El laberinto del president Artur o cuando mas es menos

Debo confesarles que me suele generar de todo menos confianza ese perfil de político que al mínimo indicio de crítica o adversidad política abraza la bandera y rehúye hablar de su gestión de gobierno.

Debo confesarles que me suele generar de todo menos confianza ese perfil de político que al mínimo indicio de crítica o adversidad política abraza la bandera y rehúye hablar de su gestión de gobierno. 

Los últimos acontecimientos en Catalunya, con el President Mas construyendo su propio personaje de mártir con la inestimable ayuda de Mariano Rajoy me hacen reflexionar acerca de si realmente el objetivo que persigue el propio Mas y su partido es la construcción de un nuevo Estado catalán o si, por el contrario, se trata de forzar hasta el límite al próximo gobierno central que gane las elecciones del 20D a negociar y firmar un nuevo pacto fiscal. Personalmente me inclino por esto segundo. En los sueños más húmedos de Mas seguramente se encuentre una Catalunya foral dentro del marco de las autonomías y no una República Catalana aislada internacionalmente. 

Pero toda estrategia tiene un riesgo. Enarbolar la bandera de la independencia también puede suponer enarbolar todo un laberinto, quizá sin salida, que puede generar frustración e impotencia a esa parte de la sociedad catalana que se declara abiertamente independentista de corazón y no solo de cartera y que ha aparcado sus diferencias en materia económica y social por un único objetivo: la independencia de Catalunya. Ese discurso basado en la construcción de un nuevo Estado idílico en el que todos son ventajas para los catalanes ha calado muy hondo en buena parte de la sociedad catalana, una sociedad polarizada en torno al clivaje independentista y que, por momentos, parece haber olvidado la política económica del Govern de Mas con recortes continuados en sanidad, educación y servicios sociales. 

¿Qué habrá cambiado en el pensamiento de Artur Mas que calificaba de “oxidado” y “anticuado” el concepto de independencia en 2002 para ahora autoproclamarse adalid del procés? Porque, que no os embauquen, amics catalanes, la independencia es altamente improbable que ocurra si no se llega a un pacto previo dentro de la legalidad con algún partido de ámbito estatal que acepte abrir un proceso como el que ocurrió en Escocia el año pasado. Para finalizar, quiero manifestar mi perplejidad ante las reiteradas explicaciones que varios miembros de la lista Junts Pel Si han vertido públicamente durante la última campaña electoral en un sinfín de medios de comunicación acerca de la futura doble nacionalidad: “tranquilidad, nadie perdería la nacionalidad española en una hipotética Catalunya independiente”. Y yo me pregunto, entonces ¿qué objetivo persiguen con la independencia? ¿Crear un Estado aparte pero pedir seguir siendo nacionales de aquel que abandonan?. Ya saben, voten por la independencia que, si al final sale mal, siempre podrán ser españoles y no habrá pasado nada.  

Entendemos que si quieren crear un Estado propio es porque no quieren seguir siendo españoles. Y, en todo caso, los catalanes no independentistas sí podrían desear mantener la nacionalidad española al tiempo que la nueva catalana, pero sabiendo que la legislación que se les aplicaría a todos los efectos sería la del territorio de residencia. 

Muchos son los interrogantes acerca de lo que nos deparará el procés en los próximos meses, mientras tanto, un servidor tendrá que conformarse con intentar comprender la lógica que empuja a muchos a argumentar esta paradójica contradicción y seguir divagando desde esta humilde tribuna.