Belleza tóxica

La fusión de lo horrible con lo bello, lo contradictorio, las apariencias falsas, son la paradoja irresoluble de nuestra existencia.

Armas, tanques, restos de explosiones, cadáveres, funerales, mujeres corriendo, niños llorando, rostros sin gesto, destrucción,…Si no llevaran la fecha podrían ser fotos del año pasado o de hace dos. La ruleta de la vida atravesada por el continuo deseo de unos de eliminar a otros.

Al observar la foto con el efecto luminiscente producido por la contaminación en la  desembocadura de un río de Hong Kong en el mar, pienso: bonita porquería. Pero al menos hay algo que brilla, un color especial, hay cierta plástica.

Hay algunas cosas que aún siendo destructivas son bonitas de ver. El fuego, por ejemplo. También alguna mujer, algún hombre. Lo tóxico en las relaciones no es luminiscente sino todo lo contrario, oscuro, mate. Peor que el chapapote, parecido a la radioactividad. Mejor que la muerte, peor que la nada.

La fusión de lo horrible con lo bello, lo contradictorio, las apariencias falsas, son la paradoja irresoluble de nuestra existencia.

Encontrar la belleza mientras esta bola de nieve en la que rodamos corre sin control cuesta abajo cada vez más rápido para chocarse contra quién sabe qué, se vuelve complicado, no se puede contemplar nada a tanta velocidad. La búsqueda de la belleza es una de las tareas vitales siempre pendiente, pero no sólo para los artistas. Hay que detenerse. Lo bello puede encontrarse en un cuadro bonito o en un atardecer o en una buena película, pero sobre todo en ese momento que se nos acaba de escapar, justo en ese en el que hemos olvidado todo lo demás para sentir algo raro, pero intenso, y que ya forma parte de un recuerdo que será duradero. También entre la porquería luminiscente, donde menos lo esperamos, puede haber algo. Hay que mirarlo todo. Hasta el horror nos puede presentar a la señora compasión, hasta la miseria nos puede conducir al estado de la generosidad, hasta la muerte nos puede soplar al oído la suerte de vivir. Y eso, bien administrado, sí que es bello.