La UE vigila los movimientos en Vodafone y Digi y su impacto en la fusión de Orange y MásMóvil
La principal preocupación de Bruselas es que el mercado español pueda registrar repentinos cambios en pocos meses
La Comisión Europea vigila los últimos movimientos que se están produciendo en el sector español de las telecomunicaciones. Según ha podido confirmar THE OBJECTIVE, los órganos de Competencia de la Unión Europea han tomado nota de las informaciones publicadas respecto del interés de Zegona en Vodafone y de los fondos dueños de Onivia en la red de fibra de Digi y valoran el impacto que pudiesen tener en la fusión de Orange y MásMóvil y, en especial, en la configuración del mercado tras estas operaciones.
Las fuentes consultadas por este diario indican que las noticias que han surgido recientemente respecto de estos dos casos son analizadas con lupa por las autoridades comunitarias. La principal preocupación de Bruselas es que el mercado de las telecomunicaciones en España -que lleva analizando desde el mes de febrero- pueda registrar cambios radicales en la recta final del expediente de la joint venture entre Orange y MásMóvil.
Este diario ya ha publicado que Orange y MásMóvil cierran los flecos de su propuesta de remedies y del adjudicatario de estos activos. Unas infraestructuras a las que la UE les obligará a desprenderse para autorizar la operación y así garantizar que el mercado residencial español seguirá siendo competitivo y que no se subirán los precios. THE OBJECTIVE también ha indicado que Digi es el operador que cuenta con más papeletas para quedarse con estas infraestructuras (fundamentalmente redes móviles) y con importantes acuerdos de acceso a la red.
Mercado de Orange
En momentos en que se está cerca de alcanzar un acuerdo se ha conocido que el fondo Zegona quiere comprar Vodafone España y que entre sus planes está vender su red de fibra y ceder clientes para financiar la operación. Al mismo tiempo, Macquarie Capital y Aberdeen negocian con Digi adquirir parte de su red de fibra, un movimiento para que la compañía de origen rumano obtenga liquidez para seguir invirtiendo.
Cuando se presentó la joint venture España tenía dos grandes actores (Telefónica y Orange), un tercer competidor a más distancia (Vodafone), cuarto manteniendo cifras de crecimiento (MásMóvil), y dos candidatos que se disputaban la quinta plaza: Digi y Avatel. Tras la fusión el escenario que se dibujaba era un mercado con dos grandes competidores: Telefónica, líder en facturación; y Orange-MásMóvil, líderes en número de clientes, con un Vodafone todavía fuerte y un cuarto player con gran pujanza como Digi.
No obstante, si es que Vodafone es vendida a Zegona -o a otro fondo de inversión de carácter activista y no industrial- existe el riesgo de que el tercer actor del mercado tras la fusión pierda fuerza y se quede sin posibilidad de competir con los dos gigantes (Telefónica y Orange-MásMóvil). En definitiva, un player sin capacidad inversora.
Cuatro actores fuertes
Bruselas quiere cuatro actores fuertes que garanticen la competitividad del mercado español y para garantizarlo ha exigido a la joint venture que ceda activos a Digi (aunque Avatel está todavía en carrera). No obstante, con Vodafone en manos de fondos de inversión es muy probable que este tercer actor termine perdiendo competitividad en el futuro mercado de las telecomunicaciones en España.
En relación a la venta de parte de la red de fibra de Digi a fondos de inversión, la operadora rumana podría perder enteros de cara a la Comisión Europea, en plena carrera con Avatel. La compañía ha ofrecido a Bruselas un compromiso inversor industrial con España, con 2.000 millones en los próximos años y con el despliegue de redes propias como principal carta para quedarse con los remedies de Orange y MásMóvil.
De esta manera, la venta de sus infraestructuras contradice su posicionamiento de los últimos meses, en especial si lo relacionamos con su necesidad de liquidez y un aumento del 72% de su deuda bancaria. Su Memoria Anual de 2022 muestra además un apretado calendario de pagos con instituciones financieras por valor de 132 millones de euros entre marzo de este año y finales de 2024.
Impacto en Orange y MásMóvil
¿Cómo pueden impactar estos movimientos en la fusión? La primera lectura que se hace desde el sector es que esta vigilancia se enmarca dentro de la normalidad de este tipo de operaciones y que se suma a la gran cantidad de información que Bruselas lleva meses procesando. La lógica indica que la entrada de mayor información al expediente debería retrasar aún más la resolución final, aunque desde la negociación se dice que no deberían producirse grandes modificaciones en el calendario.
Por otro lado y respecto de su influencia en el sentido de la resolución final (si se aprueba o no) se considera que será nula ya que estamos hablando de movimientos de entradas y salidas de socios de los que no hay ninguna confirmación oficial y que no modificarán la hoja de ruta de la Comisión en su idea sobre la competencia en España. En definitiva, no cambiará su esquema de estudio de la operación, se indica.
No obstante, otras fuentes consultadas apuntan a que sí podría producirse algún tipo de impacto en las condiciones que actualmente se negocian. Este diario ha advertido de la arremetida de los fondos de inversión en España, no solo en Vodafone o Digi, sino que en otras compañías que intentan construir una tercera gran red de banda ancha que compita con Telefónica y la futura joint venture. Una situación que -se indica- debería ser tomada en cuenta por la Comisión a la hora de no debilitar la fusión entre Orange y MásMóvil.
‘Remedies’ duros
Si consideramos que hay una clara posibilidad de que estos fondos (sin vocación industrial de largo plazo) se queden con infraestructuras consideradas claves por la Unión Europea, esto podría hacer que la UE reconsidere sus exigencias y sus remedies ‘duros’ en aras de proteger la capacidad inversora de la joint venture. Las negociaciones siguen en marcha y con ánimos de tener un acuerdo cuanto antes, pero en Orange y MásMóvil mantienen su postura de ceder lo mínimo posible para dar menos armas a sus futuros competidores.
La posición de la Comisión Europea ha sido inflexible desde el primer momento –y no ha cambiado radicalmente en los últimos meses- por lo que a estas alturas siguen pidiendo la venta de unos activos y condiciones que generan reticencias en la joint venture. Nadie se plantea abortar la operación -según dicen en las dos operadoras- pese a que existe una cláusula de ruptura amistosa y sin penalización ante unos eventuales remedies ‘duros’ de la UE.
Es por ello por lo que, se considera, ayudaría bastante que Bruselas suavizara sus posturas. Una verdadera partida de ajedrez en la que se juegan los últimos, pero decisivos movimientos y en la que las negociaciones de Vodafone y Digi han llegado para agregar más variables a una situación ya lo suficientemente compleja. Pese a todo, desde las partes se sigue pensando que todo debería estar resuelto antes de finalizar. Quedan solo tres meses.