirla.
Como ya adelantó este diario la segunda opción es emitir un bono de 150 millones de euros que sustituya esta ampliación de capital. Este instrumento financiero sería convertible en cinco años y a un interés del 1% anual. Considerando la actual cotización de 208 millones de euros, quien lo adquiera podría ser dueño de más del 50% de Prisa en el futuro -y siempre al precio actual de la acción- por lo que Oughourlian espera fragmentar su suscripción en diferentes potenciales inversores para que nadie pueda discutir el control de la compañía en el futuro.
Las fuentes consultadas por este diario indican que -a falta de la autorización del consejo de administración- el presidente de Prisa ya tiene muy avanzada la emisión del bono con varios fondos de inversión interesados y está cerca de cerrar el banco que la gestionaría. Esta operación también deja la puerta abierta a que alguno de los inversores cuestionados por Moncloa como Vivendi o Mediaset puedan participar y convertirse en accionistas de referencia en cinco años, cuando no esté Pedro Sánchez en el Gobierno o -al menos- se acaben las prórrogas del escudo antiopas que el Ejecutivo pretende extender hasta finales de 2024.