El visado de oro y sus circunstancias
¿Tiene sentido la supresión de los visados dorados? Lo analizamos en ‘El gris importa’
El presidente del Gobierno ha anunciado la supresión del visado de oro para, según dijo en Dos Hermanas, «garantizar que la vivienda sea un derecho y no un mero negocio especulativo».
La mayoría de los países ricos han ofrecido o siguen ofreciendo la posibilidad de comprar el derecho de residencia mediante un «visado de oro» o incluso la plena ciudadanía mediante un «pasaporte dorado», a cambio, eso sí, de fuertes sumas de dinero.
Gastar medio millón de euros en la compra de una vivienda te da derecho a vivir, trabajar y estudiar en España. También puedes obtener el visado de oro invirtiendo un millón de euros en una empresa o un depósito bancario, o comprando bonos del Estado por importe de dos millones de euros.
En teoría, es una fórmula indolora para, por un parte, captar fondos y, por otra, para filtrar a los inmigrantes, porque los que pueden pagar esas sumas no van a ser seguramente unos muertos de hambre sin la menor cualificación. Pero el rosario de países que están últimamente derogándola, como Portugal, Reino Unido, Irlanda o Australia, revela que la fórmula no es ni tan buena captando ni tan eficaz filtrando.
En España, Sánchez asegura que alrededor del 94% de los visados de oro concedidos entre 2018 y 2022 están vinculados a inversiones inmobiliarias y que las ciudades más demandadas (como Barcelona, Madrid, Málaga, Alicante, Palma de Mallorca y Valencia) son precisamente aquellas en las que más zonas tensionadas hay.
¿Tiene sentido, por tanto, su supresión?
Sobre ello debaten el profesor del IESE Javier Díaz-Giménez y el corresponsal económico de El Liberal, Miguel Ors Villarejo, en esta nueva entrega de El Gris Importa.
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