Malestar en EEUU por los guiños de Sánchez a China y su mediación para reducir los aranceles
España se consolida como un socio comercial preferente de Pekín dentro de la Unión Europea
Pedro Sánchez y el presidente chino Xi Jinping, durante su visita a Pekín esta semana. | Huang Jingwen / Xinhua News
Las declaraciones de Pedro Sánchez en su reciente viaje a China han disparado el malestar en miembros de la Administración estadounidense, según han indicado a THE OBJECTIVE fuentes empresariales con vínculos con EEUU y sus representantes en nuestro país. Desde hace meses, se siguen con preocupación los movimientos de España y su extrema cercanía con Pekín, pero esta semana han saltado alarmas porque -creen- se confirma que Madrid es un aliado privilegiado del gigante asiático en plena guerra comercial entre las dos potencias y en momentos en los que Europa intenta limitar su influencia.
Estas mismas fuentes han señalado a este diario que existe un malestar que ha ido creciendo en los últimos meses por la posición de España en el caso Huawei, su acuerdo con el fabricante de coches Chery y ahora por el apoyo a China en sus disputas comerciales con la Unión Europea. Este miércoles Pedro Sánchez pedía públicamente a la Comisión Europea – desde el país asiático- que reconsiderara su postura sobre la intención de imponer aranceles al coche eléctrico chino de hasta el 38%.
Una situación que no solamente ha desconcertado a Bruselas por romper la unidad de los Estados miembros -el portavoz comunitario de Comercio, Olof Gill recordó este jueves que la política comercial europea es competencia de la Comisión Europea y no de los jefes de gobierno-, sino que también ha hecho saltar las alarmas en miembros de la Administración de EEUU. El temor es que España siga presionando dentro de la UE para que se flexibilice la postura de reducir la dependencia comercial del gigante asiático y que nuestro país se convierta en una base dentro de Europa para desplegar sus negocios y su tecnología.
Guerra comercial
Estas fuentes empresariales señalan que estos movimientos pueden poner en peligro la fuerte inversión que las empresas de EEUU realizan en España. En 2023, llegaron 8.043 millones, el 29% del total, situándose como el principal origen de la inversión extranjera directa, mientras que China solamente desplegó 130 millones, en la posición número 22. Este diario también publicó que en el primer trimestre de este año -última cifra disponible- la inversión estadounidense se desplomó un 77% hasta los 1.323 millones.
¿Sanciones? Las fuentes consultadas dudan de que se terminen produciendo, pero sí que advierten de que a partir de ahora las relaciones entre los dos países pueden enfriarse, lo que podría terminar repercutiendo en las relaciones comerciales. En 2023, las empresas españolas exportaron 18.904 millones de euros a Estados Unidos, mientras que España realizó compras por valor de 28.617 millones. En lo que va de año, se han vendido productos por 9.220 millones (un 1,1% menos) y se han adquirido por 14.390 (una mejora del 3,2% interanual).
En la guerra comercial entre Estados Unidos y China, una de las claves es conseguir el apoyo de la Unión Europea. La Comisión Europea apuesta desde hace más de un año por reducir la dependencia comercial de Pekín y por establecer una relación económica más equilibrada. En este escenario, el mejor ejemplo es la batalla por el coche eléctrico, donde Bruselas considera que los vehículos chinos gozan de ayudas públicas que abaratan sus precios y que hacen imposible una lucha en igualdad de condiciones con los fabricantes de países comunitarios
Dependencia de China
Una postura que quedó meridianamente clara con la reciente publicación del informe Draghi, en el que se volvió a recordar que es necesario que Europa tenga una autonomía digital y estratégica que le desligue de países como China ante eventuales conflictos internacionales que puedan poner en peligro sus cadenas de producción y suministros.
No obstante, España está haciendo exactamente lo contrario. Nuestro país lleva más de dos años sin pronunciarse respecto del veto a los suministradores chinos de 5G como ZTE y Huawei, pese a que la Unión Europea ha pedido expresamente sacar a estas compañías de las redes de telefonía de última generación.
En abril, el fabricante chino Chery y Ebro firmaron un acuerdo para producir 150.000 coches en las instalaciones de Zona Franca de Barcelona, con una inversión de unos 500 millones y la creación de 1.000 puestos de trabajo. El anuncio estuvo apadrinado personalmente por Pedro Sánchez, que agradeció a los inversores asiáticos su confianza en España. Unas instalaciones con las que precisamente se podrían esquivar los aranceles que la UE quiere imponer a los coches eléctricos chinos.
Coches eléctricos
Un mes después, el ministro de Industria, Jordi Hereu, invitó a la china Chery a presentarse a la convocatoria del Perte VEC III en la línea de baterías y en la de cadena de valor, con una dotación total de 500 millones y una cuarta convocatoria que contará con 1.250 millones. Estas declaraciones se produjeron en el marco de una reunión con el vicepresidente de la compañía para abordar los proyectos de inversión que el fabricante de vehículos eléctricos tiene para España.
A primeros de junio, el ministro chino de Comercio, Wang Wentao, también visitó España y pidió a nuestro país que presionara a la Unión Europea para que el entorno de cooperación en nuevas energías fuera «justo, predecible y no discriminatorio» ante las investigaciones a los coches eléctricos chinos. Poco más de tres meses después, Sánchez ha hecho suyas estas palabras en Pekín, en una visita en la que además se han cerrado varios acuerdos de inversión.
Envision Energy y el Ministerio de Industria firmaron un compromiso de invertir 900 millones de euros en España, junto con otros socios empresariales, para el desarrollo de una planta de producción de electrolizadores. También se han firmado acuerdos comerciales entre los que se encuentran nuevas inversiones para el coche eléctrico.
