Los ganaderos avisan de que el decreto de bienestar animal obligará a bajar la producción
La norma estipula aspectos como la densidad máxima de animales en las granjas, que obliga a ampliar el espacio o, lo más probable, a reducir la producción
Una cerda amamanta a sus lechones en Badajoz. | Diego Casillas (Europa Press)
El Gobierno aprobó en el último Consejo de Ministros los dos últimos reales decretos que completan el paquete normativo de acompañamiento para el desarrollo de la nueva Política Agraria Común (PAC). Uno de ellos hace referencia a la mejora de las condiciones de bienestar animal en las granjas e incluye tanto normas que ya estaban en vigor como nuevas herramientas y medidas que afectan a las explotaciones ganaderas en distintos aspectos y que deberán ser cumplidas para evitar ser penalizadas y poder optar a las ayudas.
De entre todas las novedades, la que más afecta y preocupa a los ganaderos es la reducción de la densidad máxima de animales en este tipo de instalaciones, lo que supone que estas deberán incrementar su espacio actual si quieren seguir contando con el mismo número de animales o, por el contrario, reducir el número de estos y, por tanto, sus ingresos económicos.
El objetivo de estas nuevas normas, según explica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, es «mejorar el bienestar animal en las granjas y facilitar los controles oficiales que llevan a cabo las autoridades competentes».
Además de la establecer nuevas reglas sobre la densidad de animales, el decreto modifica varias normas que ya estaban en vigor sobre transporte y sacrificio y modifica también algunas normas para la protección de cerdos, «con el fin de mejorar las condiciones de las granjas y el manejo de los animales», explica el Ministerio en un comunicado, en el que especifica que los nuevos requisitos son más específicos y están adaptados «al actual conocimiento científico».
Por ejemplo, hay nuevas condiciones respecto a la alimentación de los animales, sus comederos y las condiciones ambientales de las granjas, adaptaciones que las explotaciones que ya están en funcionamiento tendrán que llevar a cabo en un plazo de dos años.
Los ganaderos piden más tiempo para adaptarse
El principal problema que los ganaderos ven a esta norma es que pide un cambio que supone una gran inversión económica, o una pérdida de ingresos en caso de n poder hacerla, en un periodo de tiempo que no consideran razonable. «Como mínimo, se necesitan tres años», dice a THE OBJECTIVE Rossend Saltivieri, responsable del sector porcino de Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos.
En concreto, la nueva norma establece que la densidad máxima debe ser de un animal por cada 0,74 metros cuadrados, cuando actualmente está fijada en uno por cada 0,65 metros cuadrados. Esto supone, dependiendo de la forma en la que esté construida la granja, que las explotaciones tendrán que ampliar hasta un 12% su espacio habilitado para los animales para mantener la misma cantidad con la que cuentan actualmente. Una cifra que puede variar según el tipo de corrales que haya construidos, explica Saltivieri, y que afectará más a las explotaciones pequeñas.
Las magnitud de los cambios y el poco tiempo que hay para llevarlos a cabo hace que el escenario más probable sea el de la reducción de la producción y no el del crecimiento de las granjas, señala en una conversación con este diario Arturo Hernángómez, técnico de ganadería de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja). «Ahora mismo aumentar el espacio es más bien imposible, porque tenemos que hacer una modificación en las instalaciones muy alta, lo que supone hacer mucha inversión», argumenta. Por tanto, la opción más viable es la reducción del número de animales en un sector, lamenta Hernangómez, «que no es especialmente rentable».
El técnico de Asaja entiende que, al estar dentro de la nueva PAC, los plazos se ajustan a lo que pide la Unión Europea, pero afirma que aunque depende de las modificaciones, «en general se queda bastante corto» y no es suficiente para acometer todas las medidas necesarias.
Los ganaderos consideran que para que estas ampliaciones pudieran llevarse a cabo en el plazo establecido sería necesario que se otorgaran ayudas al sector, más allá de las relacionadas con la PAC.
El decreto «tiene que ir acompañado de las ayudas pertinentes para hacer esta adaptación», considera Saltivieri. «Las ayudas no están muy bien definidas en este sentido», añade. En el mismo sentido, se pronuncia Hernángomez, que opina que estas medidas deberían ser planificadas junto a un plan económico que permita impulsar las modificaciones.
Un plan de bienestar animal y más burocracia
Además de la densidad máxima, otro aspecto novedoso del decreto es la obligación de las explotaciones de disponer de un plan de bienestar animal. «El veterinario de explotación elaborará este plan, adaptado a cada granja, completando esta herramienta que ya existe en las granjas de porcino intensivo y de avicultura», explica el Ministerio de Agricultura. Para contar con este plan, las granjas disponen de un plazo de cuatro años.
Desde Asaja consideran que esta medida solo añade burocracia «cuando ya existen muchas certificaciones que ya sirven», señala Hernangómez. «Puede que beneficien, pero en la mayoría de situaciones lo que hacen es meter mucha más burocracia a un sector que ya está regulado de por sí», apunta en referencia a estas nuevas normas.
«La PAC cada vez tiene menos presupuesto, cada vez el importe para los ganaderos es menor y la burocracia mayor, los requisitos son mayores», concluye.
Tanto Asaja como Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos aportaron al Ministerio de Agricultura sus alegaciones al decreto, con el objetivo de adaptarlo y mitigar la pérdida de producción, pero ambas organizaciones afirman que no han escuchado sus argumentos.
