Amenaza de inundación china con turismofobia al fondo

El duro invierno del coronavirus se ha ido. Aunque no sabemos muy bien como ha sido, tampoco es para disparar la conspiranoia: algo parecido le pasaba a Machado con la venida de la primavera. Limitémonos, de momento, a celebrar sus frutos. El equivalente económico en España a la vuelta a la vida pasa siempre por el turismo y, efectivamente, las cifras al respecto invitan al optimismo… y más allá: hasta el empacho. La exuberancia del resurgir ha sido tal, que incluso han aparecido brotes de esa alergia llamada turismofobia con el capullo (con perdón) de una especie invasora asomando. Ojo que vienen los chinos. A dejarse el dinero, eso sí.

Según datos de la patronal Exceltur, los niveles de actividad en el primer trimestre de 2023 de nuestro sector turístico han estado un +10,8% por encima de los mismos meses de 2019 en término nominales, lo que, dicen, refleja «la fortaleza de las ganas de viajar y su creciente preminencia en los hábitos de vida y consumo de nuestros principales mercados». Con un pero: «Cuando se elimina el efecto de los precios, los niveles de actividad turística en términos reales en España todavía no alcanzan los valores del inicio de 2019 (-1,5%)». La inflación, claro, la inflación. 

Como consecuencia de la evolución constatada y prevista en los dos primeros trimestres, en Exceltur han revisado al alza su estimación de actividad turística para el conjunto del año «hasta los 172.200 millones de euros, un +9,4% sobre los niveles en precios nominales de 2019, aunque aún un -1,9% en términos reales por el incremento de precios de servicios y productos turísticos acumulados». Según estos resultados, el sector turístico «se acercaría a fines de 2023 a la superación plena de los niveles prepandemia que por otra parte ya son una realidad para el conjunto de la economía española en 2023». Ahí tenemos la primavera, en todo su esplendor.

Y tampoco se antoja demasiado optimista si tenemos en cuenta lo que queda por venir. Muy significativamente, el organismo público Turespaña acaba de publicar una ‘Guía de turismo chino’ para destinos turísticos, instituciones culturales, hoteles, restaurantes, comercios, agencias de receptivo y todo aquel que quiera hacerse con unos buenos euros agasajando al turista chino que llega. 

En su introducción, Ana Lafuente, consejera de Turismo en Cantón, se congratula de que «la guía no puede llegar en mejor momento porque, al cierre de estas líneas, en un giro acelerado y contundente que pone fin a la política de Covid cero, China ha eliminado las cuarentenas a la entrada al país y, a falta de concretar detalles burocráticos, el panorama es muy positivo y la esperada reapertura se materializará en este 2023». Efectivamente, el 10 de marzo, España engrosó el afortunado grupo de países al que Beijing no pone restricciones a la turoperación.

«Pese a algunos problemas de conectividad, el nuestro es el segundo país preferido por los chinos para acabar con un encierro que los ha tenido que dejar sedientos de nuevos aires»

El informe de tendencias de mercado ‘China. Temporada de verano 2023’ de Turespaña apunta a una auténtica invasión. Pese a algunos problemas de conectividad (no ayudan ni que descanse íntegramente en aerolíneas chinas ni los precios del combustible ni la imposibilidad de sobrevolar Rusia), el nuestro es el segundo país preferido por los chinos para acabar con un encierro que los ha tenido que dejar sedientos de nuevos aires: en intención de viaje solo nos supera Francia, aunque Italia y Alemania se van acercando. Gran Bretaña, por contra, cada vez les resulta menos atractiva. Otro triunfo del Brexit…   

La última referencia sobre los turistas chinos es de 2019. Entonces nos visitaron 700.000. Un montón. Aunque teniendo en cuenta que ya entonces superaban los 1.400 millones de habitantes… No es mucho, en proporción, de acuerdo, pero los interesante es que lo que, una vez puestos, no reparan en gasto. En aquel año precoronavírico se erigieron como el perfil de viajero de mayor gasto por persona (2.400 euros) y de estancia media más larga, unos ocho días). 

Un poco más al este aún, otro mercado se presenta también de lo más muy suculento. Corea del Sur no es China, pero sus escasos 51 millones de habitantes disponen de un nivel de renta muy potente y, dicen, el carácter más parecido al español de toda Asia. Aunque los datos aún quedan lejos de la prepandemia, 180.610 coreanos ya se animaron a venir a España el año pasado, dejándose 322,6 millones de euros, con un gasto medio por persona de  2.899 euros, 376 euros al día. Y lo que queda: Korean Airlines acaba de recuperar la conexión aérea de tres frecuencias semanales con Madrid y el Ayuntamiento se ha apresurado a anunciar que retoma la promoción del destino de la capital por aquellas tierras. 

Buenas noticias por todos lados. Sin embargo, nunca llueve a gusto de todos y algunas estampas alertan de un riesgo de inundación. ‘La turismofobia se desata en Sevilla’ titulaba el pasado mes de abril Diario de Sevilla. Unos vándalos se dedicaron a sellar con silicona las llaves de los apartamentos turísticos y a colocar pegatinas con el lema ‘tourist go home’. La capital andaluza está acostumbrada a las multitudes, pero lo de esta Semana Santa ha superado todo lo imaginable. En el periódico total aseguraban que ya se ofertan pisos turísticos hasta en el barrio de Las Tres Mil Viviendas, bien lejos del centro y conocido por sus problemas de inseguridad ciudadana. Muchos sevillanos empiezan a estar hartos.

Juan Claudio de Ramón ya analizó en estas páginas la tendencia creciente de la turismofobia. Típica de ciudades como Venecia o París, se ha ido colando en nuestro país con Barcelona en vanguardia. La silicona y los carteles antipáticos no parecen la mejor opción para un país como el nuestro, tan dependientes de complacer al visitante. Hay posturas más inteligentes. En un par de semanas se celebra en Sevilla la feria de turismo premium y de lujo Emotions Travel Community Europa, a la que asistirán 316 agentes internacionales de viajes (160 expositores y 156 compradores) de 40 países. Todos centrados en un turista muy concreto. Si tenemos que dejar sitio a los turistas, por lo menos que sean de los que nos dejan una buena pasta, que las penas con pan son menos.