El 'venture capital' español está a una década de distancia de París y aún más lejos de Londres
Los fondos necesitan mayor tamaño para cubrir etapas de crecimiento y no sólo fases iniciales de las ‘startups’
Vista de la torre Eiffel, en París. | Unsplash
Endeavor es una organización de origen estadounidense centrada en el ecosistema tecnológico y con una filial en España por la que han pasado más de 1.800 emprendedores. Su perspectiva del venture capital nacional queda plasmada en un informe reciente donde subraya el peligro de que el escaso tamaño de los fondos locales limite los efectos del círculo virtuoso de la innovación.
En contra de lo que pueda parecer, el panorama que describe Endeavor es halagüeño. Destaca, por ejemplo, tanto el número de operaciones (casi 2.000) como el montante global de las mismas (más de 7.800 millones de euros) entre 2021 y 2022, años de récord donde la sacudida de la pandemia se dejó notar menos que en el entorno europeo.
Un factor explica esta resiliencia. La mayoría del tejido emprendedor se halla en las fases iniciales de desarrollo del negocio (early stage). Ahí son menores las necesidades de financiación y existen fondos domésticos más que de sobra para cubrirlas.
Por otra parte, el declive menos acusado en la cifra de exits (ventas a terceras empresas) también tiene sentido en un país donde comparativamente hay menos scaleups (startups que facturan al menos un millón al año) que en la zona norte de la UE (Francia, Alemania, Reino Unido).
La primavera del ‘venture capital’
España acredita una buena hoja de servicios si se atiende a la evolución del capital riesgo en lo que va de siglo. Firmas como Adara, Axon Partners Group, Bullnet Capital, Inveready, Nauta y Caixa Capital Risc se fundaron entre 2001 y 2008.
Kibo (2012), Seaya (2013) y K Fund (2016), probablemente el top 3 patrio por volumen de recursos gestionados, demuestran que la dimensión de los VC premium crece poco a poco, con vehículos de inversión que rondan los 200 millones. Otros como Samaipata, Encomenda y Draper B1 son un complemento perfecto a menor escala.
Este florecimiento de fondos y su complementación con gigantes foráneos (sobre todo anglosajones) permite al ecosistema firmar un capítulo extraordinario entre 2020 y 2022 a pesar de la pandemia y el invierno (global) del VC. En ese lapso alcanzan el estatus de unicornio Flywire (primera startup española que cotiza en el Nasdaq), Factorial, Fever, Wallbox, TravelPerk y Devo, la compañía creada por Pedro Castillo tras su andanza en la división de innovación de Bankinter.
¿Dónde están las barreras?
Un obstáculo de índole casi cultural torpedea el potencial del venture capital español, apunta Endeavor. En una encuesta elaborada por la firma a partir del testimonio de 20 fondos nacionales, sorprende que alrededor del 90% se deshaga en elogios hacia el estado del sector, pero menos del 5% se haya planteado virar hacia las rondas que sufragan las fases de crecimiento de las startups.
La diferencia con Alemania, Francia y sobre todo Reino Unido es abismal. Si el VC en España invirtió unos 3.500 millones de euros (incluyendo la suma de fondos locales y extranjeros) en 2022, Alemania movió 12.800, Francia 13.600 y Reino Unido 35.300.
¿Cuáles son las soluciones?
Endeavor subraya tres de vital importancia: mayor participación de la gran empresa española en esos fondos; suma de fuerzas con fondos de pensiones y aseguradoras; y un tratamiento fiscal más atractivo.
«A largo plazo, el futuro del ecosistema español depende de su capacidad para apoyar a más scaleups y fondos locales, de modo que puedan retener y reinvertir el valor de sus éxitos. Para lograr un círculo virtuoso, España necesitará que los inversores domésticos lideren grandes rondas que conduzcan a grandes exits. Depender de la inversión extranjera significa perder riqueza y crecer menos de lo deseable», remata el informe.
