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El fiasco de las desaladoras: hay 765 en España, pero la burocracia lastra su actividad

España es uno de los países del mundo que más invierte en estas plantas, pero el precio que paga también es mayor

El fiasco de las desaladoras: hay 765 en España, pero la burocracia lastra su actividad

Exterior de la desaladora de Sagunto, a 6 de febrero de 2024, en Sagunto, Valencia, Comunidad Valenciana. | Eduardo Manzana, Europa Press

Las desaladoras –hay 765 en España– se han convertido en una opción frente a la sequía, presente en media España y muy preocupante en comunidades como Cataluña o Andalucía. Sin embargo, resulta una alternativa costosa, con un importante impacto medioambiental y su puesta en funcionamiento ante emergencias es lenta. En el caso de las más pequeñas, el problema está relacionado con la burocracia y los frenos para ponerlas en marcha.

España es uno de los países del mundo que más invierte en desaladoras, cuyo coste es también superior. Según el informe Estudios sobre la Economía Española – 2020/22 La Desalación del Agua en España que tiene como autor a Domingo Zarzo Martínez y ha sido publicado Fedea, la inversión en nuestro país en este tipo de plantas solo es superada Australia o Singapur. Si se utilizasen todas las centrales de nuestro país al total de su capacidad se podría llegar a producir agua para suministrar a un total de 34 millones de habitantes, señala el estudio.

En este informe se destaca que la razón por la cual estas desaladoras en España no funcionan siempre a la capacidad máxima, se encuentra en los problemas de costes. Una planta de estas características tiene que hacer frente a dos grandes aspectos en su financiación. Por una parte los costes de inversión, los cuales tienen que ver con la construcción de la propia instalación, así como las licencias y autorizaciones. Por otra, los costes de producción, que incluye el mantenimiento de la planta y el coste del personal o de los productos químicos entre otros.

A esto hay que sumar también que muchas de las desaladoras españolas de menor tamaño no están si quiera en funcionamiento debido a todos los temas burocráticos de los que prefieren no hacerse cargo por los pocos beneficios que conseguirán. Muchas plantas de pequeño tamaño, que tienen su origen en los años 90 y fueron construidas por comunidades de regentes o agricultores particulares, están en desuso por distintas razones entre las cuales se encuentra los problemas de gestión o la falta de autorizaciones.

El uso del agua desalada en la agricultura se ha demostrado útil con efectos constatados en la producción y la calidad de los productos. Por esto, la puesta en marcha de una pequeña planta era para ellos rentable hasta que se han encontrado con la burocracia. Ante esta situación, empresarios agrícolas de las provincias de Almería y Murcia han decidido apostar por grandes desaladoras de agua de mar propuestas para reducir su dependencia de los trasvases.

Tipos de contratos

Otro de los problemas se encuentra en el formato de contrato que se utiliza para este tipo de plantas. Aquellos formatos que son más comunes son los de tipo concesional a largo plazo, que están pensados normalmente a 20-25 años y se basa en fórmulas de participación público-privada. En España, sin embargo, los tipos más utilizados son los de tipo EPC (siglas de los nombres en inglés de Ingeniería, Compras y Construcción), que se basan en el diseño y construcción con o sin operación posterior a cambio de un precio fijo que se paga al constructor y diseñador de la planta.

Debido a este tipo de contrato predominante en España se puede explicar por qué muchas de las desaladoras están también en desuso, aunque ya hayan sido construidas. Esta práctica se evidencia mucho en el caso de Cataluña. En esta comunidad actualmente hay dos desaladoras que producen 80 hm³ al año de recursos potable al año. Es el equivalente al consumo de toda la población de Barcelona durante cuatro meses según la Agencia Catalana de Agua. Una de ella se está ubicada en Blanes y la segunda, inaugurada en el año 2009, se encuentra en Llobregat. También se afirma que en esta última se aceleró su decisión de ampliarla debido a la sequía de los años 2007 y 2008 en la comunidad.

Producción a demanda

Belén Gutierrez y Silvia Gallego, que forman parte del Comité de dirección de AEDyR (Asociación española de desalación y neutralización) han afirmado a THE OBJECTIVE que sobre todo en comunidades autónomas como Cataluña, Canarias o Andalucía las plantas sí que están funcionando casi al máximo de su capacidad. Esto supone que, sobre todo las grandes plantas, están produciendo grandes cantidades de agua desalada. Además, afirman que hay planes de construir una nueva desaladora en Foix, debido a ese aumento en la demanda de agua.

Las desaladoras cambian van cambiando la cantidad de agua que desaguan dependiendo de la demanda que reciban de las personas a las que abastecen. No solo es agua para el consumo. También se dedica a actividades agrícolas. Por este motivo, y teniendo en cuenta que esa demanda es estacional y va variando a lo largo del año, las desaladoras también van cambiando con ella. Estas afirmaciones ponen de manifiesto que, aunque sean necesarios los trasvases puntales de una comunidad a otra, como en el caso de Sagunto y Cataluña, las desaldoras en España sí que funcionan a una capacidad mayor de la que se cree y pueden abastecer de agua siempre que no suba la demanda estacional bruscamente.

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